Eduardo Agüera: «Situaciones como la del Mar Menor acabarán concienciando a más gente»

–Usted es Guardia Civil, ¿cree que hay mayor sensibilidad por los asuntos medioambientales entre los miembros del Cuerpo u ocurre como en cualquier otro colectivo?

–El uniforme verde es un medio para servir a España: a los ciudadanos y a la sociedad en su conjunto. La Guardia Civil es el reflejo de la sociedad y, por tanto, hoy existe una mayor sensibilidad medioambiental. Recordemos igualmente la innovación que supuso la creación del Seprona en su momento. Al hablar de esto, automáticamente me viene a la cabeza la labor de un compañero en Palencia, que no solo organiza reforestaciones, sino que está reconstruyendo con sus propias manos la muralla medieval de sillares de piedra en su pueblo.

–En su caso, ¿qué le ha llevado a tomarse con tanto interés la recuperación de especies de frutales?

–Mi interés por la botánica en general y por los frutales tradicionales está directamente relacionado con mi infancia y adolescencia en contacto con la naturaleza en el Campillo de Adentro (Cartagena). Doy gracias a mis padres por ello. Hoy en día veo ese interés en mi hija y me genera orgullo: ya lleva plantando árboles desde que tenía 3 años.

–¿Qué ha llegado a hacer por la recuperación de una especie o, en general, en su actividad en favor del medio ambiente?

–Ese inicial apego juvenil acabó cristalizando en mi colaboración con la Asociación Naturalista del Sureste (ANSE), de la que soy socio, y en la creación del proyecto Ficaria de recuperación de variedades agrícolas tradicionales. Eso ha implicado recorrer muchos kilómetros por Murcia, Almería o Albacete buscando y recopilando diferentes variedades tradicionales del Sureste peninsular, para posteriormente, y gracias al trabajo del personal del vivero de ANSE, proceder a su reproducción.

–¿De qué sirve una higuera?

–Este frutal, como tantos otros, tiene diferentes utilidades. Su cultivo ayuda al mantenimiento del paisaje tradicional, es fuente de alimento para la fauna y de posibles ingresos económicos, pues con la higuera se pueden obtener numerosos productos: desde los conocidos higos secos a otros tan innovadores como el cava de higo (idea del farmacéutico mallorquín Monserrat Pons) pasando por vinagre, licor, aguardiente, mostaza de higo... Los frutales tradicionales ayudan a mantener y singularizar un determinado paisaje, y esto puede servir como fuente de ingresos. Recordemos iniciativas como la de la floración de cerezos en el Valle de Jerte o los olivos en la sierra de Tramontana.

–¿Es preocupante la desaparición de especies tradicionales que estamos viviendo hoy día?

–Sí. Nos encontramos en un punto de inflexión respecto a su preservación. Puede que una variedad que se pierda sea resistente a la 'Xylella', por ejemplo, con lo que ello implica, pero no se trata solamente de la pérdida de determinado tipo de frutal, sino también de todo un conjunto de saberes tradicionales que han estado presentes en el mundo del campo.

–Golpes como los del Mar Menor o incluso la propia pandemia actual, ¿nos sensibilizan de algún modo con las cuestiones medioambientales o vamos a seguir igual?

–Situaciones como la del Mar Menor acabarán concienciando cada vez más a un número creciente de ciudadanos de lo importante que resulta la conservación del medio ambiente y de las graves consecuencias derivadas de todo tipo al no hacerlo.

–Más allá de recuperar especies de frutales, ¿qué hace usted por el medio ambiente?

–Con ANSE participo en reforestaciones con especies autóctonas, en la recolección de semillas, en el citado proyecto de frutales o en la localización de ejemplares singulares, como pueden ser unos garroferos (especie autóctona según los últimos estudios) creciendo en paredes de roca madre de manera asombrosa.

–¿Qué rincón natural de la Región de Murcia es su preferido para perderse?

–Sin duda alguna cabo Tiñoso y zonas aledañas como la rambla del Cañar.