Juanjo Hidalgo y José Manuel García, con las motos de la pizzería, antes del reparto. ROS CAVAL / AGM

Repartidores de alegría y esperanza

Héroes Cotidianos ·

José Manuel García y Juanjo Hidalgo son dos repartidores de pizza que colaboran en la entrega de las 270 ollas solidarias de una taberna de Alquerías

Domingo, 17 de mayo 2020, 01:49

Hacer sonreír a las personas con solo tocar el timbre de la puerta parece algo solo al alcance de José Manuel García y Juanjo Hidalgo. Escuchar ya solo el traqueteo de sus motocicletas es un motivo de alegría para las familias a las que esta crisis sanitaria les ha golpeado económicamente. Estos dos jóvenes trabajan de repartidores en una pizzería de la pedanía murciana de El Raal y, en sus momentos libres, son voluntarios en el reparto de las ollas solidarias que Alberto Sánchez ha promovido con éxito en la taberna El Saro de Alquerías.

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García e Hidalgo echan una mano en el reparto de alimentos a los más necesitados desde hace más de un mes, cuando aceptaron colaborar con las motocicletas de la pizzería en la que trabajan: Boca Pizza. La taberna El Saro reparte 270 comidas diarias gracias a la labor de sus voluntarios y a la donación de productos de vecinos y empresas. «La cosa fue a mayores con el paso de la cuarentena», recuerdan, cuando los voluntarios de Protección Civil «no podían más» con tanto reparto casa por casa.

Rutas al pie de la letra

En ese momento, estos dos jóvenes alquerienses decidieron dar un paso al frente, por petición de su jefe, y de paso para poder ayudar a los núcleos familiares más vulnerables. No en vano, su labor como repartidores de pizza por Alquerías, El Raal, Los Ramos, el carril de los Pallareses y similares es un punto a su favor: conocen todos los rincones y eso les permite que las ollas solidarias lleguen a tiempo y en buen estado, sin que pierdan el calor.

García e Hidalgo acuden cada mañana a la taberna El Saro, sobre las 12.30 horas, y no dejan de repartir hasta aproximadamente las 14.45 horas. Lo hacen con guantes, mascarilla y gel hidroalcohólico, guardando además la distancia de seguridad cuando llaman al timbre de cada puerta. También cargan la moto lo máximo permitido, a fin de evitar dar varios trayectos.

«Es una labor que te llena mucho. Te sientes afortunado de poder seguir trabajando. La gente lo está pasando mal, y eso lo veo. Darles de comer te hace sentir una mezcla entre orgullo y satisfacción. Es un gesto que te sale del corazón», explica García, de 24 años y graduado en Magisterio con especialidad en francés.

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«Dar de comer a las familias más necesitadas es una mezcla de orgullo y satisfacción; te sale del corazón», aseguran

Él ha visto imágenes que le han llegado al corazón, como el de esas «personas mayores, de ochenta años, que son viudas y están solas en sus casas». En casos así, la rutina del día a día ha hecho que García llegue a empatizar con ellos. «Al final, estás un par de minutos hablando, les preguntas qué tal lo llevan, cómo se encuentran, si necesitan algo... No cuesta trabajo».

En el caso de Hidalgo, que acaba de cumplir 25 años y estudia Informática, su labor como repartidor solidario le ha permitido «sentirse muy bien». Hasta tal punto de reconfortante, que los niños pequeños de una familia le han dedicado un par de dibujos con su nombre. Poder salir todos los días durante un par de horas es además una vía de escape para tomar el aire y salir de casa. «Desde luego, esto no es ninguna incomodidad para nosotros. Al contrario, con muy poco puedes hacer mucho y no es nada, simplemente un paseo», apunta.

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El último eslabón

Sin ser conscientes de ello, estos dos repartidores de pizza son el último y principal eslabón para que todo el proceso que llevan a cabo en la taberna El Saro salga adelante. Las donaciones de los productos, su cocinado y envasado quedarían en nada de no ser por ellos y los voluntarios de Protección Civil. «Cuando descubres iniciativas así, realmente crees que hay esperanza en que todo va a salir bien», dice García. «Hay escenas que dan mucha pena, por lo mal que lo pasa la gente, y en ese sentido somos el último eslabón para prestarles ayuda», indica Hidalgo.

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