Vista desde el Casino de Cehegín de la zona de El Coso, donde se construirá un edificio de servicios municipales y un jardín, cuyo proyecto ha sido premiado en Ginebra.
PLANES | LA RUTA

Un paseo por la historia

El casco histórico de Cehegín permite acercarse al pasado, palpando la grandeza de una ciudad con sabor medieval

PEPA GARCÍA EDU BOTELLA pegarcia@laverdad.es

Viernes, 22 de octubre 2010, 18:14

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El casco histórico de Cehegín es uno de los núcleos urbanos más bellos de toda la Región: sus calles de trazado medieval (estrecho, sinuoso y empinado) esconden hermosos palacetes, bellísimos casones propiedad de familias nobles, recovecos con encanto, restos de las murallas y torres que lo conviertieron en una fotificación inexpugnable y templos religiosos que han resistido el paso del tiempo y que se mantienen erguidos dotando de personalidad a una población que fue declarada Conjunto Histórico Artístico en 1982 por el Ministerio de Cultura y que cuenta con 500 edificios de interés.

Con un constante e irrefrenable impulso municipal que se remonta a 1995 -fecha de redacción del Plan Especial de Recuperación (Pepri)-, los sucesivos gobiernos han invertido todas sus energías en devolver al Cehegín que nació en el siglo IX todo su esplendor y la vitalidad que la falta de comodidades les ha restado, obligando a muchos de sus vecinos a abandonar la zona.

Hoy el proceso parece haberse invertido y los habitantes compran viviendas y arreglan sus fachadas para que luzcan acordes con los edificios ya restaurados; y los visitantes, nacionales y extranjeros, inundan las calles a diario. Además, se trabaja sin prisa pero sin pausa en urbanizar convenientemente las calles, en donde los adoquines sustituyen a la tierra viva y al cemento haciéndolas más transitables. Un proceso por el que están surgiendo multitud de pequeñas plazas que ofrecen descanso al caminante y proporcionan privilegiados miradores a los visitantes, como sucede con la Plaza de los Cuatro Cantones.

Lo más recomendable es dejar el coche en la parte moderna de la ciudad y llegar con ganas de subir las interminables cuestas y escaleras que hacen más transitable el pueblo. La visita no tiene pérdida, el Ayuntamiento acaba de instalar una nueva señalética que indica monumentos, miradores y museos destacados del casco histórico. Además, un escudo en bronce del municipio y una flecha direccional (ambas encastradas en el suelo) marcan desde la cuesta del Parador un recorrido circular por el casco viejo.

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Esta ruta comienza un poco más arriba, en la calle López Chicheri, la vía principal por la que se accede a la plaza del Castillo. En esta calle se encuentra ya la casa de Doña Blanca (un edificio del siglo XV con fachada del XVIII , amplio patio interior, torre-lucernaria central y torre mirador de tres cuerpos) y la del Conde de Campillos (con elementos artísticos del siglo XIX), casi frente a la nueva Oficina de Turismo, que abrirá sus puertas en breve bajo el lema 'Siéntete como en casa' y cuya construcción ha dado origen a un pequeño mirador y a un sótano con algunas de las tan demandadas plazas de aparcamiento.

A partir de principios de noviembre, podrá hacer allí una parada táctica y proveerse de folletos informativos e incluso gestionar la visita a algunos de los emblemáticos templos de Cehegín como la iglesia de la Soledad, cuya restauración en 2006 sacó a la luz unas coloristas y llamativas pinturas en este templo del siglo XVI; o a la iglesia del Santo Cristo, también del XVI, de estilo renacentista con elementos barrocos como su fachada, negra y roja.

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Escalera majestuosa

Unos pocos metros más arriba se encuentra la Casa de Jaspe (s. XVIII-XIX), restaurada y como una bombonera, es sede del Ayuntamiento. Merece la pena subir por su majestuosa escalera imperial y degustar todos y cada uno de los detalles de una de las joyas barrocas del municipio, incluso, si es posible, acceder al bellísimo salón de plenos de aspecto decimonónico.

Siguiendo la calle López Chicheri se llega a la plaza del Mesoncico, centro neurálgico de esta ciudad medieval, en ella se encuentran dos de sus bares más apreciados por los vecinos (El Mesoncico y La Barandica), donde disfrutar de manjares está a la orden del día. En ese espacio, se puede ver el exterior de la fachada de la Casa de Don Octavio Ruiz de Assín (la casona más grande del municipio con 3.000 metros cuadrados en planta, construida en 1708 y reedificada en 1832, y de propiedad privada) y también el Hospital de la Real Piedad (s. XVIII) y la Casa de Don Amancio Marín y Ruiz de Assín (s. XIX), con la que se ampliaron las dependencias del hospital, hoy residencia de ancianos.

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Pero antes de internarse en la calle Mayor, suba a la derecha, por Poyos del Paseo. Al final de la escalinata se encontrará el cielo: el Paseo de la Concepción. Un excepcional mirador donde descubrir los vericuetos que dibuja el trazado urbano de la ciudad medieval; una cordillera de tejados a dos aguas que narran los secretos de la historia si se está dispuesto a escucharlos; una imponente imagen de la zona fortificada con la iglesia de Santa María Magdalena (S. XV) coronándola; el mosaico de añiles, rojos albero, cremas, grises y ocres de las fachadas que han ido restaurando propietarios públicos y privados...

