Los seis meses sin futuro de los ucranianos que huyeron del horror a la Región de Murcia
El desánimo se extiende entre los cerca de 4.700 ciudadanos que han obtenido protección en la Comunidad: «No pueden trabajar; muchos quieren volver, pero no tienen ni para pagar el billete»
No olvida Svitlana Shabelnyk, una ucraniana de 37 años llegada a la Región para huir de los horrores de la guerra en su país, lo ... que veía a través de la ventanilla del coche aquel 2 de marzo de 2022, mientras salía de Járkov a toda velocidad, embarazada de gemelos, con su hijo pequeño en el asiento de atrás y su marido al volante: «Cazas rusos en el cielo. Pasaban por encima de nosotros», dice, y al nombrarlos parece que los estuviera volviendo a ver, que nunca hubiera dejado de sentirlos volar sobre su cabeza. Eran parte de las mismas fuerzas aéreas que se han ocupado de convertir la segunda ciudad más próspera de Ucrania en una sucesión de edificios en ruinas y avenidas con cráteres.
Publicidad
Desde que hace seis meses Vladímir Putin lanzara su «operación militar especial» en Ucrania, con bombardeos en diversas zonas del país, incluida la capital, Kiev, más de 6 millones de personas se han visto obligadas a salir de sus fronteras a la desesperada. Casi 4.700 han obtenido en este tiempo la protección temporal en la Región de Murcia, según datos de la Oficina de Asilo y Refugio (OAR) del Gobierno de España. Se trata, en su mayoría, de mujeres con sus niños que, tanto tiempo después, siguen sin encontrar cómo rehacer sus vidas. Los ahorros se agotan, las ayudas resultan insuficientes, las redes familiares y de amigos ven rebasada su capacidad de acogida y apoyo y el desánimo comienza a cundir en la comunidad desplazada ante la falta de oportunidades. «La situación se ha vuelto muy difícil y muy tensa», explica la presidenta de la Asociación de Ucranianos en la Región de Murcia, Larysa Ponomarenko.
Svitlana llegó a Murcia nueve días después, el día del séptimo cumpleaños de su hijo, en la celebración más amarga de sus vidas. Encontró el apoyo de la ONG Accem, que le dio a ella y a su familia el cobijo y la ayuda que necesitaban y que le ha permitido pasar recientemente a un piso de alquiler.
«En Járkov mataron a varios vecinos, un amigo murió en el frente, y la gente reza cada día para seguir con vida»«
Ella, a diferencia de la mayoría de las ucranianas llegadas de la guerra, pudo salir del país acompañada de su marido gracias a la excepción para padres con tres hijos del Gobierno ucraniano, que prohibió al resto de hombres en edad de combate cruzar la frontera. El doble embarazo de Svitlana, que culminó este pasado 15 de junio con la llegada dos niñas, le salvó de ir al frente.
Publicidad
También Natalia Kosar huyó en coche, aunque, en su caso, únicamente acompañada de su hijo de 10 años. Fueron seis días de viaje que recuerda «muy duros», atravesando en soledad y muerta de miedo Polonia, Alemania y Francia. Puso rumbo a Murcia porque es donde residen sus padres, víctimas del mismo conflicto, desde 2014, cuando Rusia se anexionó la península de Crimea. «La guerra no empezó en 2022, sino aquel año –recuerda Natalia–. Llevamos mucho tiempo sufriendo».
Ella también es de Járkov, como Svitlana, que se emociona al recordar el estado de su región: «Mataron a varios vecinos, un amigo murió en el frente. La gente reza cada día para seguir con vida, quedan pocos alimentos y aún hay bombardeos continuos». Natalia se mudó al oeste en 2017 por la inestabilidad en la zona. Cambió su casa por un coche. Su valor no daba para más tras la depreciación que la amenaza rusa provocó en los inmuebles de la zona. «Y el coche se averió al llegar a Murcia», lamenta, de forma que la más valiosa de sus posesiones lleva cuatro meses en el taller. Como otros ucranianos llegados a España, ha quedado en una fragilidad financiera difícil de superar. El económico es el primer pilar en tambalearse al intentar construir un futuro. La protección temporal les habilita para trabajar en España, sin embargo, encontrar empleo se vuelve casi imposible por las dificultades con el idioma y la ausencia de apoyos para conciliar. «No pueden trabajar. La mayoría son mujeres solas que cuidan de sus hijos y no tienen con quien dejarlos», explica Ponomarenko. «Tampoco pueden alquilar un piso o una casa. Ni siquiera teniendo el dinero. Sin tener contrato y tres nóminas, nadie les alquila nada».
Publicidad
Svitlana y su familia reciben «una pequeña ayuda» que les ha servido para pasar a un piso en Puente Tocinos. A Natalia, de 46 años, en cambio, la mantienen sus padres. Le pagan, con dificultad, el arrendamiento de un pequeño estudio. Les habría gustado alojarla en su casa, pero es demasiado pequeña.
Agoté mis ahorros, cambié mi casa por un coche y se averió. Ahora, mis padres, que llegaron a Murcia desde Crimea en 2014, me pagan el alquiler»
Mejor en la guerra
La precariedad de los ucranianos llegados de la guerra ha llegado a tal punto que muchos preferirían estar en una Ucrania atacada que en la Región de Murcia. «Allí también hay organizaciones humanitarias y alojamientos. Hay mucha gente que quiere volver, pero no tienen ni para pagarse el billete. A muchos los trajeron voluntarios y regresar se les hace ahora demasiado caro».
Publicidad
La presidenta de la asociación considera que la situación es ya «desesperada». «No quedan alojamientos en las ONG. Una persona que llega hoy a Murcia no tiene dónde dormir», afirma. Tampoco la comunidad ucraniana puede hacer más. «La gente quiere ayudar, pero estas familias también tienen sus hijos, trabajos, pagan un alquiler o hipoteca y tienen que hacer frente a los gastos de mantener a una familia más, normalmente con niños», señala.
Ponomarenko hace un llamamiento a la Comunidad para que ponga en marcha ya las ayudas al alquiler para las víctimas. «Las anunciaron en marzo, pero nadie las ha recibido. Ni siquiera nos han explicado aún cómo se piden». También el Gobierno de España creó una ayuda de 400 euros, «pero es la Consejería de Política Social la que tiene que decidir cómo la va a repartir, y estamos ya casi un mes sin saber nada».
Publicidad
A este respecto, fuentes la Consejería de Mujer, Igualdad, LGTBI, Familias, Política Social y Transparencia señalan que empezarán a repartir los 1,8 millones de euros de ayudas «cuando, tal y como recoge el decreto, el procedimiento de concesión de estas subvenciones se inicie de oficio por el propio Ministerio, concretamente por la Dirección General de Gestión del Sistema de Acogida de Protección Internacional y Temporal, algo que aún no ha ocurrido». En referencia a las ayudas de 650 euros al alquiler y gastos, que inicialmente estaban destinadas a personas que se han visto en riesgo de perder su casa por los efectos socioeconómicos de la pandemia de Covid-19 y que se ampliaron posteriormente a las víctimas de la guerra de Ucrania, la Consejería de Fomento, de quien dependen, asegura que estas ya han beneficiado a 3.000 familias, «entre ellas, también de Ucrania».
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión