Pascual Lucas Saorín: «La demanda es espectacular, de plazas como de profesionales; se rifan a los egresados»
«Los datos amontonados no sirven de nada; es necesario un análisis certero y preciso», considera el decano de la Facultad de Matemáticas de la UMU
Matemáticas que desafían, que son gozo, que retan a cada paso, que obligan a la abstracción, a la creatividad, y que llevan hasta el análisis ... sobrio y la búsqueda de soluciones. Las vive así Pascual Lucas Saorín, decano de la Facultad de Matemáticas e investigador del grupo de excelencia de Geometría Diferencial y Convexa, y desde hace unas semanas, también candidato al Vicerrectorado de Profesorado de la Universidad de Murcia.
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-Charles Fefferman dijo en alguna ocasión que las matemáticas son una partida de ajedrez contra el diablo: te aplasta una y otra vez hasta que aprendes sus trucos y le ganas. ¿Qué son las matemáticas para usted?
-Las matemáticas son una pasión. Desde pequeño siempre me entusiasmaron los pasatiempos, los sudokus, los crucigramas, cualquier cosa que de alguna manera me invitase a un desafío intelectual. Era un devorador de revistas Quiz. Las matemáticas suponen para mí un desafío y una permanente lucha por mantenerte despierto, ágil mentalmente y analizar la realidad, lo que hay detrás de la realidad, la verdad de las cosas. A veces ser matemático te da una visión de las cosas que no es la superficial, sino de las reglas que hay por debajo, lo que realmente conecta unas cosas con otras. Estoy de acuerdo con esa cita.
-¿Cuál es el papel de las matemáticas en la resolución de los problemas del mundo actual?
-Pueden ayudar en varias líneas. En una primera, modelizando los problemas reales. A veces uno necesita establecer una teoría que explique lo que está ocurriendo, un modelo que nos permita ver cuál puede ser la solución a un problema, y adelantarnos y anticipar el comportamiento futuro. Se ve muy claro con lo que ha pasado en los dos últimos años con la Covid. Las matemáticas no han ayudado a resolver la enfermedad, para eso están los médicos, los bioquímicos, los farmacéuticos... Pero los matemáticos hemos aportado modelos que son los que permiten anticiparnos a la evolución de la pandemia. Y que permiten pensar cuáles son las medidas más oportunas y convenientes en cada momento en función de la evolución prevista de la pandemia. Por un lado tenemos la modelización del problema; y una vez tenemos el modelo que mejor se ajusta a tu problema, las matemáticas proveen de técnicas de resolución. Esas técnicas son a veces complejas, y necesitan además del desarrollo teórico e infraestructura relacionada con el 'big data', algoritmos informáticos que te ayuden a resolver un problema que a lo mejor ya no está esencialmente en las matemáticas.
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-Si el 'big data' te da la solución, ¿qué aporta el matemático?
-Los datos se generan con el comportamiento humano, de la sociedad, de la economía. Necesitas un algoritmo que te conduzca y dé los pasos necesarios hacia la solución. Esos pasos, ese diseño del algoritmo, es el matemático el que lo genera. También optimiza los procesos. El matemático tiene el marco teórico y lo lleva a la práctica. Primero hay que proporcionar un modelo adecuado, que viene de la realidad. Cuanto mejor sea el modelo, mejor aplicación tendrá a la realidad.
-La inteligencia artificial no lo logra sin la ayuda del hombre...
-Está muy de moda decir que las máquinas nos van a sustituir, pero yo creo que no. Nos ayudan muchísimo, y cuando las cosas son repetitivas, las máquinas lo hacen mejor y más rápido. No son un competidor, son una herramienta que nos ayuda. La persona es imprescindible todavía.
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«Las matemáticas aplicadas son como una pirámide; en la base hay años y años de esfuerzo en investigación básica»
-Que se lo digan a Nadal...
-Se juega con probabilidades, y la inteligencia ha llegado a niveles espectaculares, pero faltan muchos años para que se pueda prescindir de la inteligencia humana y de las personas.
-El factor humano es clave...
-Todos los algoritmos nos ayudan, pero al final tienen el sesgo de las personas que han programado. Se habla mucho del sesgo de género o de raza que pueden tener. Pensamos que los algoritmos son inocuos, pero no, claro, cuando uno diseña un algoritmo, de alguna manera, toda su educación, sus prejuicios, de alguna manera se vuelcan.
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-¿Deben las matemáticas involucrarse más en la búsqueda de soluciones en un mundo cambiante?
