Pastillas a punta pala
Tirando a dar ·
Lo que más me revienta del 'Blue Monday' es esa idea de que nuestra tristeza puede programarse, como si el calendario decidiera cómo debemos sentirnosTengo amigas muy cercanas que sufren una depresión casi continua. Por desgracia, conozco bien a ese monstruo que te come por dentro la alegría, la ... ilusión, las ganas de vivir hasta taxidermizarte y dejarte en una carcasa de mirada ausente, en un incordio para quienes están cerca de nosotros intentando ayudarnos con buenos consejos sobre buscar ayuda especializada, o proporcionándonos soluciones a las que siempre buscamos el problema del «ya, pero...». En mi vida he realizado muchos esfuerzos para lograr sueños que parecían más irrealizables que inaccesibles, pero ninguno como el de lograr salir de una profunda, profundísima depresión. Así que vaya por delante que entiendo perfectamente a quienes están en el hoyo, aunque siempre sirve recordar que, por profundo que este sea, no hay tierra encima, y todavía nos queda la posibilidad de salir de él.
El pasado lunes fue el día contra la depresión, y el próximo, según algún imbécil estudio no exento de sacar beneficio económico, el lunes más triste del año. Manda huevos. Por otro lado, las pastillas para tratar la ansiedad o los estados depresivos se despachan, y se toman, a punta pala; o sea, en abundante abundancia. La salud mental representa una de las mayores preocupaciones en el panorama de la salud. Y está claro que teniendo las mejores circunstancias de vida actualmente, también parece que disponemos del tiempo más que suficiente para darle vueltas al coco y machacarnos hasta hacernos sentir a nosotros mismos como una puta mierda (con perdón).
Lo que más me revienta del famoso 'Blue Monday' es esa idea de que nuestra tristeza puede programarse, como si el calendario decidiera cómo debemos sentirnos. Como si no fuera ya bastante lidiar con nuestros propios demonios, ahora resulta que hay un día oficial para sentirnos de bajón. Y, claro, detrás de eso brujulean las marcas comerciales intentando venderte desde viajes paradisíacos hasta tazas con mensajes motivacionales. Porque parece que con un vuelo barato o un café con frasecita incorporada en el sobrecito del azúcar, sanseacabó, la vida en rosa. Pues no. La tristeza real, la depresión, no se va con compras impulsivas ni con frases de Paulo Coelho en Instagram.
Como si no fuera bastante lidiar con nuestros demonios, ahora resulta que hay un día oficial para sentirnos de bajón
Lo peor es que este tipo de días comerciales trivializan lo que significa de verdad sentirse mal. Tener un mal día no es lo mismo que vivir con ansiedad crónica o con una depresión que te arrastra al fondo día tras día. A veces la mente te encierra en un laberinto donde cada salida parece cerrada y cada intento de avanzar solo te cansa más. Y desde fuera, la gente no entiende. «Anímate», te recetan. Así de fácil. Como si no hubiéramos probado ya todas las combinaciones posibles para abrir esa maldita puerta.
Es verdad que hemos avanzado mucho en hablar de salud mental, pero también es cierto que aún pesa ese estigma. Nos da miedo reconocer, aceptar y ―más aún afirmar públicamente que estamos mal, que necesitamos ayuda, que la imploramos sin pudor. Pensamos que eso nos hace débiles. Y no, pedir ayuda es de valientes. Reconocer que uno no puede solo es el primer paso para salir del agujero, para asomar la cabecita. Pero claro, tampoco ayuda que los sistemas de salud estén saturados, que las citas con psicólogos públicos se demoren meses o que la terapia privada sea carísima. Así, ¿quién no va a sentirse atrapado?
Las pastillas están ahí, sí, y pueden ser una herramienta. Pero no son la solución mágica. Hay que acompañarlas de terapia, de apoyo, de cambios reales en el entorno. No podemos seguir viviendo en una sociedad que genera ansiedad y luego culpa al individuo por no saber gestionarla. Que nos exige ser productivos, exitosos, felices, pero sin darnos espacio para respirar, para fallar, para simplemente ser.
Si teniendo el panorama que tenemos, nos dejamos abducir también por la gilipollez del 'Blue Monday' de marras, que es como han bautizado al próximo lunes, como si no tuviéramos bastante con todas las tonterías que hemos adoptado de afuera, mereceríamos que nos corrieran a gorrazos, como si por usar un paraguas evitáramos que el mar nos mojara. La tristeza, la angustia, la desesperación no obedecen a más fechas que las que el alma imponga. Y el antídoto no se compra en rebajas.
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