Solemnidad, luto y una corona de flores en el altar

«Pueblo de Reyes, asamblea santa, pueblo sacerdotal, pueblo de Dios...». Las voces de la Coral Discantus resonaron este miércoles desde el coro de la Catedral de Murcia en el arranque del funeral por las trece víctimas del incendio en Las Atalayas, cuya solemnidad se vio acentuada por el sonido del órgano, el incienso y la procesión claustral. La presidió, como el resto de la ceremonia, el obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca, acompañado por otros sacerdotes. La emotividad quedó remarcada, también, por una corona de flores enviada por la Embajada de Nicaragua en España y el luto vestido por muchos asistentes.

Que era una tarde extraordinaria quedó claro desde una hora antes del inicio de la misa, por el fuerte despliegue de agentes de la Policía Nacional y de la Policía Local en la plaza de la Cruz o de las Cadenas y su entorno (la entrada por Belluga está cerrada por la reforma de la fachada). La presencia de agentes a caballo y con perros llamó la atención de vecinos y turistas. Los hubo que se acercaron a los periodistas, entre ellos de cadenas nacionales de televisión, para preguntar qué sucedía. En medio de la guerra entre Israel y Hamás, alguien preguntó si había una alerta antiterrorista. Al saber de la misa y el motivo, se mostraban tranquilos pero desolados.

Entre el bullicio de las terrazas y de la calle Platería, la reacción de sorpresa de quienes eran ajenos a la convocatoria aumentó al ver a las autoridades militares y, en especial, a la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, y al presidente nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo, junto a otros muchos políticos y asesores. Solo hizo declaraciones el vicepresidente de la Comunidad, José Ángel Antelo. Dijo que el Gobierno autónomo seguirá «apoyando a las familias» de los fallecidos y lamentó: «El dolor ha atravesado a la Región de Murcia».

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