-Los matemáticos tienen que estar siempre abiertos y dispuestos a colaborar. Como otras ciencias, son las que aportan soluciones a los problemas en los momentos críticos. Pero hay que tener en cuenta que esas soluciones llegan por el trabajo previo de muchos años. La ciencia ha sido capaz de diseñar la vacuna de la Covid en un año, pero la gente no recuerda que las primeras investigaciones relacionadas tienen 15 o 20 años. La investigación básica hay que apoyarla porque la aplicación surge cuando pasan años. Las matemáticas aplicadas son como una pirámide: en la base hay años y años de esfuerzo y trabajo en investigación básica. Las matemáticas tienen que estar preparadas para, en cualquier momento, ayudar a los sociedad a resolver los problemas que tiene. Tenemos que estar siempre a disposición, no tenemos que excluirnos, ni permitir que nos excluyan del avance.
-Ese apoyo a la ciencia no siempre se traduce en inversión...
-Cuesta trabajo para las administraciones financiar actividades que no tengan un retorno inmediato, y uno lo puede entender; en épocas de crisis, cuando hay unas necesidades perentorias que atender, lo primer que se cae es la investigación, pero eso tiene un coste. Esa descapitalización de la investigación básica, en infraestructuras y personas, pasa factura. Si no se produce un relevo, que necesita una carrera larga, llega un momento en el que la generación de investigadores solventes que están resolviendo problemas se jubila y no tienes un recambio.
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-Ha ocurrido en los últimos años en la UMU: los catedráticos se jubilan sin relevo...
-Desde la crisis de 2008 no hemos recuperado la situación previa. Tras esos momentos, que fueron duros para todos, se produjo una descapitalización de la Universidad de la que todavía estamos sufriendo las consecuencias.
-Los estudiantes del grado de Matemáticas coinciden en decir que el comienzo es muy duro, pero que en algún momento de sus estudios dan un salto mental y todo cobra sentido.
-Es la realidad. Una de las características de las matemáticas es que es un lenguaje muy específico y concreto; cuando uno entiende ese lenguaje, todo marcha bien. Es como un idioma. Si no sabes alemán y te dejan caer en Alemania, te va a costar mucho trabajo. Cuando llevas unos meses vas aprendiendo y entendiendo. Pues con las matemáticas ocurre lo mismo: el alumno viene con una formación matemática del instituto muy ajustada, la que contemplan los planes de estudio. Pero hay un salto cualitativo muy importante cuando entran en primero de Matemáticas. El lenguaje es muy especializado, las matemáticas que han visto se dividen en muchas matemáticas, y el nivel de abstracción es muy alto. El salto es costoso el primer año. En segundo todo empieza a encajar.
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-¿Cuánto tienen de creativo las matemáticas?
-Son absolutamente creativas. A nivel de operatividad tienen que hacer tus cálculos, y en otras disciplinas se utilizan las matemáticas como herramienta; ahí no está ese punto creativo. Pero como ciencias de investigación, la creatividad es impresionante: tienes un lienzo en blanco para combinar todos los conocimientos previos que han aportado otros matemáticos con los que tú puedas deducir o crear.
«Te dan una configuración mental capaz de analizar problemas con sobriedad y resolverlos»
-Siguen siendo la asignatura más temida en colegios e institutos. ¿Es necesario un cambio en los métodos de enseñanza tradicionales?
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-Alcanzar cierto grado de habilidad en matemáticas requiere una madurez, y un cierto nivel de esfuerzo y dedicación. A veces, pedagógicamente, se quiere que todo sea sin esfuerzo, que no haya frustración, que todo sea un divertimento, y eso a veces no es la mejor manera de adquirir conocimiento, que cuesta siempre un trabajo. Se peca de querer hacerlo como que no va a costar esfuerzo y que sea divertido; y no se trata de que sea un infierno, pero hay que ser consciente de que el esfuerzo es necesario.
-Es un grado complicado, pero actualmente tiene una aceptación brutal; tanto en la demanda de plazas como en las salidas laborales...
-En el grado de Matemáticas y los dos títulos dobles, con Física y con Ingeniería Informática, hay una demanda altísima, espectacular. Se ha hecho una importante labor de divulgación, y además hay unas perspectivas laborales muy interesantes.
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-Ahora mismo se rifan a los egresados...
-Sí, se los rifan. En seis meses, el 70% de los egresados están trabajando; y antes de dos años el 100%. Y en trabajos relacionados con las matemáticas y con buenas condiciones. Ahora mismo tienen una demanda espectacular tanto en la entrada de los estudiantes como en la salida laboral.
-¿Y no debería la UMU sacar más plazas, teniendo en cuenta esas dos variables?
-Como decano, indudablemente habría que hacer un esfuerzo. No solo en Matemáticas, en las disciplinas con esa demanda de entrada y salida. La Universidad de alguna manera tiene que estar comprometida en dar una respuesta. Habría que hacer todo lo posible por aumentarlas, también para proveer a la sociedad de unos profesionales que ahora mismo necesita. Estamos en un momento dulce de demanda de estudiantes brillantísimos, con medias altísimas, y por parte de las empresas.
