'Nueva normalidad': última llamada a la humanidad
Se abre una ventana de oportunidad única para la implementación de cambios que antes parecían imposibles o utópicos
DANIEL BRUNO
Martes, 12 de mayo 2020, 22:15
Pese al bombardeo incesante sobre el coronavirus en los medios, apenas se ha hablado del origen ambiental de la pandemia. ¿Cómo íbamos a imaginar que ... la presión a la que estamos sometiendo a los ecosistemas, el comercio de especies y la deforestación del remoto sudeste asiático podrían favorecer la aparición de un virus que está poniendo en jaque a la humanidad y, en especial, a nuestro sistema sanitario y económico? Alentados por el tecno-optimismo, pensábamos que nuestro sistema interconectado y global era robusto, y que contaba con medios suficientes para hacer frente a cualquier desafío que se nos pusiera por delante. Y resulta que al primer bofetón de la naturaleza, nuestro sofisticado sistema se desmorona cual castillo de naipes. Hemos comprobado en nuestras carnes lo efectivos que son los virus para controlar a especies que 'se van de madre': según los indicadores ecológicos disponibles, hace tiempo que los humanos sobrepasamos todos los límites razonables.
Tras este baño de realidad hay dos estrategias bien definidas que podemos adoptar para prepararnos para el próximo bofetón, ya venga vía rebrote de la pandemia, emergencia climática o cambio global. Por un lado, podemos abrazar el negacionismo y seguir malgastando los valiosos y escasos recursos todavía disponibles en intentar volver ingenua e infructuosamente a la 'normalidad'. Una 'normalidad' que al no considerar los límites biofísicos del planeta, no es sostenible y tiene fecha de caducidad próxima. Una 'normalidad' basada en la destrucción sistemática del medio ambiente que nos sustenta y un consumo inasumible de recursos y energía que amenaza nuestro presente y futuro cercano como especie. Sin embargo, hay otra opción más lógica y esperanzadora: aprovechar el 'shock' social y económico para poner en marcha una 'nueva normalidad', a través de cambios profundos o sistémicos, que antes de la pandemia habrían requerido de años de transición para su correcta aplicación, y que ahora podrían realizarse en un breve lapso de tiempo, con menos traumas sociales y económicos.
Se abre así una ventana de oportunidad única para la implementación de cambios que antes parecían imposibles o utópicos. Un ejemplo modesto pero claro es la reordenación de la movilidad urbana, una oportunidad de oro para la consagración de la bicicleta como medio saludable y sostenible. Hemos comprobado que no era tan difícil habilitar carriles bici en tiempo récord. Y esto es extrapolable a muchas otras medidas y acciones clave en la lucha contra el cambio global.
Pero no debemos pecar de ingenuos, los cambios necesarios no llegarán sin presión ciudadana combinada con una férrea voluntad política. Se abre una época de incertidumbre, en la que los grandes poderes económicos lucharán con todas sus fuerzas para condicionar estos cambios y resultar beneficiados, en detrimento de la mayoría de los habitantes y seres vivos de este planeta.
Además, cada vez disponemos de menos tiempo de reacción para suavizar los impactos de la emergencia climática y el cambio global. Si tenemos altura de miras, gobiernos, científicos y sociedad iremos de la mano para promover los cambios necesarios para alcanzar esta 'nueva normalidad' y reconocer que el futuro será ecológico o no será. La vacuna más efectiva no saldrá de un laboratorio, sino de una buena gestión del medio natural.
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