A cara de libro

Los rubiales de la literatura

Poco se habla de los acosos que sufrimos aquellas que nos dedicamos a un oficio a priori tan solitario como la escritura

Viernes, 20 de octubre 2023, 01:00

Dijo Woody Allen que Luis Rubiales no merecía perder su trabajo porque fue «solo un beso». Claro que es normal que un simple beso sea ... una minucia para nuestro amigo Allen, cuando él fue acusado de abusos sexuales por su hija y se casó con su hijastra, a la que triplica la edad.

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El mundo de la cultura está lleno de seres como Woody Allen. En el cine, de sobra conocido es el caso del productor Harvey Weinstein. Hace un año, el director y guionista Paul Haggis fue condenado por violación y tiene varios casos más abiertos. La ópera también saltó por los aires cuando se descubrieron las 'galanterías' a las que había sometido durante décadas Plácido Domingo a toda mujer que le gustara. Y en la producción musical, muchas artistas han sufrido agresiones, sobre todo, en sus comienzos.

La literatura tiene sus propios depredadores. Pablo Neruda maltrató a las mujeres que tuvieron la desdicha de compartir vida con él. Incluso confesó la violación de una sirvienta en Ceilán. El escritor mexicano Juan José Arreola violó a Elena Poniatowska, su alumna por entonces.

Pero poco se habla de los acosos y las situaciones incómodas que sufrimos en la actualidad aquellas que nos dedicamos a un oficio a priori tan solitario como la escritura. Y las situaciones incómodas se dan en festivales literarios, cuando un compañero escritor te mira de arriba abajo valorando tu atractivo sexual. O cuando en una reunión, quien te convoca te hace saber que él es quien maneja el cotarro cultural, y concluye con que en ese momento está soltero. O en eventos literarios, donde el organizador agarra tu cintura o te masajea la mano mientras te mira intensamente a los ojos y te pide que no te vayas, aprovechando que su pareja ha ido a por un canapé. O cuando un organizador comenta a su equipo que por fin va a haber en el programa una escritora que está buena. O cuando comparan el atractivo de dos escritoras. O cuando una compañera escritora te recomienda que no lleves vestidos cortos salvo que vayas acompañada de tu pareja.

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Las escritoras no suelen hablar abiertamente de estos temas. Se arriesgan a ganarse la fama de conflictivas, a que se las llame exageradas, a que no se las invite a festivales y certámenes literarios. En definitiva, a que su carrera se vea amenazada.

Las escritoras somos mujeres antes que escritoras. Y los rubiales están en todas partes. También en el entorno literario.

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