«Al llegar ves autovías y edificios colapsados; vamos a contra reloj»

Pardo acompaña a otras doce personas de Bsuf en su misión en un país que se encuentra sumido en el caos desde que la tierra rugiera con dos sacudidas 7,8 y 7,5 grados en la escala de Richter que ha convertido barrios enteros en escombreras y que deja ya más 5.000 fallecidos y 20.500 heridos entre el sureste de Turquía y el norte de Siria. En estos primeros momentos, «el principal reto es poner orden para aprovechar de la mejor manera los recursos», reconoce. «En los aeropuertos hay muchos grupos de rescate que están llegando retenidos por el colapso en las vías de entrada». La tarea que les espera es prácticamente inabarcable. «No estamos todavía en la zona cero, pero ya hemos podido ver zonas con muchas estructuras colapsadas, algunas de forma parcial y otras totalmente».

En este contexto, la prioridad es ponerse manos a la obra cuanto antes. «La idea es estar allí antes de que anochezca para aprovechar todo el tiempo de luz que podamos. Cuando caiga la noche seguiremos con los grupos electrógenos también», asegura. «Los primeros en intervenir serán los perros de rescate con sus guías para intentar dar con gente que no haya podido salir de los edificios y que todavía se encuentren con vida». Una vez que los animales marquen la presencia de una persona, los bomberos «se encargarán de trazar una vía de acceso hasta la víctima y después de evacuación», detalla Pardo. Ese será el momento en que él y los otros dos sanitarios deberán tratar de estabilizar a la víctima a la espera de poder trasladarla a un centro sanitario, que en estas circunstancias puede ser muy complicado.

«Tenemos que ser rápidos. La experiencia nos dice que a partir de las 72 horas la supervivencia de víctimas es muy muy baja –indica–. Tenemos que correr, porque ya hemos cubierto la mitad de ese tiempo límite». Después vendrá la fase de postemergencia, donde los trabajos se centrarán ya en tratar de rehabilitar algunas estructuras y «evitar que la gente muera por heridas e infecciones que también causan mortalidad en este tipo de emergencias», explica Pardo.

El terremoto en Turquía, que ha reavivado en la Región el recuerdo de los seísmos de Lorca en 2011, presenta en cambio diferencias significativas con este, según detalla Luis Cabañas, sismólogo de la Red Sísmica del Instituto Geográfico Nacional (IGN): «En este caso, el desgarre ha sido casi puro, es decir, que el desplazamiento a ambos lados de la falla ha sido horizontal, mientras que en Lorca hubo también un componente vertical». Además, mientras que en Lorca la profundidad del epicentro se situó a unos 5 kilómetros, en Turquía el temblor se originó a cerca de 18. «Si el de Lorca hubiera ocurrido a esta profundidad, probablemente los daños habrían sido menores, pero con 7,8 grados, casi da igual dónde ocurra», apunta. Cabaña reconoce que ahora puede esperarse «un cierto efecto mariposa» en cuanto a movimientos sísmicos, aunque no considera probable que el terremoto turco «acelere algún cambio en las fallas españolas».

Por otra parte, el ofrecimiento de la Región de Murcia al Gobierno de España realizó para ceder medios técnicos y un equipo de expertos en rescates y dos perros especialistas en salvamento, sigue a la espera de respuesta. Este martes, la Consejería de Medio Ambiente se puso en contacto con personal de la Secretaría de Estado del Ministerio de Asuntos Exteriores para saber si habían recibido su correo electrónico detallando los medios disponibles. «Ni siquiera nos han podido confirmar la recepción del correo», lamentaron ayer fuentes de la Consejería.