Álex
Director del Centro de Restauración de la Región

Javier Bernal, el restaurador que ama a Sorolla y tocó la Sixtina

Licenciado en Bellas Artes y funcionario de carrera, vela por el fondo de la CARM. Como responsable, y antes como técnico, ha «entrado o mirado en las tripas» de alrededor de 400 obras artísticas

Lunes, 29 de septiembre 2025, 01:28

Perfeccionista y preciso de serie, jugador de equipo, «'echao palante'», con plan B siempre en la recámara y una pasión que se mantiene intacta décadas ... después de iniciar su andadura profesional, a él le debe la Región, entre otras alegrías culturales, haber acogido un Picasso que llegó al Mubam, prestado, desde la colección permanente del Thyssen.

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Cuentan quienes le conocen, y él mismo no se oculta, que en cualquier ciudad como «residente, visitante, viajante o turista», puede vérsele embelesado mirando una fachada o contemplando cómo, bajo la intervención de un compañero, va revelando una obra su esplendor y nitidez originales. «Fíjate qué trabajo tan feo, vivir rodeado de arte», sonríe mientras habla.

Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, donde se especializó tanto en Pintura como en Restauración, y funcionario de carrera desde 1997, Javier Bernal Casanova (Málaga, 1964) cumplirá el próximo mes de noviembre cuatro años en la dirección del Centro de Restauración de la Región, dependiente de la Dirección General de Patrimonio Cultural, 'custodio del patrimonio artístico de la Comunidad Autónoma (CARM), 'sanador' para museos, cofradías e iglesias, y sin duda referencia nacional en la conservación y restitución de la escultura barroca murciana, más allá de Francisco Salzillo. Junto a él, que es también responsable del Comité de Tasación de Obras de Arte de la Región, un historiador, dos restauradores de pintura y escultura, una restauradora arqueológica, un auxiliar administrativo y, «en breve», un técnico interino forman ese tipo de equipo en el que «todos opinan y todo se consensúa». A ellos se suman especialistas con los que se suscriben contratos menores para realizar encargos puntuales en las instalaciones del centro.

Recuerda Bernal con emoción que subió a los andamios, de espectador, durante la gran restauración de los frescos de la Capilla Sixtina en los años 90, aunque le hubiera gustado intervenir directamente en su recuperación. Y, con orgullo, explica que por el centro regional han pasado, entre otras, creaciones de Tàpies, El Greco, Murillo, Sorolla y Rivera, este último de reciente recuerdo gracias a la donación al Museo de Bellas Artes de Murcia, el citado Mubam, de 32 obras de la colección de Adela Barba. Restauradas ya siete, están inmersos en una segunda fase, entre cuyas obras «hay un bombazo»: un cuadro de final del XVI, de Procaccini, autor «presente en las mejores pinacotecas del mundo, como El Prado o Los Uffizi».

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La trayectoria de Bernal comenzó quizá mucho antes de terminar la carrera. Quién sabe si ya estaba escrita su vinculación con las artes plásticas para este sobrino nieto de la cartagenera Sofía Morales, nieto de un abogado que pintaba, hijo de un ingeniero de Obras Públicas también aficionado y hermano de un fotoperiodista señero de la Región, Tito Bernal. «Si el chico va a tirar por ahí, que practique», cuenta Javier que pensó su padre cuando, siendo él adolescente, comenzó a asistir de forma externa a los cursos monográficos de la Escuela de Artes y Oficios. Decidido a estudiar Bellas Artes en Madrid, para lo que entonces exigían aprobar una prueba de ingreso «por la que estabas quince días dibujando al natural», no dudó en plantearse –de fallar– estudiar Arquitectura en Valencia. Mejoró su estancia en la capital con comidas de domingo en casa de su abuela y mañanas, dominicales también, y «culturales», en las que confiesa que «soltaba la turra sobre arte» a algunos compañeros de colegio mayor después de visitar la Casa Sorolla o El Prado, y antes de terminar la quedada con una cerveza. Y mientras tanto, como un amor que espera a la vuelta de la esquina, pasar por las aulas de restauración de la Complutense se convirtió en flechazo. Y hasta hoy.

En el Centro de Restauración comenzó como técnico y se estrenó en la coordinación, en un primer ensayo en el mundo de la gestión que le sirvió de lanzadera para dirigir el Mubam entre 2014 y 2020 y enarbolar la Jefatura del Servicio de Museos de la Región durante tres años, algo que simultaneó con la vocalía nacional en la Junta Superior de Museos. Podría dar la cifra precisa, porque la labor del centro está catalogada al detalle, pero no titubea al asegurar de memoria que, en sus diferentes etapas ligado al «hospital regional de las obras de arte», ha entrado directamente «en las tripas», colaborado en la recuperación o supervisado cerca de doscientas pinturas y otras tantas esculturas, muchas de ellas de madera policromada. Sobre esta especialización avanza que tiene en proceso de intervención, o está a la espera de recibir, entre otras, imágenes con valor histórico y emocional como el Cristo del Consuelo, de Cieza; la Virgen de la Amargura, del Santo Sepulcro de Murcia; la Virgen del Rosell, de Cartagena, o la Virgen del Primer Dolor, de los Californios.

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