José Meroño, en casa de sus padres, y Alba María Costa, en su apartamento. V. Vicéns / AGM

El precio de la vivienda, el paro y los sueldos bajos frenan la emancipación de los jóvenes de la Región de Murcia

Los retrasos en la tramitación y pago de las las ayudas, que apenas han cobrado unos centenares de beneficiarios, limitan aún más la salida del hogar familiar

Lunes, 22 de enero 2024, 00:27

Una búsqueda rápida en los portales de alquiler de vivienda más populares disuade a cualquier joven mileurista del sueño de la emancipación. Por 400 euros ... al mes, solo aparecen siete estudios de entre 25 y 35 metros cuadrados diseminados por pedanías. Si a ese dato se añade el de la tasa de paro juvenil en la Región, la cuarta más alta del país, por encima del 22% en el segundo trimestre de 2023; y el salario medio, también a la cola, resulta muy complicado que la ecuación arroje un porcentaje de emancipación esperanzador. Los retrasos en la tramitación y el pago de ayudas para el alquiler tampoco dan aliento al proceso.

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No llegan a dos de cada diez los jóvenes murcianos menores de 30 años que han lograron poner los cimientos de su proyecto vital fuera del hogar familiar. La Región tiene una tasa de emancipación del 18,2%, ligeramente superior a la media nacional, que queda en el 16,3%, lo que coloca a la comunidad como la tercera con mejor porcentaje de España, según los datos del primer semestre de 2023 del Observatorio de Emancipación recopilados por el Consejo de la Juventud de España. A pesar del buen dato, la tasa de la Región ha bajado tres décimas con respecto al año 2022. El descenso de la emancipación en Murcia, destaca el informe, ha coincidido con una gran subida del paro juvenil con respecto al primer trimestre del año anterior: en tan solo un año, la tasa de desempleo entre los menores de 30 años subió en 4,2 puntos, el ascenso más pronunciado de todo el Estado. Así, la Región es la cuarta comunidad con mayor tasa de paro. Los salarios están también por debajo de la media nacional. Entre todos esos datos, solo uno que favorece a la emancipación de los jóvenes murcianos: el alquiler medio de una casa y de una habitación también es más bajo en la Comunidad.

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La precariedad laboral y la «ausencia de políticas públicas centradas en los jóvenes, que al ser menos que nunca han perdido su capacidad de presión porque no tienen fuerza social» son, para el sociólogo de la Universidad de Murcia Juan Carlos Solano, el principal lastre para la emancipación juvenil, que tiene consecuencias también en la tasa de natalidad. «Si la tasa es algo mayor que en España es porque las redes familiares amortiguan la falta de otros apoyos».

Los bajos salarios (por debajo de los mil euros al mes), las jornadas parciales no deseadas (en la Región representan más del 25% entre la población menor de 30 años) y la sobrecualificación (supera el 12%) son algunos de los parámetros tomados en cuenta por el Consejo de la Juventud en los que la Región destaca por sus malas cifras. «La juventud se enfrenta a un mercado laboral incierto de cara a poder planificar su vida personal y profesional, lo que provoca que no tengan perspectivas de vida y, como consecuencia, problemas de natalidad y de emancipación», denuncia el informe.

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El esfuerzo inversor que deben realizar los jóvenes en la Región para emanciparse está por encima de sus posibilidades. El alquiler medio de una vivienda libre en la Región supera, según el informe, los 700 euros, cantidad a la que hay que sumar los gastos de suministros (luz, gas...), que cifran en más de 130 euros. Unas cuentas que abocan a la mayoría a compartir vivienda con otras personas. «Pero ni siquiera alquilando una habitación en un piso compartido se libran de dedicar el 30% de su salario a la vivienda», denuncia el informe. Según las cifras recopiladas, el coste de acceso de compra de una vivienda libre para un joven asalariado representa casi el 60% de los ingresos entre los 16 y los 29 años, y más del 30% entre los 30 y los 34. En el caso del alquiler, los porcentajes se acercan al 80% y al 40% respectivamente.

«Los jóvenes, al ser menos que en otras generaciones, han perdido capacidad de presión y fuerza social», alertan los sociólogos

Sin datos de los abonos

Las ayudas al alquiler, coinciden la socióloga de la UMU Marta Latorre y el portavoz de la Plataforma de afectados por el retraso en el pago del bono del alquiler en la Región, Miguel Lajarín, no han sido, hasta la fecha, efectivas. «Pueden haber pagado a algún centenar, pero están paradas desde hace meses, acumulándose los expedientes, ya que necesitaban centrarse en conceder el bono alquiler joven antes de que venciera; el atasco ha ralentizado también las ayudas de adquisición de vivienda en localidades inferiores a 10.000 habitantes», denuncia Lajarín. El PSOE denuncia además que el Aval Joven, que estaba anunciado para más de 3.000 jóvenes, «solo ha llegado a 415 en 2 años, según datos del consejero de Fomento».

