Son miles de niños y niñas asesinados por los bombardeos indiscriminados del Gobierno sionista y cada día se suman más y más, y ante esto ... sentimos una impotencia de tal magnitud que nos petrifica de ver tanto dolor y no sabemos qué sentir ni qué decir y, en muchas ocasiones, solo lloramos, y la fe en el ser humano se resquebraja de nuevo.
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Vemos las imágenes de estas criaturas inertes cuando un día correteaban por las calles y jugaban; cuando sonreían y se abrazaban a sus padres y madres; ahora son hijos envueltos en una sábana con sangre abrazados por una madre que no se quiere separar y que grita de dolor. Y volvemos de nuevo a hacernos una y otra vez la pregunta de cómo es posible que un pueblo que sufrió un exterminio esté cometiendo un genocidio, y, además, con el apoyo incondicional de las grandes potencias occidentales y sus aliados.
Es angustioso ver esas imágenes de bebés prematuros muertos amontonados por falta de electricidad o a esos bebés sacados entre los escombros o esos niños heridos sin posibilidad de una atención médica adecuada porque no hay medios, o a esos niños temblando de pánico y preguntando por sus padres sin que nadie se atreva a decirles que han muerto, solo pasarle una mano por el rostro para transmitir algo de cariño. Es angustioso ver hospitales, escuelas bombardeadas, es angustioso ver todos esos niños y niñas bebiendo agua contaminada y prácticamente sin alimentos y, como decía un sanitario de Médicos Sin Fronteras: «Duermen hacinados entre la mierda y la sangre». Es algo insoportable tanta inhumanidad. Por denunciar esto y mostrar nuestro mayor rechazo absoluto, algunos le llaman ser antisemita y es una estrategia mezquina y retorcida. Ser antisemita es no deplorar el exterminio que ocurrió contra los judíos y, también, es no ir en contra del genocidio contra los gazatíes que está ocurriendo ahora mismo; ser antisemita es negar el holocausto y, también, negar este genocidio en el siglo XXI. Presente y pasado se dan la mano desde el horror.
Alguien puede decir que el 7 de octubre Hamás asesinó a niños y niñas, y es verdad, y también alguien puede decir que son muchos años de asesinatos de niños y niñas palestinos, y es verdad igualmente, y, por eso, hay que tener una actitud común y es ser muy enérgicos y decir que todos estos actos son condenables, sin excepción alguna.
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Hemos visto cómo el apoyo al Gobierno sionista por parte de muchos países occidentales ha supuesto deteriorar sus democracias para impedir el apoyo ciudadano al pueblo palestino, llegando a impedir hasta la bandera Palestina. Y ahora nos encontramos una situación más sangrante y es el hecho de dejar de financiar a la Unrwa, que es la Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo, bajo la acusación de Israel de que 12 de sus trabajadores participaron el 7 de octubre. Esta retirada de financiación supone mucha menos ayuda humanitaria, menos medicinas, muchísimas dificultades para el mantenimiento de escuelas y hospitales, menos potabilización de agua... Las pruebas de Israel: ninguna. Ha sido una forma de contrarrestar la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya certificando realidades de genocidio, aunque no pidieron el alto el fuego. Resultado de esta estrategia es la muerte de más niños y niñas y los sobrevivientes que tengan aún una peor una vida sin vida. La estrategia es bien clara: nosotros, países occidentales y aliados, pediremos corredores de ayuda humanitaria, hasta los dos estados, contención militar, pero, no se preocupen que es de cara a nuestra opinión pública y ustedes sigan con su campaña de limpieza étnica y apartheid, que van a seguir contando con nuestro total apoyo.
Todo esto es parte de la historia de la humanidad, donde solo importan los poderosos, sean personas, estados o multinacionales, y sus intereses. ¿A quién le importa el sufrimiento de unos niños, de unos padres y madres que son pobres, que no tienen poder ni son considerados dignos de protección? Han sido borrados de la historia para que a nadie le importe, solo a sus seres queridos y a esa ciudadanía que sigue creyendo en la dignidad para toda la humanidad.
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Una pregunta que me cuesta responder: ¿por qué somos tan indiferentes ante este inmenso sufrimiento humano?
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