«Solo se vende lo justo, y estrictamente prensa»
#YOTRABAJOPORTI ·
Hace años que superó la edad de jubilación, pero María Elvira Fernández sigue abriendo cada día la persiana de su comercio. Tiene dos hijos con problemas de salud, pero ella, afirma, se encuentra «muy bien», así que «cuando llegó el momento de jubilarme, decidí hacerlo solo de forma parcial para poder ayudarles un poco», narra. Regenta una tienda en la pedanía murciana de La Alberca en la que vende golosinas, objetos de regalo y prensa. Y es precisamente por esto último por lo que permanece abierta. De hecho, periódicos y revistas es prácticamente lo único que despacha estos días, en los que «solo se vende lo justo, un poquito más de prensa, sí, pero tampoco mucho. Hay quienes tienen miedo y no bajan a la calle», señala María Elvira, que tiene clientes a los que, afirma, les lleva el periódico a casa para no perder ventas.
En su tienda lucen bolsos y complementos que esta quiosquera murciana adquiere en distintas ferias, y que, cuenta, vende en su establecimiento. «Antes» lo hacía en mayor cantidad, pero «con internet ha bajado muchísimo» y «con esto ha quebrado totalmente».
«En un día de San José como el de la semana pasada, por ejemplo, hubiera vendido bolsos, carteras, pulseras..., pero no cobré ni un pañuelo, ni caro ni barato. Vendí estrictamente prensa; a las dos y pico hice la devolución de lo poco que quedó y hasta otro día», relata María Elvira, quien asegura haberse convertido en una especie de psicóloga para aquellos que acuden a su negocio.
«En un día de San José como el de la semana pasada hubiera vendido bolsos, carteras, pulseras..., pero no cobré ni un pañuelo»
«Vienen y me cuentan sus problemas. El otro día entró una señora que solo tenía veinte euros para hacer la compra... Y, claro, toda esa angustia se suma a la que yo ya tengo. Intento que no me afecte, pero si pones la televisión te das cuenta de que la realidad es verdaderamente angustiosa», dice. Ella se levanta a las seis de la mañana para dejar la comida hecha y se baja a la tienda hasta la 'hora de la mesa'. Por la tarde, echa un rato, «pero no entra nadie», así que «voy básicamente a limpiar y a ordenar un poco».
«Cuando entran tres [clientes], les digo: 'Uno a la derecha, otro al centro y otro a la izquierda'»
Friega, explica, con agua y lejía: «De algunas cosas me he llevado hasta la pintura, porque no me quedo en la bayeta, yo cojo el estropajo y se lo paso a todo: al mostrador, al teléfono, a las estanterías... Soy maniática de la limpieza y ahora más». Despacha protegida con guantes y guardando la distancia de seguridad. Desde el mostrador también vigila que sus clientes la cumplan. «Cuando entran tres, les digo: 'Uno a la derecha, otro al centro y otro a la izquierda', y lo entienden». «La mayoría –confirma– viene con guantes, y algunos con mascarilla. Y tengo un cliente que viene con el dinero justo porque no quiere cambio».
La venta de periódicos, revistas y golosinas es y ha sido su medio de vida. No ha sido fácil, reconoce María Elvira: «Las he pasado canutas, pero vamos tirando». «Ahora no quisiera ponerme enferma, sobre todo por la situación de mi familia, y por la incertidumbre. Espero no hacerlo, y que suba más la venta de prensa».