Dad una oportunidad al conejo
La necesidad de acabar con los daños a la agricultura de esta especie en peligro impulsa un proyecto de WWF, que plantea medidas preventivas que eviten que la caza se convierta en la única solución
GINÉS S.FORTE
Martes, 28 de abril 2020, 22:04
La reclusión estos días del 'Homo sapiens' por su lucha contra la expansión del virus Sars-Cov-2 está dejando, temporalmente, un mayor hueco en ... el campo para otras especies. Los conejos ('Oryctolagus cuniculus'), por ejemplo, se están valiendo de la circunstancia para salir con más profusión de sus madrigueras y moverse a sus anchas en un entorno que, cuando es agrícola, se ve con frecuencia dañado. «Los animales están campando a sus anchas, por todas partes ante la falta de actividad de los cazadores», se lamentó hace un par de semanas el secretario general de la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores (Asaja) en la Región, Alfonso Gálvez. Algunos espacios, según denunció, están «prácticamente invadidos por especies cinegéticas, especialmente conejos, lo que ocasiona cuantiosas pérdidas al sector agrícola de la Región de Murcia».
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La Dirección General del Medio Natural, dependiente de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente, escuchó estas súplicas y emitió el 15 de abril una resolución por la que autoriza, de forma excepcional durante el estado de alarma «la caza de gestión» de estos animales, y también la de los jabalíes ('Sus scrofa'). Todo en línea con un requerimiento emitido el día anterior por el Ministerio para la Transición Ecológica instando a las Comunidades a tomar medidas para atajar esos destrozos en cultivos que están causando.
La solución que se tomó tras un acuerdo con la Federación de Caza y el sindicato agrario COAG no gustó en el Colegio de Biólogos de la Región, molesto por que las autoridades no hubiesen informado previamente al Consejo Asesor de Caza y Pesca Fluvial, entidad dependiente de la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente, y de la que el decano de los biólogos, Ginés Luengo, forma parte. Luengo optó por abandonar el Consejo al sentir que el colectivo que encabeza es ninguneado en favor de otros grupos «interesados y sin criterios científicos». El camino tomado por los biólogos, que se plantean su salida del órgano de caza y pesca dependiente de la Consejería, es el mismo que ya adoptaron distintas asociaciones conservacionistas a finales del año pasado, como reacción a las «presiones de los sectores cinegético y piscícola».
«Esta es una especie endiabladamente complicada», confiesa Pérez de Ayala, responsable de Preveco
Estos acontecimientos ejemplifican bien la vieja pugna entre ecologistas, agricultores y cazadores a cuenta del buen uso del campo, y que no suele saldarse siempre en favor del medio ambiente. En este contexto, la organización conservacionista WWF (siglas en inglés de Fondo Mundial para la Naturaleza) ha abierto una nueva vía de solución con la puesta en marcha de un «grupo operativo de prevención de daños en la agricultura producidos por el conejo». Preveco, como se denomina la iniciativa, fue lanzada a mediados de abril, coincidiendo casualmente con la autorización para cazar conejos con la que Medio Ambiente busca resolver al problema en la Región de Murcia.
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La iniciativa apuesta por soluciones basadas «en sistemas tradicionales que han caído en desuso»
Se trata de una propuesta que, de momento, solo tiene vigencia en Castilla La-Mancha y Extremadura. El plan incluye su expansión a otras comunidades, pero como explica el responsable del proyecto de WWF, Ramón Pérez de Ayala, al menos por ahora «no tenemos pensado trabajar en Murcia». En todo caso, las soluciones que obtenga sí serán aprovechables aquí. El proyecto cuenta como miembros con la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), la consultora ambiental privada de Castilla-La Mancha Fomecam y la Fundación para la Conservación de la Biodiversidad y su Hábitat (CBD-Habitat), y en él colaboran la Dirección General de Política Forestal y Espacios Naturales de la Junta de Castilla-La Mancha, la Dirección General de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura y la gestora de seguros agrarios Agroseguro.
De acuerdo con esta última entidad, encabezada en Murcia por el director territorial Jesús López Baquero, «el conejo es la especie silvestre que genera una mayor siniestralidad». En concreto, representa «más del 40% de los pagos [por siniestros causados por la fauna a la agricultura] y afecta a una superficie media de 41.000 hectáreas anuales».
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Es un problema que, pese a su entidad, según el diagnóstico de WWF, «no se ha venido abordando de forma integral, previniendo dichos daños con un abanico de medidas», ni se ha contado con los distintos agentes implicados, como parece evidenciar el caso murciano. «Por eso se llega a una situación como la de ahora, en la que se tiene que recurrir al control de poblaciones, que en un estado de alarma como el actual provoca cierta polémica sobre la conveniencia de permitir o no dicha actividad de forma excepcional», añaden los responsables en España del Fondo Mundial para la Naturaleza.
El conejo en España es, al mismo tiempo, una especie en peligro y una plaga en muchas zonas
Estos especialistas son conscientes, «en cualquier caso», de que los daños provocados en los cultivos «no son exclusivas de este periodo de pandemia», como muestran los citados datos de Agroseguro, previos a la llegada de la Covid-19. En este contexto que el coronavirus ha acentuado, «se presenta ahora el proyecto Preveco», con el objetivo de «hacer compatible la viabilidad de la agricultura con un buen estado de la especie». El programa aspira a «reducir, al menos, un 40% las pérdidas económicas causadas por daños por conejo a las explotaciones agrícolas, gracias a la aplicación de medidas preventivas». Es decir, antes de llegar a la caza como solución única cuando el problema se desborda. Preveco apuesta, «en su mayoría», por soluciones basadas «en sistemas tradicionales que han caído en desuso, y que irán acompañados de otra serie de pautas de reciente aplicación». Los socios del proyecto «admiten que, aunque gran parte de las medidas son de sobra conocidas, se desconoce su eficacia real y la rentabilidad de su aplicación, así como el posible efecto sobre el medio ambiente y el propio conejo».
