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Camino del infierno

Perdieron su futuro, aplastado por la magia de la red que devora a sus criaturas para que el resto siga matando el tedio

Martes, 19 de junio 2018

Refugiado es aquel al que damos refugio, así que tal vez debiéramos empezar a usar con más frecuencia el antónimo que nos dicta la RAE: desamparado. Digo esto porque el martes nos enteramos en tiempo real de que 629 desamparados decidieron que una neumática a la deriva era más segura para sus hijos que un continente entero, que Italia está a la deriva moral y que en España hay una posibilidad de salvación a través de la empatía, la caridad y el amor al prójimo. Descubrimos, en definitiva, que salvándolos a ellos nos salvamos nosotros.

En ese magma lúdico-dramático-informativo aparecen, como en un espectáculo de marionetas, las vidas ajenas. Dos días después de que Nadal ganase Roland Garros le tocó el minuto de brillo a Silvia Charro y Simón Pérez, los dos presentadores que se hicieron famosos por un programa de economía en el que defendían los tipos fijos visiblemente drogados. En la foto de este martes aparecían con Jordi el 'Niño Polla', un actor y director porno. Hace seis meses no los conocíamos, metieron la pata y al día siguiente lo sabíamos todo: prometedores halcones neoliberales, matrimonio, asesores financieros, profesores. Perdieron su futuro aplastado por la magia de la red que devora a sus criaturas para que el resto siga matando el tedio. La vida rinde un sádico homenaje al difunto Tom Wolfe y su 'Hoguera de las vanidades'.

Después de aquel programa, Silvia grabó un vídeo de disculpa. Me inspiró ternura y empecé a notar un sutil eco de 'Leaving Las Vegas', la peli en la que Nicholas Cage arruinaba su vida y la de Mariska Hartigay en un doloroso canto a la desesperanza y la melancolía. Todavía estaba lejos, pero el descenso a los infiernos de Silvia y Simón iba fijando estaciones cuando corrían por WhatsApp vídeos en el que los dos tomaban cocaína con amigos antes del programa famoso. Aún se podía salvar algo y lo intentaron de la peor manera: mintiendo. Dijeron que todo era una actuación, que pretendían parecer tiburones financieros en todo su patetismo pero ya todos sabíamos que eran peces pequeños entre depredadores reales. Los despidieron de todos sus trabajos, nadie en el sector los quería pero el espectáculo sí. Podían vivir sin trabajar sacando rédito a su fama fugaz. Al principio les pagaban bien las fiestas y rodaron por las discotecas de media España. En días todo se aceleraba, iban a fiestas solo por las copas y las drogas. Intentaron entrar en un 'reality show', pero hasta ese formato los encontró demasiado intensos porque ellos no actúan, su vida no tiene rumbo ni control. Al mes montaron un canal de YouTube. Por unos cientos de euros se hacían el tatuaje que pidieras. Estaban rodeados de tipos malos pero el malo de verdad está aún hoy por llegar. Las drogas han tomado el mando de estas dos vidas.

Todo ha ido demasiado rápido. Hoy el porno, mañana la prostitución, si no ha llegado ya. Decía mi amigo Mic que los estamos viendo caer a toda velocidad y no podemos dejar de mirar. La realidad como espectáculo para un rato, luego volvemos a nuestras vidas y nos olvidamos. En semanas, quizá días, volverán a aparecer dando vueltas en el inodoro que desagua sin que nadie pueda mediar, sin que ellos puedan entender que todos nos estamos dando cuenta.

Vuelvo del colegio. Llevo cogidos de la mano a mis hijos. Hace tiempo observo, a esa hora en que el sol cae a plomo, cómo han vuelto los yonkis de heroína. Siempre hubo unos pocos, pero en los últimos años se han multiplicado. Sigo hace tiempo a una chica que va cubriendo las etapas y descubriendo su tumba. Es guapa, está ya muy delgada, lleva meses en el caballo, pero aún va aseada. Va con una mochila grande, lo cual significa que ya no tiene un sitio fijo donde dormir. La mochila va perdiendo volumen, va percibiendo que lo material le estorba cuando lo único importante es la mierda que le venden unos tipos del bloque de La Fama. En semanas ya habrá vendido la mochila. Entonces el deterioro será imparable. Ella y sus compañeros van muy rápido hacia La Fama. Han pasado el día rapiñando lo que pueden por todos los medios posibles, luego se sientan en un aparcamiento y fuman chinos, heroína sobre un papel de aluminio. Quizá sus padres no sepan lo que está pasando, puede que todo empezase por un malentendido, una protesta, tal vez falta o exceso de disciplina. Sin darme cuenta he ido apretando las manos y mis niños se quejan. Los miro y veo la fragilidad en los tres. Quisiera matar a los tipos que les venden heroína a los hijos de otros.

Por la noche, todo sigue fluyendo. Silvia y Simón han desaparecido del 'timeline', los yonkis de mi plaza han pasado a cavernas insondables mientras Carolina y yo vemos llegar el barco de refugiados por la tele. Entonces pienso que 'Leaving Las Vegas' es una película y que la vida puede ser un infierno. Al menos los del 'Aquarius' están saliendo de él.

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