En 'Arde el mar', Pere Gimferrer invita a esas nubes que acechan escondidas tras otras a descargar «este fardo de lluvia». De un solo golpe, «¡ ... como talando un árbol de raíz!». Y ello, porque se agradece «la lluvia desde el porche». Aquí la necesitamos mucho usted y yo, nos urge su presencia, pero no siempre que llega se agradece, sobre todo cuando aparece con violencia y no como una bendición que se traduce en ver correr el agua por acequias, pantanos, arrozales, mejillas o pozos subterráneos. Hablaban unos jóvenes agricultores de la necesidad de mantener viva la fe en el regreso de las lluvias, aunque la fe se muestre arqueada como lomos de ballena; lo importante es que ayude a poder seguir con los quehaceres cotidianos y los propios quebraderos de cabeza.
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Las últimas inundaciones en Brasil, que han dejado decenas de ahogados y un país conmovido, han mostrado también a todo el mundo la imagen de un caballo salvado del desastre, la corriente, el olvido. Atrapado sobre un techo providencial, quieto como si fuese de bronce y con pocas esperanzas de no ser arrastrado, fue finalmente rescatado por un total de 17 profesionales que le prestaron asistencia y que no se dijeron que salvar a un equino no merecía la pena. Sedado, una barca inflable lo alejó de la muerte.
Te alegras por 'Caramelo', como así lo llaman legiones de brasileños, y esperas que al menos por acá las noticias sean buenas. Pero las vas leyendo, y entonces... una mujer embarazada fue embestida por un turismo en la pedanía cartagenera de El Albujón. Su muerte hubiese sido doblemente un espanto, mejor no lo pensamos. Era más joven que otra mujer, de 44 años, residente en la pedanía murciana de Los Dolores, cuya casa fue asaltada por tres encapuchados, cero bienvenidos, que la sorprendieron viendo la televisión junto a su compañero, al que encañonaron con el fin de que les dijese el lugar donde se encontraba una caja fuerte cuya existencia él negó. Supongo que diría la verdad, no creo que nadie se deje matar por salvar su dinero. A los tres atacantes no les sentó nada bien su negación, incluso es más que seguro que las tres veces que negó Pedro a Jesús a ellos les traiga al pairo, y le propinaron varios golpes mientras a ella, quizá porque pensarían que allí lo que empezaba a faltar era algo de sangre, le dispararon con éxito y sangre en un hombro. Sus dos hijas dormían en la planta de arriba, la mayor tiene diez años, ¡qué locura!
La embarazada atropellada ha podido contarlo con su bebé a salvo, las dos niñas de la casa violentada, llamada 'La isla', ojalá puedan seguir creciendo sin el miedo metido en el cuerpo. Una mujer lorquina, madre de tres menores de edad –de 15, 13 y 8 años– está en prisión y siendo investigada por un presunto delito de tentativa de homicidio tras haberles administrado a los dos más pequeños, presuntamente, Orfidal. La hija mayor se negó a aceptar el ofrecimiento de su progenitora, que llegado el momento en que el más pequeño sufrió una crisis, pidió angustiada ayuda a Emergencias; tienes que ser de mármol para no sentir un escalofrío.
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Incendio
Sí ha muerto Alicia Abenza, de 88 años, al mismo tiempo que su hijo Ángel José y que su pareja, Antonio Loureiro, siete años de vida menos que ella. Ardió como un granero, era de madrugada, la casa de Ricote en la que habitaban los tres. La Guardia Civil sospecha que el fuego fue provocado, y lo fue con éxito: estaríamos ante un triple homicidio. La anciana, usuaria del servicio de teleasistencia, pulsó el botón de alarma y fue alertado el 112, pero el fuego se volvió incontrolable y nada se puedo hacer. ¿Qué sensación les quedaría a los policías locales, guardias civiles, bomberos y personal sanitario del 061 desplazados hasta el lugar? A veces no se llega justo a tiempo, a veces provocamos un salvaje sufrimiento, a veces tu casa es asaltada o quemada y, por ello, la impotencia que sientes o la vida que pierdes clama a todos los cielos. A veces una madre no sabe lo que hace, quizá porque ella misma esté enferma y perdida, y a veces un caballo rescatado del agua nos deja una sonrisa y nos sale del pecho, entre tanto despropósito, decir '¡bien hecho!'.
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