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Hábitat en mosaico
Pérez Ayala detalla que el hábitat idóneo de la especie es el conocido por la expresión «en mosaico, con pequeños parches de matorral junto a otros de pastizal o cultivo», como el que abundaba en la primera mitad del siglo XX, cuando había «más gente en el campo cultivando sus pequeñas parcelas y con lindes entre ellas». En cambio, ahora existe un desajuste en el campo por la combinación de grandes extensiones de monte con matorral cerrado y muchos depredadores y otras igualmente grandes extensiones de cultivos, en las que el conejo no se topa con depredadores al tiempo que encuentra mucha comida. De ahí que, con frecuencia, «la gente de ciudad no pueda entender que el conejo esté desapareciendo cuando los ven a barullo desde el coche», incluso en rotondas de los centros urbanos, donde encuentran sitio para comer y protegerse, señala el experto. «Hay intereses encontrados», añade: «En unas zonas queremos que haya más y en otras que haya menos». Pérez de Ayala resume la situación al explicar que «en las áreas agrícolas los cazadores querrían que hubiese más, pero si hay daños se les pide indemnización». Al tiempo, «en el monte tenemos algo más de acuerdo, porque todos queremos que haya más, pero unos por los animales y otros para cazarlos». Finalmente, añade, «cuando parece que hemos dado con la clave sobre cómo recuperar las poblaciones viene un brote de enfermedad y nos destroza el trabajo de una década», concluye.
Este es el complejo panorama al que se enfrenta Preveco. Para desentrañarlo y ensayar distintas soluciones cuenta con un presupuesto de casi 550.000 euros, y un plazo de ejecución que finaliza en julio de 2021. Entonces se publicarán «unas recomendaciones generales de los métodos más adecuados para la prevención de daños en cada situación».
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Esas soluciones, que básicamente consisten en «probar sobre el terreno qué efectos tienen las medidas tradicionales (caza, vallados), junto a otras nuevas», podrán aplicarse más adelante a otras áreas más allá de las que inicialmente contempla el proyecto, como la Región de Murcia. Los impulsores de la iniciativa se muestran, de hecho, conscientes de que este «fenómeno de los daños producidos por el conejo se ha extendido a una parte importante de la península Ibérica, afectando gravemente y de forma generalizada a diversas comunidades autónomas», entre las que se encuentra la nuestra, pese a que WWF no la cita.
Al mismo tiempo que reconoce la necesidad de encontrar un equilibrio entre la presencia de conejos y las prácticas agrícolas, WWF alerta de una situación preocupante para la especie en general. Tanto es así que, recientemente, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la ha catalogado como 'en peligro». Por eso en España las medidas de prevención de daños se abordan de forma simultánea con otras para el fomento de las poblaciones de conejo allí donde está en declive. «Es una especie endiabladamente complicada», sentencia Pérez de Ayala. «Para empezar es una de las principales plagas en muchas partes del mundo, pero sin embargo en su distribución original (España, Portugal y el sur de Francia)» está considerada en peligro.
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Las poblaciones de conejos «se encuentran en una situación muy preocupante debido a la incidencia de una nueva cepa de la fiebre hemorrágica vírica (RHD), que viene a sumarse a los drásticos descensos poblacionales causados en los años 1950 por la mixomatosis y a finales de los 1980 por la RHD original». De ahí que la UICN la declarase el año pasado como una especie «en peligro» en su distribución natural. Es «la misma categoría que el propio lince ibérico». El responsable de la iniciativa de WWF recuerda que en la península Ibérica «es una especie clave del ecosistema mediterráneo, sobre la que depredan casi 40 especies y algunas en peligro». El conejo es vital, por ejemplo, para salvar al citado felino, «que depende de manera casi absoluta de las poblaciones de conejo de monte, al igual que otras especies ibéricas». Al mismo tiempo, el descenso de sus poblaciones también tiene una «repercusión socioeconómica, al ser la pieza principal de caza menor en toda la Península». Para acometer su «compleja situación», el Ministerio de Agricultura creó un grupo de trabajo para hallar soluciones a unas dificultades a las que WWF trata de contribuir con diversas iniciativas, como el programa medioambiental financiado por Europa Life Iberconejo, y ahora también con el proyecto Preveco, que es una convocatoria de desarrollo rural que ya está en ejecución.
El interés por salvar a este animal también tiene que ver con su aportación a la naturaleza. Pérez de Ayala apunta que se le conoce como «ingeniero de ecosistemas, porque sus poblaciones son capaces de variar la composición florística, las propiedades del suelo y en sus madrigueras conviven infinidad de especies».
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Son muchos, por tanto, los elementos que animan a protegerlo, y a la vez muchas las dificultades que plantea. «Al igual que con el lobo –concluye el especialista–, entendemos que reducir el conflicto y buscar herramientas para prevenir sus daños, además de facilitar la vida a los agricultores, contribuirá a la larga a una mejor gestión de la especie y, por tanto, a su propia conservación».
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