La Gran Rusia
DEMASIADO PERRO ·
Quizá sería mejor decir: «No a la invasión de Ucrania», ¿no?No nos engañemos, esto va de eso: Rusia, el gigante euroasiático, siempre ha sido igual. Un país siempre dirigido por autócratas, con un pueblo de ... millones y millones de ciudadanos que son sacrificados, ahora por un capricho del zar en una batalla prescindible o después por un error en un plan quinquenal. Y ellos lo tienen asumido. Cierto es que, bajo la figura del autócrata ruso, siempre hay una clase dirigente que vive a todo trapo, en medio de un lujo oriental, que llama la atención en Occidente antes las penurias del ruso medio. La estructura social siempre ha sido la misma: da igual que el que manda se llame zar o secretario general del partido, Nicolás o Stalin, da igual que los que le siguen sean los boyardos o los burócratas del Komintern. Siempre ha habido una oligarquía dirigente, harta de pasta, y millones de almas sufriendo debajo. Cuando cayeron los Romanov, esa élite que comía filetes de mamut en el decadente San Petesburgo de la época, se vio sustituida por otra, la de los miembros del partido que disfrutaban de privilegios, palacetes y dachas.
Putin. ¿Y ahora? Pues ahora, en el siglo XXI lo mismo: ahora no hay un zar o un Partido Comunista, está Putin. Les recomiendo el visionado del documental 'Putin, de espía a presidente', un espeluznante trabajo que relata la historia de este autócrata, su ascenso tras la traumática caída de la Unión Soviética, la persecución y/o muerte de la disidencia, cómo laminó a los ricos oligarcas del petróleo y la comunicación, y lo peor, sus delirios de grandeza. Esto trata de la Gran Rusia, sentimiento que existió con los zares, con el PC y ahora con este nuevo dictador que se autoperpetúa en el poder sin que nadie pueda mover ni un dedo. La historia de Rusia es la de un país a caballo entre Occidente y Asia, que quedó siempre fuera de las grandes modernizaciones. Y no me refiero a lo técnico sino a las ideas. Pese a la existencia de aristócratas e, incluso, algún zar, que quisieron que las ideas de la Ilustración entraran en Rusia, aquello fue imposible. Y su modelo político es el mismo que en el siglo XIX: una autocracia donde unos son muy ricos, muchos muy pobres y que desconfía de manera patológica del resto del mundo, el enemigo.
El nuevo no a la guerra. Es cierto que el asunto de Ucrania nos puede recordar a lo de Cuba: una potencia que no quiere tener bases enemigas en su patio trasero, punto. Pero cuidado, el escenario no es el mismo. No estamos en los sesenta: Ucrania es un país libre que tiene derecho, si quiere, a solicitar el ingreso en la UE, en la OTAN o en la asociación de amigos de la Virgen del Carmen. Y Putin no es quien para decidir sobre el futuro de un país soberano. Veo a una izquierda anclada en viejos postulados setenteros, totalmente demodé, que quiere montar un nuevo 'no a la guerra' cuando se hace evidente que este no es el caso de Irak. Se jactan de un pacifismo mal entendido como si los que no pensamos como ellos quisiéramos la guerra. Nadie quiere la guerra, a ninguno nos interesa y menos en mitad de una pandemia. Pero siempre insisto desde esta columna en que repasar la Historia no cuesta trabajo. Por ejemplo, con la actitud titubeante de nuestra derecha moderada con la extrema derecha que se la comerá y, por ejemplo, con esto: la Historia nos demuestra que cuando un autócrata, entiéndase Hitler o Mussolini, da sus primeros pasos en lo bélico, o le paras los pies o te la liará más gorda. Recuerden la tristemente famosa frase de Churchill a Chamberlain: «Entre la guerra y el deshonor habéis elegido el deshonor, y ahora, tendréis la guerra». Es evidente que USA tiene intereses en Ucrania, sí, pero ¿y la UE? ¿Por qué no puede un grupo de países hacer negocios y unirse si les interesa? ¿Por qué hay un sector de la población española que está apoyando que Putin haga lo que le pase por las pelotas? Es una forma de creer que aquel sueño, la Unión Soviética, sigue vivo. Un sueño que era, en realidad, la Gran Rusia. Aquello se hundió frente a la economía de mercado y lo que quedó es un autócrata con cuatro caciques. Nadie quiere que esto ocurra y la clave la tiene Putin, que no invada a nadie y no habrá problema. Quizá sería mejor decir: «No a la invasión de Ucrania», ¿no?
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