Con la 'L' a la espalda
LA ISLA ·
Quedan unos kilómetros para alcanzar el nuevo año y poco hemos aprendidoAapenas unos kilómetros para llegar al nuevo año, poco hemos aprendido. 2023 nos pilla de nuevo con la 'L' a la espalda, novatos o desavivados, ... como se quiera, pero no hay mucho espacio para el alborozo. Nos llegan de Irán fotos espeluznantes de gente ahorcada por protestar. Para mí es la imagen del año, comparable a aquellas de Afganistán con la gente cayendo del avión en pleno vuelo al huir del régimen talibán. Fue en 2021. Lo dicho, otro año en el retrovisor y poco se ha avanzado. Ahora que el curso acaba, a los postres, vamos, seguimos siendo como el día antes. Ayer no termina nunca, se podría llamar esta película recordando a otra de Isabel Coixet.
No muy lejos de allí, Messi levanta la Copa al cielo. No es una Copa, es una corona, el colofón perfecto para nimbar su carrera. Argentina ha ganado el Mundial y Messi, ese Maradona todos los días, que diría Valdano, ya ha hecho cumbre. ¿Lo querrán ahora en Argentina? Un argentino loco por Boca, hasta el punto de llevar el escudo tatuado en el brazo, me dijo una vez en plena pampa que sí, que Maradona muy bien, pero que había que reconocer que Messi era mejor. Lo dijo así, como pidiendo perdón por ello. Es eso. No es que allí no quieran a Messi, sí que lo quieren, lo que pasa es que nunca lo querrán como quieren a Maradona. No es una cuestión de talento, sino de carisma. Ellos saben que los dos son igual de buenos, pero a uno lo llaman Dios y al otro pecho frío. En realidad son las dos caras de la misma moneda, los dos han sido geniales, uno con michelines y el otro no, pero Messi nunca tendrá el atractivo arrabalero de Maradona y Maradona nunca hubiera podido llegar donde Messi. Él mismo lo explicó a su modo simpáticamente canallesco cuando dijo aquello de qué jugadorazo hubiera sido de no haber tomado drogas.
Así, del año que se nos va quedarán siempre Messi, su Copa y su bisht con ribetes dorados, esa capa, toga, túnica o picardías con pretensiones que le puso encima el emir y que quiere ser lujoso pero aquí solo nos mueve a la risa. Supone, eso sí, el cierre acorde a un Mundial escabroso. Al menos, nos saca una sonrisa a la caída del telón, que ya es bastante. Quedémonos con ella, que siempre vendrá bien para hormigonarnos de cara a un año que los pronósticos ven llegar con más de un chichón a cuestas.
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