Autodeterminación

Ahora vuelve el peliagudo asunto del Sáhara occidental, un tema donde la espinosa autodeterminación de la antigua colonia española se compadece mal del rumbo que adopta en estos momentos el PSOE, el partido que dirige, más mal que bien, los destinos de este país. Aún resuena la arenga que en 1976 echó Felipe González a los saharauis en sus campamentos de Tinduf, cuando decía: «Sentimos vergüenza de que el Gobierno de España no haya solo hecho una mala colonización, sino una peor descolonización, entregando el territorio en manos de gobiernos reaccionarios como los de Marruecos y Mauritania».

Al socialismo patrio le suena hoy a chino la receta que instituciones supranacionales vienen dando desde que el conflicto se enquistó tras la Marcha Verde anexionista orquestada desde Marruecos en los últimos días de Franco y una consecuencia más de los chapuceros procesos de descolonización llevados a cabo por España en el continente africano. Consejos tan sensatos y factibles como el de alcanzar una solución negociada, consensuada al problema y que ni más ni menos pasaría por el cumplimiento de las resoluciones de las Naciones Unidas y el respeto al derecho del pueblo saharaui a decidir su futuro.

El Gobierno de la nación tenía bastante que decir y aportar en esta cuestión, haber ejercido con sentido común la posición que le corresponde en este entuerto internacional y defender el mandato de la ONU. Parece mentira que el PSOE y el saharaui Frente Polisario compartan asiento en la Internacional Socialista.