Una noche a sangre y fuego
Un empresario de Abarán afronta una petición de 28 años por disparar contra tres hermanos Yepes en 2011, después de que estos lo apalearan junto con sus dos hijos
Camus habría contado que los tres disparos que Valentín Sánchez realizó aquella noche del 22 de diciembre de 2011, aquella noche que concluyó a ... sangre y fuego, resonaron como tres aldabonazos en la puerta de su destino. Ha transcurrido casi una década desde entonces y este empresario de Abarán, dueño de una firma de instalaciones eléctricas, no ha vuelto a cerrar los ojos cada una de estas más de 3.000 noches sin escuchar los estallidos sordos del arma y los fogonazos que brotaron de su boca como aliento incandescente. Su vida desde aquel instante ha estado y estará condicionada por esos tres disparos, que todavía retumban con nitidez en sus oídos, en su cerebro y en su alma.
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No es el único que los oye, que los siente, que aún los sufre. David Yepes, que en aquel momento contaba 28 años de edad, se llevó la peor parte de la refriega. Uno de los plomos le entró por el costado izquierdo, como un hierro candente le atravesó el pulmón de ese lado y le destrozó una de las vértebras dorsales, condenándolo de por vida a estar postrado en una silla de ruedas.
El suceso, que centró durante días y semanas la atención de los medios de comunicación de toda España, está por fin cerca de que la Justicia dicte sentencia. De que se haga justicia, si es que tal cosa es posible en un asunto con tantas aristas y tan diferentes –radicalmente enfrentadas– perspectivas como ofrece este.
José Manuel Yepes, uno de los implicados, cumplió una pena de 81 años por el asesinato en Cieza, en 1990, de tres novilleros
Para el Ministerio Fiscal, cuyo estatuto lo define como el defensor objetivo e imparcial de la legalidad, los hechos están claros. Aunque lo cierto es que los hechos son los que ofrecen menos discusión en este asunto. Cuestión bien distinta es la interpretación legal que se haga de los mismos, que es donde reside el meollo de la cuestión y que será la que decidirá si Valentín, y solo Valentín, acaba siendo castigado con una elevadísima pena de prisión o si, en virtud de la posible concurrencia de circunstancias atenuantes y hasta eximentes, la condena se verá atenuada o incluso completamente soslayada.
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Por unas certificaciones
Todo comenzó aquí. En Ricote. Y en ese tiempo. En 2011. Tres de los hermanos Yepes, José Manuel, Javier y David, habían adquirido en aquellas fechas sendas viviendas en una promoción recién construida en esa localidad. Querían instalarse en ellas con sus respectivas familias, de manera inmediata, pero se encontraron con el problema de que el promotor no les entregaba los certificados de la instalación eléctrica, de manera que no podían contratar ese suministro.
Por tal motivo, conscientes de que quien debía confeccionar esos documentos era el instalador que había hecho el trabajo, el empresario abaranero Valentín Sánchez, «decidieron conseguirlos de él a todo trance», según describe el fiscal en su escrito de calificación provisional, al que LA VERDAD ha tenido acceso.
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En la tarde-noche del 22 de diciembre de 2011 se desplazaron en una furgoneta hasta la nave que este industrial posee en la localidad ribereña y entraron en la misma armados con un cuchillo de cocina –José Manuel– y con un trozo largo de cable eléctrico –David–, similar a un látigo. Esos eran los principales argumentos que enarbolaban para convencer al electricista de que le convenía ceder a sus requerimientos.
Cuando localizaron a Valentín, que estaba acompañado de dos de sus hijos, le exigieron la entrega de los boletines, pero este les indicó que el único que podía dárselos era el promotor. Ello provocó en apariencia la violenta reacción de los hermanos, lo que llevó a David a asestarle presuntamente una fuerte bofetada al mayor de los hijos de Valentín, llamado igual que este, quien se desplomó y comenzó a ser apaleado en el suelo. A su vez, Javier Yepes habría empezado a asestar puñetazos y patadas al menor de los Sánchez, José Antonio, mientras José Manuel Yepes acorralaba al empresario y le colocaba presuntamente el cuchillo en el cuello.