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«No se trata de que sea un infierno, pero hay que ser consciente de que el esfuerzo es necesario para aprender»
-Si la UMU se hubiera atenido solo a los criterios de demanda, cuando la Facultad de Matemáticas se anunciaba en los periódicos para buscar alumnos, habrían cerrado los estudios...
-Es lo que comentaba antes en referencia a los investigadores. Cuando descapitalizas una profesión te quedas sin reemplazo. Hace quince o veinte años hubo un momento en que no se cubrían las plazas, pero es que tampoco había demanda de las empresas. En los momentos críticos teníamos veintipocos alumnos; afortunadamente los equipos decanales se pusieron las pilas para trasladar la idea de que los estudiantes de Matemáticas podían ser muy útiles. Hace veinte años tampoco había necesidad de profesionales capaces de navegar en este océano de datos; hay sensores por todos sitios. Los datos amontonados no valen de nada, es necesario un análisis certero y preciso.
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-Las chicas se siguen resistiendo...
-En el grado de Matemáticas están por encima del 40%. En la Universidad hay muchas más chicas que chicos. Pero se nota más la diferencia en los dos grados conjuntos, donde los chicos son una abrumadora mayoría.
-¿A qué lo achaca? ¿Falta de referentes?
-En muchos casos puede ser, e intentamos hacer campañas para corregirlo. Hoy en día no hay limitación real a que las chicas entren, y tienen exactamente las mismas capacidades y competencias. Yo creo que lo que hay que hacer es proveer las condiciones para que todas las personas puedan estudiar lo que más les guste, y eso ocurre, pero sería beneficioso para todos.
-En la tarea de acercar las matemáticas a la sociedad y a la realidad, lleva años desarrollando actividades, como charlas divulgativas, olimpiadas, una participación constante en Twitter...
-Hay que acercarlas a la sociedad, no para que aprendan los teoremas, pero sí para inculcar la importancia que tienen en su día a día. Si la sociedad no valora una disciplina, difícilmente después apostará por ella. Son algo trasversal, y cuando cualquier disciplina científica hace un avance, sin duda en alguna fase del descubrimiento han participado matemáticos. La Facultad tienen que hacer llegar esa valor a la sociedad. Las matemáticas te dan una configuración mental para analizar los problemas con sobriedad, tranquilidad, encontrar la mejor solución. Esa mente que se decía 'cuadrada', es una mente analítica, capaz de resolver los problemas, y ese es el valor que buscan las empresas: gente capaz de analizar problemas y de buscar una solución creativa. En eso estamos entrenados los matemáticos.
-Matemáticos, epidemiólogos, bioquímicos... se han convertido en estos dos años en habituales de los medios de comunicación. ¿Supone un salto?
-Muchísimo. Internet funciona muy bien, pero los grandes medios de comunicación siguen siendo un referente; y que en esos medios se apueste por especialistas que den un poquito de luz supone un espaldarazo. Matemáticos y físicos formados en esta casa han estado muy demandados por medios nacionales y regionales, y han hecho una labor importantísima.
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«La UMU necesita ayuda para resolver el problema de los asociados»
-¿Qué le ha impulsado a participar en las elecciones al Rectorado como miembro de la candidatura de José Luján?
-En mis planes nunca estuvo dar este paso, estaba muy satisfecho en la Facultad y con el trabajo que estamos haciendo; pero cuando conoces el proyecto, la gente que va a participar... Estoy muy contento y muy ilusionado.
-El rector se comprometió en los anteriores comicios a rebajar la tasa de profesores interinos, pero la realidad es que cuatro años después no son menos...
-El problema va disminuyendo, pero es verdad que hasta que no haya una ayuda sustancial por parte de las administraciones autonómica y nacional va a ser difícil encontrar una solución definitiva, porque la Universidad no dispone de fondos propios. Confiamos en que, con la aprobación de la LOSU, haya una memoria económica suficiente para minimizar el problema. Hay que hacer todos los esfuerzos para reducir la plantilla de asociados. Siempre quedarán asociados, pero los que cumplen esa función de verdad.
-La LOSU y la Ley de la Ciencia introducen nuevas figuras laborales que habrá que encajar en la Universidad de Murcia...
-Hay un camino diseñado en investigación, y un mecanismo trazado, una trayectoria, para acceder al PDI. Puede ser un buen diseño de la carrera profesional, siempre y cuando vaya acompañado de una memoria económica que nos ayude. Ahora mismo aún no hemos recuperado todavía la situación previa al 2009. No es un problema fácil de solucionar solos.
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