Reproducción del cuadro del pintor Pérez Canova que ilustra este año el cartel del Festival de Folclore de La Palma.
EL TÍO DEL SACO

Historias del vino y de su lírica

JOSÉ SÁNCHEZ CONESA

Miércoles, 6 de julio 2011, 11:54

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Celebramos que la presente edición del Festival de Folclore de La Palma, número XIX, festeje el vino de la tierra. El recinto de tal evento es la finca de la Fundación Tomás Ferro, donde precisamente la Universidad Politécnica investiga e impulsa la producción de vinos que se adaptan a los nuevos gustos. Altamente recomendables, por cierto. A finales del siglo XIX y principios del XX contó la citada hacienda con una importante producción vinícola que fue colectivizada por el sindicato anarquista CNT durante la guerra civil.

El tema del vino da mucho juego porque larga es su historia. Se documentan en las inmediaciones de Damasco restos del Neolítico asociados ya a la elaboración del preciado líquido, apareciendo fragmentos de una prensa de vino con una antigüedad de ocho mil años. En cuanto a la Península Ibérica se atestiguan los primeros precedentes en Cataluña y Almería, la costa mediterránea, según las actas del Congreso de Etnoarqueología del Vino celebrado en Bullas en el 2004. Contó con la dirección del catedrático de Historia Antigua Antonino González Blanco y su contenido fue publicado por la Universidad de Murcia en su 'Revista Murciana de Antropología'.

El vino está presente en la fiesta, en la poesía y en la prosa. Muchos recordamos gratamente la Fiesta de Exaltación del Vino de Cartagena cuya primera edición se celebró en 1982 en La Palma, reeditándose al año siguiente en Pozo Estrecho. La iniciativa del evento corrió a cargo del doctor Carlos Romero Galiana, el defensor de los molinos de viento, y del Centro de Iniciativas Turísticas, con la colaboración de las asociaciones de vecinos. Los cosecheros de nuestros campos montaban casetas donde daban a degustar gratuitamente sus caldos a miles de visitantes, quines seguían las actuaciones del Grupo Folclórico de La Palma o la banda musical Santa Cecilia. Contó este festejo con conferencias, una pisada de uva y hasta con unos Juegos Florales del Vino que premiaron trabajos en verso y prosa, correspondiendo el máximo galardón de la primera categoría a Juan Mediano Durán y a Juan de la Cruz Teruel en la segunda modalidad. Somos muchos los que apostamos y brindamos por la recuperación de tan alegre festejo que desató una apasionada polémica periodística entre Carlos Romero y su colega Casimiro Bonmatí, partidario éste último de no promocionar el consumo de alcohol.

Uso medicinal

Todos sabemos del amplio uso del vino en la gastronomía para la elaboración de asados, guisos o salsas. También la medicina popular lo emplea como desinfectante de heridas, analgésico, antiinflamatorio en casos como el dolor de anginas o faringitis, antigripal, contra las alergias, como colirio o tónico gástrico. No nos podemos olvidar del ponche, reconstituyente a base de vino y yema de huevo que ayuda a los niños desvalidos y combate la anemia.

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Podríamos hablar de otra expresión de la cultura del vino como es el brindis, que se va perdiendo, y no me refiero sólo a la mera invitación a beberlo como celebración compartida sino a todo un género, unas veces bajo forma poética y otras en prosa. De su existencia daba cuenta Covarrubias en su 'Tesoro de la Lengua Castellana o Española', del año 1611. Veamos algunos ejemplos que se dan en nuestro país: «Un gato subió a una parra/ y la parra abajo vino/ y vino sobre nosotros/ y sobre nosotros vino». «Oh vino, rico licor/ creado entre verdes matas/ a cuántos hombres de bien / les haces andar a gatas». «El que bebe se emborracha/ el que se emborracha duerme, / el que duerme no peca/ y el que no peca va al cielo. / Y puesto que al cielo vamos, bebamos». En El Estrecho de Fuente Álamo María 'La Pochicha' me relató el de su abuelo Ramón Campillo. El anciano agarraba la botella de vino, la miraba y la interrogaba con preguntas que él mismo contestaba: «¿Eres jumillano?» «Si señor». «¿Llevas cédula personal?» «No señor». «Pues al calabozo». Y se empinaba la botella.

El vino está presente en muchas dimensiones de la tradición popular como los cuentos que ha estudiado mi amigo Anselmo Sánchez Ferra o en determinados ritos ligados al galanteo tradicional pues un forastero que cortejara a una moza del pueblo debía 'pagar el piso', una suerte de tributo que consistía en invitar a unas rondas para compensar a los jóvenes locales.

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Rafael Ortega en su libro 'La palmera y el pilón' recoge unos versos de Antonio 'El Lego', un entendido en las diversas labores de la viña y gran aficionado a beber el fruto de la vid: «Sé muy bien podar/ e injertar mucho mejor, / si encuentro un cepo torcido/ le arrimo bien el tacón/ y si yo me bebo el vino/ será con justa razón».

Infinidad de refranes

Por doquier asoma el vino en nuestro folclore, yo mismo he cantando con mis amigos coplas aguilanderas en la Pascua: «Hay que vino tan hermoso, / que lo traen los carreteros/ de Jumilla y Pinoso».

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El pueblo, con su sabiduría expresada en refranes y dichos, pondera sus virtudes y valores: «Caldo de parras, mejor que el de gallina, y de más sustancia». «Fiesta sin vino no vale un comino». «Buen vino cría buena sangre». «Más abrigan buenas copas que malas ropas». «El buen vino resucita al peregrino». «Con pan y vino se anda el camino», «Al vino y al niño hay que criarlos con cariño». «El buen vino, venta trae consigo», «Viña sin guarda, vendimia hecha». «La alegría del vino hace rey al mendigo». «¿Si usted al mundo vino y no toma vino, para qué corchos vino?». «Al vino llamamos vino, porque del cielo nos vino». Amén.

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