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Logró huir y avisó a la Policía
En un momento dado, Valentín hijo logró zafarse de David y echó a correr hacia la calle con el propósito de alertar a la Policía Local. Por su parte, el industrial logró convencer a José Manuel de que iba a entregarle los certificados, lo que permitió que la supuesta agresión cesara por unos minutos. Valentín se sentó al ordenador, tecleó y dijo que el problema estaba solucionado, de manera que los tres hermanos Yepes, seguros de haber logrado su propósito, salieron de la nave y se montaron en la furgoneta para retornar a Ricote.
Fue entonces cuando el empresario empuñó una pistola para la que tenía licencia de tiro olímpico y corrió tras el vehículo de los agresores. Y cuando estos se detuvieron en un 'stop', realizó tres disparos «con evidente intención de causar la muerte a cualquiera de los hermanos», según describe la fiscal.
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Una de las balas, tras rozar a José Manuel, que iba al volante, acabó impactando en David, que tenía entonces 28 años, y le causó gravísimas lesiones que a punto estuvieron de provocarle la muerte y que finalmente le ocasionaron una paraplejia. Otro proyectil hirió a su hermano Javier, de 23 años, al entrarle por la escápula izquierda y destrozarle el pulmón izquierdo. Tuvo que ser intervenido y tardó 287 días en restablecerse. David, por su parte, estuvo 274 días hospitalizado y actualmente arrastra secuelas muy importantes, entre ellas la mencionada paraplejia.
Valentín Sánchez y sus dos hijos tampoco salieron indemnes del violento encontronazo con los tres Yepes. El empresario, que tenía 57 años en ese momento, sufrió distintas lesiones físicas, pero especialmente relevantes fueron los problemas psicológicos derivados del suceso, que le sumieron en una depresión durante 180 días y le han dejado un trastorno de estrés postraumático. Una situación similar por la que pasaron y atraviesan todavía sus dos vástagos, según los informes forenses obrantes en estas diligencias judiciales.
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Una dura calificación
El fiscal que ha calificado estos hechos, una vez concluida la investigación desarrollada por el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Cieza, señala al industrial abaranero como presunto autor de tres delitos de asesinato en grado de tentativa, por los que le reclama penas que suman 28 años de prisión, además de prohibición de comunicarse o aproximarse a los hermanos Yepes a menos de 300 metros, por tiempo de hasta 18 años. Igualmente, pide que les indemnice con cantidades que suman casi 370.000 euros.
Para los Yepes, por su lado, pide penas de dos (Javier), tres (David) y seis años de prisión (José Manuel) por presuntos delitos de lesiones y coacciones, además de prohibición de alejamiento del empresario y su familia por un periodo de hasta ocho años.
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Un juicio con mucho morbo
El juicio que se celebrará en la Audiencia Provincial tendrá el morbo añadido de volver a ver sentado en el banquillo a José Manuel Yepes, el autor material del triple crimen de los novilleros de Cieza, ocurrido el 1 de diciembre de 1990 en la finca ganadera Charco Lentisco. Fue él –junto a otra persona nunca identificada– quien según la sentencia dictada en su día mató con disparos de escopeta a tres aspirantes a toreros, El Loren, Rumbo y Panduro, quienes se habían desplazado hasta la finca ganadera para torear a la luz de la Luna.
Especial interés tendrá asistir a la defensa de Valentín Sánchez por parte del letrado Raúl Pardo-Geijo, pues todo apunta a que invocará circunstancias atenuantes de la responsabilidad, como la reparación del daño –Valentín ya ha ingresado casi 55.000 euros para indemnizar a los Yepes–, o eximentes, como el miedo insuperable o la legítima defensa, convencido de que puede luchar por la absolución plena. Unos conceptos jurídicos, estos dos úl timos, que rara vez se plantean en los tribunales con algún viso de prosperar. En este asunto, a priori, cuando menos habrá debate.
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