Es imprescindible entrar en la Ermita de la Concepción (s. XVI), de estilo renacentista, con un artesonado mudéjar en madera polícroma que quita el hipo. Los trabajos de restauración, que todavía se llevan a cabo en su interior, han sacado a la luz un retablo mayor de trampantojo, así como diversas pinturas en las naves laterales y una rica decoración en la capilla de San Juan de Letrán, en la que también se han encontrado dos criptas. Cuando se abra al público a principios del año que viene -primero con unas jornadas de puertas abiertas y luego como lugar de culto, pero también de exposiciones-, se puede subir al campanario y observar desde el coro los detalles del artesonado, atravesar la habitación en la que se instaló, tras acogerse a sagrado, Martín de Ambel después de haber matado al Alférez Mayor Alonso de Góngora. Un cuarto de unos pocos metros con sólo un ventanuco al exterior en el que vivió durante 40 años, se casó y tuvo hijos. Y otear el artístico horizonte junto a la campana.

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De vuelta a la plaza del Mesoncico, continúe por la calle Mayor, que sin dejar de sorprenderle a cada esquina le conducirá directo a la plaza del Castillo: el peso de la historia.

A la derecha, el Hospital de la Real Piedad. Se puede curiosear en el vestíbulo tratando de no molestar a los residentes. Unos pasos más arriba está la Casa de las Boticarias (s. XVII-XVIII), un edificio adquirido por el Ayuntamiento y que, cuando el vendaval económico amaine, se restaurará. Tiene dentro un interesante claustro de madera con un aljibe, y un par de columnas jónicas, procedentes del templo de Júpiter de Begastri, que enmarcan la portada de acceso. Sólo unos pasos más arriba, en la otra acera, está el Casino de Cehegín (s. XVII), edificio de estilo barroco que fue centro de la actividad en las centurias pasadas y que desde hace unos meses se reabrió al público con un bar. No se pierdan las vistas de la terraza posterior hacia la fértil vega del río Argos y del perfil de la ciudad.

Desde lo alto

Según se sube hasta lo que será el Archivo Histórico -ahora en pleno traslado-, para vislumbrar el impactante zaguán de entrada a la Casa del Concejo (s. XVII) o la espléndida fachada del Palacio de los Fajardo (s. XVIII) -sede de las oficinas de la activa escuela-taller-, da gusto disfrutar de las fachadas rehabilitadas por los vecinos, de una impresionante puerta de madera maciza que nada tiene que envidiar a otras con más solera. Actualmente, la Oficina de Turismo se encuentra en la Casa del Concejo que, junto al Palacio de los Fajardo, alberga el más que interesante Museo Arqueológico de Cehegín.

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Un patio interior del Palacio de los Fajardo se ha reconvertido hoy en una de las nuevas plazas públicas fruto de la remodelación, a la que se accede por un pasadizo.

Hay que entrar al Museo Arqueológico y, si les resulta posible, por la imponente escalera, «de las pocas de la Región que conservan las pinturas originales». Porque este palacio, que acoge algunos de los grandes tesoros hallados en Begastri o en otras excavaciones de los edificios históricos del municipio, cuenta además con los blasones de los Fajardo Roca, los suelos y las puertas originales.

En el Museo Arqueológico están representados desde las primitivas comunidades del Neolítico hasta los habitantes del Cehegín del siglo XVI-XVII y, entre sus piezas, admire el fragmento de sarcófago que se encontró el año pasado en Begastri, esculpido a principios del siglo IV. «Es una de las mejores representaciones de Adán del Imperio Romano», cuenta el director del museo, Paco Peñalver Aroca. También hay expuestos unos zapatos de un alto operario, encontrados bajo el suelo durante la restauración de la Magdalena, o un montón de juguetes del XVIII que se hallaron en un armario secreto en la rehabilitación del Palacio de los Fajardo. La cárcel es curiosa, con un camastro con almohada de 'piedra', y el patio de la cárcel, con su puerta original, se ha reconvertido en Biblioteca del Arqueológico.

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Tras visitar la regia Iglesia de la Magdalena, que abre de martes a domingos en horario de mañana y tarde, y respirar el aire medieval que desprende la plaza del Castillo, donde el último domingo de cada mes se celebra el mercadillo artesanal del Mesoncico, y admirar los soportales del siglo XVIII sobre los que los nobles de la villa se edificaron unos palcos cerrados para asistir a los espectáculos que se celebraban, intérnese por el arco construido bajo un contrafuerte de la iglesia, que luego le conducirá a la Puerta de Caravaca (torreón macizo de época musulmana al que se abrió una puerta en el s. XV).

Tómese su tiempo y si el hambre aprieta, desande el camino y regrese a la calle Mayor para hacer un alto reparador comiendo en El Sol, tomando algún aperitivo en El Barras o sentándose en el centro neurálgico para disfrutar de un tapeo en El Mesoncico (un rin ran, una de las ensaladas especiales que preparan, unos calamares a la plancha o unos huevos de codorniz para chuparse los dedos) o La Barandica.

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Visita nocturna

El paseo es interminable. Les recomiendo recorrer la zona medieval de la ciudad, con sus calles estrechas, el trazado visible de la muralla, la torre del Pozo, el arco de acceso a la sinagoga del siglo XV -«de las pocas que quedan en pie en España», apunta Paco Peñalver, que añade que un equipo internacional está investigándola, aunque es de propiedad privada-, la Casa de las Columnas (s. XVII), antigua Corregiduría...

Si dispone de más de un día, no dude en buscar una casa rural -en el mismo casco antiguo hay- y aproveche para hacer una visita nocturna que el reciente plan de iluminación le transformará en un paseo mágico. También puede visitar la Casa de la Tercia (s. XVIII), de fachada barroca, hoy Hogar del Pensionista y sus sótanos pronto albergarán la Escuela del Vino. En la parte nueva de Cehegín debe visitar el Convento de San Esteban Protomártir. Un conjunto de edificios (s. XVI-XVIII) BIC en el que destaca la imagen de la Virgen de las Maravillas, obra del italiano Nicolás Fumo, en un delicioso camarín y enmarcada por un retablo churrigueresco.

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