Veinticuatro años han tardado en saber qué diablos pasaba ahí abajo, los mismos que llevaba Sara casada hasta que alguien se ha metido por medio ... y todo se ha ido al carajo. Otro día escribo sobre esta tragedia amorosa con tintes shakesperianos para la que ya tengo título, 'Me cago en el amor', cortesía de Tonino Carotone, un tipo de Burgos que a veces canta en italiano y me encanta. Hoy mejor me centro en una historia que empezó hace eso, veinticuatro años, cuando el investigador marino Paul Henry Nargeolet registró un peculiar y constante bip, bip en el lugar donde naufragó el 'Titanic' el 14 de abril de 1912 a unos 600 kilómetros de la costa de Newfoundland en Canadá, tras chocar contra un iceberg en una noche con poca luna y mar en calma.
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Que si era esto, que si era aquello, que sí, que no; ha sido el propio Nargeolet quien ha desvelado el misterio del bip, bip que ha tenido en vilo a la comunidad científica todos estos años: los sonidos provienen de un arrecife de aguas profundas ubicado a unos 2.900 metros sobre una formación volcánica y repleto de esponjas, corales bambú, peces y langostas rechonchas. Así las describe el científico y a mí, que soy una glotona, no se me ocurre otra cosa que imaginarme a los crustáceos acompañados de un par de perfectos huevos fritos con puntilla y muchas patatas. Es lo que tiene escribir esta columna con la nevera vacía y muerta de hambre.
Me he puesto a investigar y los sabios de National Geographic aseguran que cuanto más crujen, chillan y burbujean los arrecifes de coral están más sanos. Yo añadiría que también felices porque no sé ustedes pero yo cuando la vida me sonríe mis gritos se oyen hasta en Groenlandia; por cantar también me da y el micrófono inalámbrico para el karaoke hay que arrancármelo de las manos. Burbujear no burbujeo desde que aparqué mi equipo de submarinismo en el garaje, ahora veo todo desde la superficie y así no me estreso con las corrientes y las obligatorias paradas de descompresión colgada de la cadena del ancla.
Además del sonido del arrecife, bip, bip es una marca de ropa maña, una cadena de supermercados, una aplicación para comida a domicilio, una empresa de reparación y pintura de motos y una montaña rusa de la Warner. Me lo ha soplado Google y de paso le he preguntado cómo suena el corazón cuando se rompe si es que suena a algo: a un chasquido parecido al que se produce al separar súbitamente la lengua del paladar pero este es ahogado, como con la boca cerrada. Pobre Sara.
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