Errores no forzados
ASÍ ME PARECE ·
Pedro Sánchez y su equipo no pueden ignorar las profundas dimensiones éticas del problema de la interrupción voluntaria del embarazoLos comentaristas de los partidos de tenis televisados han popularizado algunas expresiones de este deporte. Entre otras, la de «errores no forzados», para referirse a ... las equivocaciones de uno de los jugadores no causadas por la actitud del otro. Podemos extender esta expresión al ámbito de la política. Esta última semana hemos podido apreciar, en mi opinión, algunos de estos errores no forzados.
1. No discuto las ideas sobre el aborto que desde siempre ha sostenido el PSOE. Y tampoco sus compromisos programáticos en esta materia con su desleal socio de gobierno. Ahora bien, Pedro Sánchez y su equipo no pueden ignorar las profundas dimensiones éticas del problema de la interrupción voluntaria del embarazo. Más de la mitad de la sociedad española conserva sus convicciones basadas en el humanismo cristiano, tal y como lo define la Iglesia católica. Y, para este sector de la sociedad, el aborto, en términos generales, y salvo excepciones, es un crimen. Parece evidente, por tanto, que ahora, en mayo de 2022, nada menos que al comienzo de un largo ciclo electoral, constituye un tremendo error político aprobar en el Consejo de Ministros un proyecto de ley sobre el aborto, en el que se recupera algo tan importante como que las menores de dieciséis y diecisiete años puedan abortar sin necesidad del permiso de sus padres. Pero no se trata de que discutamos la cuestión de fondo, sobre la que seguramente nunca podríamos llegar a un acuerdo. Se trata, por el contrario, de una cuestión de oportunidad: reabrir ahora el debate social sobre el aborto va a tener el efecto inmediato de movilizar a toda la derecha. Si alguien estaba pensando en quedarse en casa, no ir a votar, porque no le gusta Feijóo, o Díaz Ayuso, o no haya olvidado la 'Gürtel'; o no le haya perdonado a Rajoy que, con mayoría absoluta, no se atreviera a cumplir sus promesas electorales; toda, toda esa gente, al sacar de nuevo el tema del aborto, va a dejar atrás la cólera del español sentado, se va a movilizar y va a ir a votar. No sé si a Vox o al PP. Pero, seguro, en contra del PSOE. Y lo que menos necesita en este momento Pedro Sánchez es que la derecha se movilice. Craso error, pues. Y error no forzado.
2. Pero, como en todas partes cuecen habas, también el PP está cometiendo errores no forzados. En una entrevista publicada en un periódico de Madrid, el coordinador general del PP, y teórico 'número tres', don Elías Bendodo, ha dicho textualmente: «Yo creo que, efectivamente, España es un Estado plurinacional». Y se ha armado un tremendo revuelo, que ha hecho crujir las estructuras del partido. Porque estos recién llegados no deberían olvidar que la defensa de la unidad de España es el cimiento ideológico más sólido y más identificador del partido AP-PP, que nació en la década de los setenta del siglo pasado, bajo el lema 'España, lo más importante'. A los que, en aquellos primeros tiempos, colaboramos en la construcción del partido, nunca nos gustó el término 'nacionalidades' del artículo segundo de la Constitución, ni tampoco el caótico título VIII, cuya reforma desde hace mucho tiempo consideramos imprescindible; y siempre sostuvimos que había que defender el concepto de España con la misma energía y con las mismas palabras, tanto en Toledo como en Gerona, San Sebastián o La Coruña. Que nos salga, pues, a estas alturas el señor Bendodo con esta ocurrencia es un error político muy grave, y tanto más si se considera que no ha sido un error forzado. Desde luego, el PP se ha dado cuenta de la gravedad de este error, y está tratando de enmendarlo, desmintiendo al señor Bendodo. Pero me temo que gran parte del daño ya está hecho: muchos al día de hoy habrán decidido no volver a votar al PP.
Reabrir ahora el debate social sobre el aborto va a tener el efecto inmediato de movilizar a toda la derecha
3. Y hay, en fin, un tercer error no forzado. En este caso, de la Casa Real. Don Juan Carlos de Borbón es español. Nunca debió salir de España. No está en el exilio. Puede volver a España cuando quiera. Nadie le niega los méritos de sus servicios a España en los casi cuarenta años en que ha sido jefe del Estado. Tampoco se trata ahora de plantear cuestiones sobre si Don Juan Carlos nos debe, o no, explicaciones; ni de saber si habrá, o no, una ley de la Corona. De lo que se trata ahora es de que, después de dos años de residencia en un país árabe, el regreso a España de Don Juan Carlos debería haber sido por un motivo aceptable, comprensible y asimilable por la sociedad española. Y, con todo respeto, no me parece ni razonable ni acertado que Don Juan Carlos regrese a España exclusivamente para una regata en Sanxenxo. Un error no provocado. Don Juan Carlos no debería olvidar que, incluso después de abdicar, sigue teniendo obligaciones con la Corona y con España. De la Historia no se dimite.
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