Fantasías de un loco

NADA ES LO QUE PARECE ·

La identidad, nos viene a decir Kundera, no es cosa nuestra, sino que depende de la mirada de los demás

Viernes, 18 de marzo 2022, 02:29

La reciente (re)lectura de 'Berta Isla', la espléndida novela de Javier Marías, con la presencia de un personaje que trabaja para los servicios secretos ... británicos, que se ve obligado a aparecer y desaparecer constantemente, a guardar, ante su propia mujer y su familia, riguroso silencio acerca de las operaciones que lleva a cabo, me ha llevado a pensar en todo aquello que tiene que ver con la identidad, un asunto que tanto ha seducido a los escritores, a los cineastas, a los pintores y, en general, a todos los artistas. «Si desaparecemos –se atreve a conjeturar Tomás Nevinson, el extraño personaje de 'Berta Isla'– no se notará nuestra falta, el hueco será rellenado (...) como un tejido que se regenerara rápido».

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Milan Kundera, uno de los mejores novelistas europeos del último medio siglo que, apuesto por ello, morirá sin obtener el Premio Nobel, en su original relato titulado 'La identidad', también trató de aproximarse a las profundidades de la conciencia y de la conducta humana. La identidad, nos viene a decir Kundera, no es cosa nuestra, de cada uno de los mortales, sino que depende de la mirada de los demás. Esa es la razón por la que el personaje femenino, Chantal, se queje amargamente de que los hombres no se vuelvan para mirarla.

El problema de la identidad está presente en la mejor novela de la historia universal de la Literatura, el Quijote. De ahí la original teoría de Torrente Ballester, quien llegó a manifestar que nuestro hombre de la Mancha, travestido de caballero armado, era consciente de sus actos, por lo que, en realidad, simulaba ser un loco ante los demás.

Pero la novela que más profundamente aborda todo lo relacionado con la identidad es, a mi parecer, la titulada 'El coronel Chabert', del francés Honoré de Balzac. Sin menosprecio de un brevísimo cuento de la Pardo Bazán, 'La resucitada', en la que una mujer llamada Dorotea despierta de la tumba y regresa, alegre, sorprendida del milagro, a su casa con la intención de ser recibida por los suyos con los brazos abiertos. Don Enrique, su esposo viudo, ni siquiera le permite entrar en la casa, y le suelta: «De donde tú has vuelto, no se vuelve», obligando a la muerta resucitada a retornar al cementerio.

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'El general Chabert' es una novela corta de 1832. En ella se aborda el problema de la catalepsia, que tanto sedujo a autores como Edgar Poe. Chabert, héroe militar del ejército napoleónico, es dado por muerto en la batalla de Eylau. Días después, logra recuperarse y volver a la vida. Transcurrido un tiempo, vuelve a casa. Sin embargo, su mujer ha contraído matrimonio con un conde con el que ha tenido dos hijos. Nadie cree que sea el verdadero Chabert, sino un simple impostor. El auténtico ha sido dado por muerto y cerrado su caso. Así, se ve obligado a pleitear, a buscar papeles para demostrar su identidad para, al menos, tratar de recuperar una parte de su hacienda y, sobre todo, restablecer su honor. El héroe se ha convertido en un paria. Y su discurso es el producto de la fantasía de un loco. Su caída le ha llevado a la miseria. Nadie tiene piedad de él. Su fisonomía va adquiriendo rasgos cadavéricos.

Balzac va mucho más allá de la pura anécdota y, como buen escritor realista, producto de ese tiempo que le tocó vivir, pone en pie todo un discurso en contra de una sociedad injusta, egoísta y cruel que abandona a los suyos. Y, al mismo tiempo, pone en tela de juicio, como lo hizo, también por esos años, nuestro Mariano José de Larra en España, la implacable maquinaria burocrática que juega en contra de un hombre que quiere que se le reconozca, al menos, que está vivo. Muchos siglos antes, anticipándose a nuestro Calderón, lo había dejado escrito un griego llamado Píndaro: «El hombre es el sueño de una sombra».

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