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La Consejería de Fomento, por su parte, insiste en que ha cumplido «los plazos para la concesión de las ayudas del bono de alquiler joven y ha agotado la anualidad de 8,8 millones de euros prevista para este fin. Se han resuelto un total de 3.404 expedientes de solicitud de ayudas, de los que finalmente se han beneficiado 1.689 personas». Sin embargo, la Consejería no ofrece cifras sobre los abonos que se han hecho efectivos: «Los pagos se están realizando y no tenemos esos datos aún», aseguran.

José Meroño, en la habitación de la casa de sus padres en Totana, donde vive.

«Tengo un sueldo decente, pero no puedo independizarme; es frustrante»

La generación más golpeada por las crisis económicas comparte la sensación de haber sido víctima de un giro de guion a traición. Ellos han hecho su parte, han estudiado y se han formado, pero las herramientas que han de darles acceso a su propio proyecto vital no terminan de engrasar. José Meroño estudió el grado de Derecho en la Universidad de Murcia. «Compartía piso de estudiantes y en los últimos años, justo en la pandemia, fue un disparate ir viendo como subían los precios. Éramos cuatro, y empezamos pagando 160 cada uno hasta que terminé en 260 sin incluir los suministros». El viaje de ida a la independencia en un piso compartido terminó con otro de vuelta al hogar familiar en Totana, a donde tuvo que regresar cuando terminó el grado. Ahora trabaja como community manager en Comarcal TV y, después de estudiar un grado superior de FP de Producción Audiovisual, completa su formación con otro curso.

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José Guirado: «Tengo trabajo fijo desde 2020, pero sigo compartiendo piso a los 29 años como cuando era estudiante»

La vivienda de sus padres es amplia, y su relación con ellos y sus dos hermanas muy buena, pero esas condiciones no hacen menos desesperante la situación: «Me afecta que mi espacio vital sea mi habitación, la ausencia de estabilidad, no poder plantearme un proyecto de vida ni tener intimidad para invitar gente a casa, por ejemplo. Y eso a pesar de que tengo un sueldo decente, pero no lo bastante como para independizarme».

José María Guirado, educador social, tiene trabajo fijo en un centro de menores desde que terminó la carrera en 2020, pero los 1.150 euros que ingresa todos los meses hacen imposible que se plantee la opción de vivir solo. «Compartir piso cuando era estudiante estaba bien, pero ahora... vivo con otros tres trabajadores y estudiantes, y pago unos 230 euros al mes, a los que tengo que añadir otros muchos gastos. Vivir solo supondría dedicar al alquiler dos terceras partes de mi sueldo», lamenta. A sus 29 años, va echando de menos más intimidad y, sobre todo, «organizar mi proyecto vital».

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Alba María Costa, en su apartamento. Vicente Vicéns / AGM

«La situación pasa factura en nuestra salud mental»

La emancipación de Alba María Costa, de 33 años, maestra de Infantil y psicopedagoga, no sería posible sin la ayuda de sus padres, que le echan una mano todos los meses para hacer frente al alquiler mientras oposita y trabaja. La joven se ha esforzado para labrarse un futuro: completó los dos grados, emigró a Irlanda del Norte para trabajar y seguir formándose, ha trabajado en guarderías, colegios, internados, academias... A pesar de su empeño y voluntad, las cuentas siguen sin salirle. «Pago 550 euros por un apartamento muy pequeño en el barrio de El Ranero, pero apenas me queda para el bono de transporte, la comida, los gastos...». La joven, como centenares de murcianos, pidió el bono al alquiler, que le ha sido denegado por un problema en la tramitación. «Ponen muchos obstáculos, es imposible», lamenta, disgustada por tener que seguir aplazando su deseo de ser madre. «La situación pasa factura en nuestra salud mental», se queja.

Christian Alarcón y su pareja, Adrián, comparten piso y trabajan los dos en un supermercado. A duras penas hacen frente al pago del alquiler, y aunque les han concedido una ayuda de la Comunidad «después de muchos trámites y recursos», aún no han visto un euro. «Imagino que lo cobraremos todo de golpe, pero eso no es una ayuda para el alquiler, tenemos que hacer frente nosotros todos los meses».

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Margarita Guerrero: «Es un problema estructural»

La nueva directora general del Instituto de la Juventud (Injuve), la murciana Margarita Guerrero, denuncia que la situación provoca que «las personas jóvenes vean frustrados sus proyectos vitales, bordeando en muchos casos la pobreza. Que abandonen el hogar familiar tan tarde impacta negativamente en la sociedad. La falta de estabilidad, seguridad y perspectivas para independizarse, dificultan, por ejemplo, la decisión de tener familia propia». Guerrero considera que la emancipación juvenil en nuestro país «es un problema estructural que requiere el compromiso de todas las administraciones para atajar el problema. Por ejemplo, la precariedad laboral y la dificultad de acceso a la vivienda obstaculizan la emancipación juvenil; si queremos que las políticas de juventud sean eficaces, han de ser transversales», demanda.

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