¿Somos idiotas la mitad de los votantes?

Viernes, 2 de abril 2021, 22:41

Las próximas elecciones en Madrid las ganará la derecha. Si miramos los sondeos hay una horquilla que va desde los medios de izquierdas, que ven ... una posibilidad aún de que los PSOE, UP y Más Madrid sumen una mayoría, hasta los de derechas, que llegan a otorgar 9 escaños de ventaja a PP, VOX y C´s. Cuando traducimos los escaños a votantes, la suma de los de derechas da algo más del 50% y los de izquierdas algo menos de la mitad. Tal vez un resultado realista sea 55 para las derechas y un 45 para las izquierdas. Es decir, Madrid es de derechas por poco.

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Si vamos a otras regiones, como Castilla La Mancha o Valencia encontramos un resultado igual pero a la inversa, mientras en Murcia la situación sería más complicada porque no sabemos qué va a pasar con C´s, aunque encontramos, como en todas las regiones (salvo en Cataluña) que la mitad de los españoles vota a la derecha y la otra mitad a la izquierda. Es algo que ocurre en todos los países del mundo, salvo en aquellos que sufrieron una reacción progresista o conservadora contra gobiernos fascistas o comunistas. Es saludable, hace avanzar el mundo de forma más o menos correcta y no dicen que haya dos Italias o dos Grecias. Simplemente que la gente vota a derecha o izquierda porque puede y quiere.

En España no. Aquí el que vota a los otros es idiota porque no ve que vota a corruptos o inútiles. La razón de que esto ocurra no es sencilla. En primer lugar este es un país que sufrió 40 años de dictadura en la que sí existieron las dos Españas. Una sufrió lo indecible y otra se benefició de un statu quo en el que pensar demasiado era peligroso. Siendo así las cosas la canción de Jarcha rezaba «Dicen los viejos / Que no se nos dé rienda suelta / Que todos aquí llevamos / La violencia a flor de piel». La Guerra Civil y 40 años de dictadura hicieron de nosotros una anomalía en la Europa occidental y la Transición no es tiempo suficiente para limpiar asesinatos, exilios y represión. Durante mucho tiempo pensé que cuando muriesen Fraga y Carrillo veríamos con distancia nuestro drama, pero no fue así. Hace días unos jóvenes recibieron a Pablo Iglesias haciendo el saludo fascista. Hay familias que han guardado larvado el odio, alimentándolo con esmero para que sus hijos creciesen contaminados por él.

Estás conmigo o contra mí. Eso es simplificar la vida.

Lo inquietante de todo esto es que, salvo en momentos puntuales, como las primeras victorias del PSOE de González, hay más o menos un votante de derechas por uno de izquierda, y el gobierno lo deciden los decimales. Y no lo entendemos, no comprendemos cómo los otros se dejan embaucar por corruptos que solo quieren el sillón para gobernar y apesebrar a los suyos. Están equivocados, claro, pero en 1959 la RCA publicaba el cuarto disco de Elvis que se llamó «50 millones de fans de Elvis no pueden estar equivocados», así que, si el censo electoral ronda los 37 millones ¿pueden estar equivocados 18 millones de españoles?. Obviamente sí, pero es difícil engañar a tanta gente, así que, algo tendrá el agua cuando la bendicen.

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Hace poco vi «Palabras para un fin del mundo» de Manuel Menchón, un imprescindible documental que investiga los últimos días de Unamuno y su más que probable asesinato a manos de un falangista. Es asfixiante porque la España del 36 al 39 fue asfixiante, y lo siguió siendo 40 años más. La posición de Unamuno queda claramente reflejada; fue un prisionero de los golpistas pero en ningún caso justificó los excesos que se cometieron en el bando fiel al gobierno. La República no había sido lo que esperaba, y fue crítico con ella, así que la prensa republicana le atacó inmisericordemente mientras la franquista mentía presentándolo como el único intelectual de talla en sus filas. Nunca fue franquista y se enfrentó a ellos con una rotundidad que le costó la vida, pero para la historia ha quedado como algo parecido a lo que hoy se llama equidistante.

En España al otro no hay que darle ni agua en cuestiones políticas porque está equivocado y la forma de aprender, volviendo a Jarcha, es «palo largo y mano dura / para evitar lo peor».

Y yo estoy harto. Los partidos políticos son empresas, los políticos, salvo en contadas ocasiones, trabajan exclusivamente para esas empresas. Esas empresas gestionan lo público por elección popular, son gestores, no salvadores de nada ni nadie. Hay buenos gestores y malos gestores, como hay corruptos y delincuentes. Son necesarios y funcionan medio bien, pero este juego en España exige dos bandos irreconciliables.

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Me agota. Conforme me voy haciendo mayor voy haciendo míos argumentos de Unamuno y una amargura va rellenando lo que antes fue fe en las utopías. Me deshice de mi ideología para pensar lo que quiera pero alrededor casi todo el mundo tiene una consigna innegociable, porque estamos en una edad en la que discutir de política es inútil, ya que nadie va a cambiar ni una coma de su ideario, y este nos dice que el otro es idiota y está equivocado.

A lo mejor no es que la mitad de los españoles sean imbéciles, a lo mejor es que lo somos casi todos.

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