Las cosas que no importan
LA ISLA ·
Del fútbol ya no me llama la atención lo que tiene que ver con sus goles, sino con su atrezoMe topé el otro día con una frase interesante. Es de Javier Cercas y dice algo así como que el fútbol es la cosa más ... importante de las cosas que no son importantes. Me llamó la atención y no la he podido soltar, coincidiendo con el final de mis vacaciones, de las que me traigo un viaje, un contratiempo y esta frase. Como el fútbol ya no me emociona como antes, ahora me llama la atención su atrezo, lo que tiene de libresco. Por eso apiño frases y no me quedo con sus goles, sino con su literatura, que es mucha. Que se lo digan a Mario Benedetti, al que le pirraba el fútbol, pero no soportaba sus tiempos muertos, y se llevaba un libro para leer en el estadio cuando no rodaba la pelota. Y es de Benedetti una de las frases más bonitas que nunca leí sobre este deporte. Hablaba sobre la desazón que le causaba la imagen de un campo sin gente y decía algo así como que un estadio vacío es como un esqueleto de multitudes. Lo que digo, el fútbol ahora me gusta más en los libros que en el campo. Como decía el poeta Arthur Rimbaud, me quedo en la envoltura.
El viaje: fue a París y fue con mis padres, dos personas tranquilas él y ella que, girando en los setenta, exprimen la vida a golpe de viaje. Lo hacen con calma y cierta mansedumbre, con la emoción sosegada y poco rozagante de quien ve la vida como algo que conviene disfrutar sin excederse, por aquello de estirar la cosa un poco, y antes de que el balón deje de rodar, por seguir con esto del fútbol.
El contratiempo: pues me traje la Covid de París. Sí, me he pasado la pandemia como el que está frente al escaparate, viendo la Covid de los demás, no la mía, que nunca se produjo, y no ha sido hasta ahora cuando la he sentido en carne propia. Tampoco ha sido muy estragante, solo un poco, un algo de fiebre, otro algo de mal cuerpo y poco disloque, la verdad. Tampoco es raro pillarla viendo que en París no hay mascarilla en el transporte público y la gente viaja en metro exactamente igual que lo hacía antes: amazacotados cuarenta en un espacio donde debieran ir diez, y mirando a otro lado de forma inevitable para no oler la axila del de al lado. En fin, ya restablecido y de vuelta con una frase en el recuerdo y París en el retrovisor y, por esto de no dejar el fútbol, dispuesto a afrontar una nueva temporada.
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