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Charo, con su hermana Cati y su hija Irene, en el congreso organizado ayer en Murcia por la Asociación Española contra el Cáncer.

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Charo, con su hermana Cati y su hija Irene, en el congreso organizado ayer en Murcia por la Asociación Española contra el Cáncer. JAVIER CARRIÓN / agm

La «onda expansiva» del cáncer

La enfermedad no solo afecta al paciente; las familias también requieren atención

Viernes, 5 de abril 2019, 02:30

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El cáncer no solo sacude las vidas de quienes lo padecen. La enfermedad cae, como una bomba de racimo, sobre su entorno. La «onda expansiva» llega a familiares y amigos, a todo el círculo íntimo. Lo recordaba ayer Manuel Molina Boix, presidente de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) en la Región, durante el congreso anual que esta organización dirige tanto a pacientes como a sus familias.

Charo Fernández pasó por un cáncer de mama hace doce años. Desde entonces está vinculada a la AECC, y ayer acudió al Auditorio Regional acompañada de su hermana Cati y de su hija Irene. «A mi me lo diagnosticaron con 39 años -contaba-; mi hija tenía 6 años, y el mayor 10. Me pilló criándolos. Intenté que les afectara lo mínimo posible; siempre fui muy positiva». Charo no tenía antecedentes en su familia. Ella fue la primera pero, a los pocos meses, a su cuñada, de su misma edad, le diagnosticaron un cáncer de pulmón. Después le tocó a su suegra, con un tumor de mama. Charo salió adelante. Su suegra y su cuñada, fallecieron. «Fueron un par de años muy malos. No nos daba tiempo a recuperarnos de un palo y caía otro».

Para esta familia de Bullas, fue un terremoto. Lo superaron con mucho amor y comprensión, y sin guardarse nada dentro. «Hablar, estar unidos, apoyarnos; es la base fundamental», resume Cati, la hermana de Charo. «A mí, desde aquella etapa me conocen como la 'chacha' de los potajes, porque me encargaba de que comieran», recuerda con humor. Si, para Charo, su hermana ha sido un pilar sobre el que apoyarse, sus dos hijos no han significado menos. Irene tiene ahora 19 años. Con solo seis, afrontó los miedos generados por la enfermedad de su madre y de su tía. «Me acuerdo de muchas cosas -recuerda-; no quería ir al colegio para no separarme de mi madre. Mi tía había muerto de cáncer; me dijeron que había ido al hospital y no volvió. Como mi madre acudía mucho al hospital, me daba miedo que fuese sola. Lo pasé bastante mal».

Hoy todo aquello ha quedado atrás. Charo, Cati e Irene son tres mujeres fuertes que lanzan un mensaje lleno de esperanza y vitalidad. «A quien le diagnostiquen un cáncer le diría que se lo tome como lo que es, una enfermedad de la que se puede salir, como ocurrió en mi caso. Me han quedado mis secuelas, como en cualquier otra enfermedad crónica», subraya Charo. Enamorada del teatro y la pintura, ni siquiera en los peores momentos abandonó sus aficiones. «Había días que no podía y me quedaba en el sofá. Pero normalmente iba, me sentaba en la butaca y cuando me tocaba, salía a ensayar. Estrenamos 'Ocho mujeres' (de Robert Thomas)».

El martes, Charo celebró su cumpleaños. «Me decían: 'pide un deseo', y yo decía: un año más. Es lo que pido todos los años, y con eso me conformo». Toda una lección de vida que hoy trata de transmitir a quienes afrontan la experiencia del cáncer.

La gran olvidada

Para la AECC, el apoyo de sus psicólogos al entorno más cercano de los pacientes es una prioridad. «La ruptura biográfica que supone un cáncer tiene un impacto en todo el círculo social», subraya Manuel Molina Boix. «Generalmente se olvida a la familia, cuando, si queremos que la persona enferma esté bien, tenemos que atender también a su entorno», advierte Yolanda López, psicóloga del Centro de Humanización de la Salud (CESH), en Madrid. «La sociedad no nos enseña cómo comportarnos, cómo acoger, cómo escuchar -reflexiona- Por eso hay que trabajar las habilidades sociales, la gestión de las emociones. Siempre digo que para aprender a hacer eso lo primero es saber escuchar, no con las orejas sino, también, con el corazón». Y con el corazón escuchan, desde que el cáncer tocó a su puerta, Irene, Cati, Charo y muchos más que ayer volvieron a llenar de vida el Auditorio Regional.

Cuatro de cada diez pacientes tienen dificultades por su situación económica

Marina Costa.

Además de apoyo psicológico, la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) atiende otras muchas necesidades de pacientes y familiares. «Lo primero con lo que nos encontramos es con mucha desinformación», señala Marina Costa, trabajadora social y orientadora laboral de la AECC en Murcia. «Normalmente, cuando a una persona le diagnostican un cáncer tiene claro los pasos que va a dar en cuanto al tratamiento, pero desconoce si puede o no solicitar un grado de discapacidad, o las ayudas a las que tiene acceso», explica.

En ocasiones, a la ansiedad, los miedos y el estrés por el diagnóstico se suman unas circunstancias socioeconómicas precarias. «El 11% de los pacientes oncológicos se encuentran en situación de extrema vulnerabilidad, y el 40% tienen dificultades para hacer frente a los gastos extraordinarios que conlleva la enfermedad, como pueden ser determinados productos sanitarios que no están subvencionados o los desplazamientos», advierte Marina Costa. Un estudio realizado por la AECC en la Región en 2017 reveló este alto porcentaje de pacientes con problemas económicos.

«Tener un cáncer es, probablemente, una de las peores situaciones a las que se enfrentan los pacientes en su vida. Si además de eso no puedes pagar la factura de la luz o comprar regalos a tus hijos en Reyes, se multiplica el malestar y la angustia», subraya Costa. De ahí que la AECC disponga de líneas de ayudas para afrontar todas estas situaciones.

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