Rambla Salada se convierte en el nuevo reservorio del fartet del Chícamo
Las tres subpoblaciones autóctonas de este pez en peligro de extinción siguen estables tras la DANA, pero con «la misma situación crítica que hace 20 años»
El último informe del seguimiento del fartet ('Aphanius iberus'), especie en peligro de extinción, hecho público por la Dirección General de Medio Natural hace unas semanas, revela que las tres subpoblaciones autóctonas de este pequeño pez –la del Mar Menor y sus humedales, la del Chícamo y la de la Rambla de las Moreras, según el estudio genético realizado en 2020 por los investigadores Doadrio y Perea– se mantienen estables pese a la DANA que en 2019 amenazó su existencia.
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Entre las principales sorpresas, el informe destaca la recolonización que este pez endémico del Mediterráneo peninsular y ampliamente amenazado ha hecho de Rambla Salada, donde se detectó en 2018 –probablemente reintroducido– y ha reconquistado 1.300 metros aguas arriba del embalse de Santomera. Según los muestreos, esta subpoblación autóctona, la misma que estaba en el Chícamo hasta que en 2017-2018 se dio por desaparecida en el seguimiento, tiene «una abundancia relativa alta y tanto la proporción de sexos como la estructura de edades son adecuadas», reza el informe de seguimiento.
Amenazado por la gambusia ('Gambusia affinis'), una especie exótica originaria del sur de Norteamérica con la que convive en franca competencia, el informe pone de manifiesto que el incremento circunstancial de la salinidad en este enclave, que se produce especialmente tras los meses de verano, ha beneficiado al fartet reduciendo la presencia de gambusia, muy común y «prácticamente imposible de erradicar del Embalse de Santomera, donde desemboca esta rambla».
La Administración elabora un proyecto para restaurar los humedales del entorno lagunar como refugios seguros frente a anoxias
Así, tanto el informe como la asociación Ecologistas en Acción, responsables del mantenimiento de tres balsas artificiales en Fortuna con 'stock' de fartet del Chícamo para garantizar futuras reintroducciones, piden a Medio Natural que, dada la desaparición del fartet del Chícamo y del establecimiento de esta nueva población viable, capaz de recuperarse tras una riada en Rambla Salada, «se declare este cauce como área crítica de recuperación del fartet y el resto del LIC Humedal del Ajauque y Rambla Salada como área potencial», apuntan.
Desde el departamento de Zoología y Antropología Física de la Universidad de Murcia, responsables del seguimiento en las Salinas de San Pedro, el Rasall y Marchamalo, el profesor e investigador Francisco José Oliva Paterna apoya esta iniciativa como una de las acciones de gestión que la administración debería llevar a cabo para recuperar esta especie, que «es patrimonio de nuestra biodiversidad y que tiene en la Región de Murcia y en el delta del Ebro sus dos poblaciones más importantes». Pero advierte de que «es necesario que la Administración ponga en marcha acciones de conservación activas que vayan mucho más allá del seguimiento de las poblaciones, que solo sirve para constatar, como ocurrió en el Chícamo, su desaparición». Así, cita como acciones inmediatas necesarias para sacar a esta especie de «la misma situación crítica en la que se encuentra desde hace 20 años» la creación de «nuevos hábitats refugio. No se puede pretender mantener las poblaciones autóctonas de interior en una sola ubicación, porque cualquier evento catastrófico puede acabar con la especie». Y recuerda que, desde 2001, la Administración regional tiene las directrices para desarrollar actuaciones de conservación y un listado de más de veinte hábitats potenciales de interior en los que reconstituir nuevas poblaciones.
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Mar Menor y su entorno
Aunque las poblaciones de las aguas someras y tranquilas del Mar Menor son las que mejor estado presentan, según los datos recabados por el departamento Zoología de la UMU, Oliva Paterna explica que la mejor manera de evitar que otro acontecimiento de mortandad masiva en la laguna deteriore la subpoblación del Mar Menor es rehabilitar parte de los humedales de su entorno (Lo Poyo, La Hita y El Carmolí), donde ahora se conservan charcas temporales con alta densidad de fartet.
De hecho, avanza, el departamento de Zoología y Antropología Física de la UMU está asesorando a la Administración en la elaboración de «un proyecto, que se debería desarrollar el próximo año, para restaurar los humedales del perímetro lagunar y generar pequeños cuerpos de agua que garanticen, a largo plazo, la conservación no solo del fartet, sino de otras especies como signátidos, gobios de arena, pequeños mugílidos o espáridos, o para la propia anguila, también en peligro de extinción. No es una solución, pero sí una herramienta a largo plazo ante futuros episodios de anoxia, pues los sistemas perimetrales no se verían afectados».
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Salinas con alto potencial
Por otra parte, el informe valora entre bueno y muy bueno el estado de las poblaciones de las Salinas de San Pedro del Pinatar, y se ha detectado la presencia de fartet en la charca del Coterillo, en la que, durante el proceso de restauración, la disminución de la salinidad ha permitido detectarlo después de seis años y «se está recuperando a niveles muy buenos», dice Oliva.
También la conservación de esta especie es «buena y muy buena» en las salinas del Rasall. Mientras la situación difiere en las salinas de Marchamalo, donde es buena y muy buena en el circuito este y malo en el circuito oeste. Por lo que los técnicos afirman que «las salinas de Marchamalo y el Rasall requieren un mantenimiento para la conservación del régimen hídrico» y recomiendan «la puesta en explotación» como «la solución más duradera».
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Con respecto a la subpoblación de la rambla de las Moreras (Mazarrón), el fartet sigue presente, con «una densidad baja», y amenazada por la alta concentración de nitratos, lo que hace recomendable, reza el informe, «su cría en cautividad para proteger la singularidad genética de la más meridional de las poblaciones autóctonas de fartet».
Evaluar el impacto en los macroinvertebrados
Rambla Salada es refugio de interesantes y singulares invertebrados acuáticos (se han detectado hasta 27 especies) que podrían verse afectados por la gambusia y fartet. No obstante, reconoce Pepa Velasco, catedrática de Ecología y al frente del grupo de investigación de Ecología Acuática, desde 2012 no se han realizado seguimientos de estas poblaciones, por lo que «se debería hacer una evaluación para ver el impacto de ambas especies de peces (la autóctona y la exótica) no solo en sus comunidades de macroinvertebrados, de relevancia mundial, sino también en las algas y el propio ecosistema», apunta ante su posible declaración como área crítica del fartet.
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