Los crucificados y crucificadores del siglo XXI

Me quedo con el verbo resucitar, que significa dar vida, lo que hacemos en la medida que nos comprometemos por la vida desde la esperanza, la rebeldía y la humanización

Martes, 6 de abril 2021, 01:27

Es una Semana Santa atípica porque por la pandemia de nuevo se han suspendido las procesiones y las celebraciones religiosas están condicionadas por las restricciones ... sanitarias. Pero sigue siendo una Semana Santa típica porque los mecanismos de destrucción, de muerte, de acaparamiento de recursos, de lucha por el poder hegemónico a nivel mundial se mantienen y se recrudecen. Es una Semana Santa atípica porque la distancia física y el número de personas que pueden participar en el triduo pascual está limitado. Es una Semana Santa típica porque seguimos manteniendo la distancia social, porque cada vez hay más excluidos, más empobrecidos, no hay límites para aumentar cada día a los nadies, como diría Eduardo Galeano, a los descartables, como dice el Papa Francisco, a los que el sistema neoliberal considera sobrantes. Es una Semana Santa atípica porque las celebraciones penitenciales quedan reducidas. Es una Semana Santa típica porque seguimos fomentando el odio, el rencor y la violencia. Es una Semana Santa atípica por las restricciones en los restaurantes, la movilidad y el toque de queda. Es una Semana Santa típica porque seguimos saqueando muchos países, sobre todo en África, Latinoamérica y Asia. Es una Semana Santa típica porque después de saquear a países ponemos fronteras de inhumanidad para impedir que las personas que huyen de las guerras y la miseria lleguen a nuestros países.

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En la Semana Santa recordamos la vida, la muerte y la resurrección de Jesús de Nazaret, respetando que otras personas la celebran diferente, porque no tienen fe o no creen en la iglesia, en los curas y en los obispos. Tengo muchos amigos y amigas que así me lo manifiestan con todo el cariño y respeto y yo les respondo con un sonrisa llena, también, de cariño y respeto.

Hay una gran manipulación en la Semana Santa y es que hablamos de ella solo como 'la Pasión y Muerte de Jesucristo', olvidando la vida de Jesús, que intentó aliviar el sufrimiento humano, que fue buena noticia para los empobrecidos, que quiso dar la libertad a los cautivos, que nos dijo que el único camino de llegar a Dios es amando al prójimo sin excepción, y lo digo por los que se declaran católicos y son racistas, xenófobos y rechazan al pobre. Por eso, Jesús murió a manos de los poderes religiosos, políticos y económicos. Pero la última palabra no la tuvieron, desde la Fe, los poderosos, sino el Dios de la vida, de la libertad, de la fraternidad, de la solidaridad, de la paz.

En la actualidad siguen habiendo crucificados y voy a reflejarlo en algunas situaciones de dolor, destrucción y muerte.

Los periodistas que son amenazados, encarcelados y asesinados por investigar, por descubrir las tramas de las cloacas económicas y políticas.

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La trata de personas, en especial mujeres. Personas esclavizadas, humilladas, vejadas por las mafias con el amparo de algunos poderes políticos. Personas tratadas como mercancía.

Millones de personas que sufren la violencia, las guerras. Personas que les han arrebatado sus vidas por guerras que son comerciales y de poder. Guerras que causan un inmenso sufrimiento. Es desgarrador lo que sufren los niños y las niñas.

Pueblos indígenas que les arrebatan sus tierras y ríos. Pueblos masacrados por las multinacionales, utilizando militares, paramilitares y sicarios.

Defensores y defensoras de los derechos humanos y del medio ambiente, que son perseguidos y asesinados. Vidas eliminadas por defender la dignidad, la justicia y que son silenciadas por las grandes corporaciones.

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Las personas mayores que son apartadas de la sociedad, porque ya no son productivas ni competitivas, porque hay que cuidarlas. Personas que se consideran un problema y un gasto social insostenible. Personas que se convierten en negocio para fondos buitres y otras empresas.

Mujeres asesinadas por la violencia machista. Mujeres destruidas psicológicamente. Mujeres que son violadas en cualquier rincón del mundo.

Trabajadores y trabajadoras explotadas y oprimidas, en condiciones laborales que los dejan en la vulnerabilidad social.

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Niños y niñas de países pobres esclavizados sexualmente, utilizados como soldados. Niños y niñas secuestrados para obtener sus órganos y vendérselos a gente pudiente, con la participación de equipos médicos sin escrúpulos.

El propio planeta está crucificado por una economía depredadora, de obtención de beneficios inmediatos para una minoría.

Y ¿quiénes son los crucificadores? Son esas personas del ayer, de hoy y del mañana que luchan desde la ambición del poder, que idolatran el dinero y que actúan con una gran crueldad, sin sentir nada y que disfrutan con la violencia. Estas personas se agrupan en lo que podemos llamar las élites adineradas.

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Me quedo con el verbo resucitar, que significa dar vida, lo que hacemos en la medida que nos comprometemos por la vida desde la esperanza, la rebeldía y la humanización. ¿Quién se apunta?

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