El alarmante envejecimiento de la población española se enfrenta al momento de la verdad, la oleada de jubilaciones de 'baby boomers' que se producirá en ... la próxima década. Hasta ahora, son dos las alternativas para compensarlas: la natalidad y la inmigración. La primera se encuentra en el peor momento de su historia y según datos del Banco Mundial, la tasa de fecundidad del país –1,1 hijos por mujer— es la más baja de la UE. Ante esto, los partidos arguyen que España podrá compensar este déficit de trabajadores mediante la entrada de inmigrantes. Sin embargo, los datos disponibles tampoco sostienen esta hipótesis por al menos tres razones. Primero, no llegan suficientes inmigrantes. Segundo, éstos se dirigen a las zonas menos envejecidas, lo cual amenaza con dejar aún más despobladas regiones como Galicia, Asturias o Castilla y León y, a la vez, tensionar más las grandes ciudades. Tercero, no reemplazan en todos los sectores por igual; el comercio, por ejemplo, corre el riesgo de quedar sin descendencia. La inmigración se presenta así como un recurso limitado para garantizar el relevo generacional. España debe encontrar una solución a esta encrucijada histórica si quiere evitar poner en riesgo el futuro del Estado del bienestar.
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