'Wendy' y el Planeta de Juan del Val
Frente a libros como 'Vera, una historia de amor', que nunca aparecerá en manuales, hay que ir a obras como la de Eugenio Fuentes
Hay que dar por hecho que el Premio Planeta de este año va a ser el libro más vendido de cara a la Navidad, que ... ya está en puertas. Sucede todos los años y no hay obra que se le resista, aunque atesore toda la calidad del mundo. Por eso España es diferente, y nuestra manera de ser no tiene nada que ver con países como Francia, en donde en su archiconocido Premio Goncourt, con cien años de existencia, sólo sobreviven las novelas que destacan por su clase superior.
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La polémica sólo beneficia al infractor. Es de cajón. De Manual. Porque el 'pollo' que se ha montado con el libro de Juan del Val no ha hecho sino ayudar a que el lector poco exigente –que es el más común aquí en España– no salga huyendo ante tanto alboroto, sino que, por el contrario, se interese más aún por un producto estrictamente mediático, carne de marketing, que ya viene defectuoso de fábrica. En un periódico de cierto crédito, un prestigioso crítico llamado Jordi Gracia, al que alguien ha bautizado como «el verdugo que destrozó a Sonsoles Ónega», en alusión a su feroz comentario del Planeta de 2024, ha arremetido, y de qué manera, contra este poco depurado producto que la conocida editorial, sin escrúpulo alguno, ha puesto en nuestras manos, encantada por aquello de que, a río revuelto, ganancia de pescadores. Jordi Gracia, entre otras lindezas, ha calificado esta 'Vera' de «novela sentimental vulgar previsible», donde lo único que adquiere un cierto valor y resultan creíbles –la verosimilitud es, desde los tiempos más remotos, lo que, según las preceptivas clásicas, nunca puede faltar en una obra literaria– son las escenas de sexo. Algo es algo y menos da una piedra.
Tanto ha sido el 'follón' que se ha armado tras la concesión del Planeta de este año que hasta el propio Arturo Pérez-Reverte, al que no le va ni le viene el asunto, se ha visto obligado a poner su grano de arena con un breve mensaje en las Redes Sociales en donde asegura que en el Planeta «no se gana ni se pierde»; se trata, simplemente, y así conviene entenderlo y no cabrearse demasiado, de «un lanzamiento comercial de un libro que pretende vender mucho». Y punto.
Frente a libros como 'Vera, una historia de amor' que, en unos cuantos meses, terminará en las librerías de viejo vendiéndose a un euro el ejemplar, que jamás aparecerá en los manuales de historia de la narrativa española del siglo XXI, que nunca será motivo de tesis doctorales, de trabajos de carácter científico, de debates en el seno de las universidades y demás instituciones serias, obras como 'Wendy', la novela del extremeño Eugenio Fuentes, publicada por Tusquets, que nada tiene de 'best-seller', aunque aspire a ser leída por un público amplio y exigente, esa inmensa minoría que sabe distinguir entre las voces y los ecos, cumple a la perfección la premisa de toda buena literatura: el deseo, por encima de todo, incluso sacrificando la posibilidad de llegar a más público, de crear belleza, de hacer arte, de entregar un producto bien acabado, que perdure, que soporte, sin queja alguna, sin resentirse apenas, el paso del tiempo.
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Y que aspire a convertirse en una obra clásica en donde reluzca la memoria y el recuerdo de, al menos, un personaje, porque en eso consiste la verdadera literatura de quilates, tan rara en estos tiempos, en esta época en la que los novelistas escriben pensando en la inmediata adaptación cinematográfica de su producto, recurriendo a temas de rabiosa actualidad, confundiendo el oficio de escritor con el de periodista. Y así les luce el pelo. Pero, como dice el refrán, 'el buen paño en el arca se vende'. Y hay escritores –Eugenio Fuentes es, sin duda, uno de ellos– que saben esperar, que no tienen ninguna prisa, y, además, cuentan con todo el tiempo del mundo.
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