Blázquez clama contra la «Europa atrincherada en su prosperidad»

La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) echa a andar oficialmente hoy en Cracovia bajo el halo de San Juan Pablo II, hijo de esta tierra polaca de la que fue arzobispo antes de ser elegido papa. El cardenal Stanislaw Dziwisz, secretario personal durante décadas de Wojtyla, abrirá con una misa esta cita multitudinaria, que arranca con el miedo a que se produzcan atentados terroristas como los registrados en la vecina Alemania.

Buena parte de los 30.500 españoles que se han desplazado a Cracovia se reunieron ayer en el santuario mariano de Jasna Gora en Czestochowa, epicentro de la espiritualidad católica polaca, para participar en la misa oficiada por el cardenal Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE). Ante unos 8.000 jóvenes y 50 obispos españoles, Blázquez incidió en su homilía en el significado del lema del encuentro de Cracovia: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia». «La compasión debe guiar a la humanidad apesadumbrada por nuevas y antiguas inquietudes e incertidumbres, por el llanto de las víctimas en atentados y por la inseguridad diaria de los ciudadanos», dijo el presidente del episcopado español.

Blázquez aprovechó para hacer una crítica a la política europea frente a los refugiados al afirmar que «no colma nuestras aspiraciones» que los países del Viejo Continente «se atrincheren en su prosperidad y se cierren al clamor de quienes llaman a sus puertas y de quienes a distancia contemplan nuestro bienestar postrados en la pobreza y la desesperanza». La Europa que Blázquez desea debe estar formada por «hombres libres y solidarios, acogedores de las personas». Los refugiados van a estar presentes en la JMJ. Un grupo de ellos serán protagonistas de la primera estación del Vía Crucis que se celebrará el viernes en el parque de Blonia.