Fran, durante el encuentro en una plaza del centro de Murcia. Javier Carrión / AGM

«Fumar 'crack' y heroína ha hecho que me convierta en lo que odiaba»

Fran cuenta cómo su adicción a las drogas le ha llevado a perderlo todo en su vida en cuestión de meses y lanza una alerta: «Cada vez somos más»

Lunes, 4 de marzo 2019, 08:35

Fran no lleva los brazos taladrados por agujas, no tiene abscesos provocados al derramarse el veneno en la piel ni le han desaparecido las venas de tanto pincharse. Ahora no se inyecta la droga, ni él ni la gran mayoría de los adictos a la heroína. El perfil del heroinómano cambió hace años por el terror al sida y a la hepatitis C, dos enfermedades que se llevaron por delante a una generación entera en los años ochenta y noventa. «Ha matado a más gente que la Guerra Civil», dijo una vez Carmen Avendaño, presidenta de Madres contra la Droga. El caballo ahora se fuma sobre papel plata y quien lo hace o es un exadicto de la época del chándal de táctel que ha recaído o es un consumidor de cocaína en base que busca compensar sus efectos delirantes. Fran es del segundo tipo de adictos. Estudió una carrera, sabe idiomas y proviene de una familia de clase media, aunque su padre lo desheredó antes de fallecer.

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Este valenciano, que se vino a Murcia detrás de una chica hace cuatro años, pertenecía a un grupo de extrema derecha en su ciudad natal. Un tatuaje en uno de sus antebrazos le recuerda esa época. «Me lo he intentado borrar pero no hay manera». Su historia es la de alguien que se ha transformado en lo que más despreciaba: en una rémora de la droga. «Si el Fran de antes viese al Fran de ahora seguramente lo molería a palos. Me he convertido en lo que odiaba».

Tiene 34 años pero aparenta diez más. Vive en la calle. Ha perdido 20 kilos. Pide para drogarse. Duerme en la puerta de una antigua sucursal desmantelada del barrio de Santa Eulalia bajo una montaña de cartones. Son las once de la mañana y acaba de despertarse. «Esperadme en la plaza de San Juan. Voy a espabilarme y en quince minutos nos vemos». Fran va a fumarse su primer 'chino'. «En Murcia se puede pillar heroína a cualquier hora. Hay dos zonas en el centro que la proporcionan las 24 horas del día y otra en el barrio de Los Rosales, en El Palmar, donde además hay fumaderos para que consumas sin dar el cante por la calle.

Allí he visto drogarse a gente de toda clase social. Una vez compartí un 'chino' con un profesor y un abogado. Ahora hay más enganchados al caballo. Consumirla fumada en lugar de inyectada ha hecho que se pierda el miedo al caballo y no se ve tan perjudicial como hace 40 años. Veo gente que es adicta y no se considera yonqui porque no se la chutan y hablan de ella como algo no tan perjudicial, y lo peor es que lo dicen convencidos», recuerda el toxicómano. Pero Fran consume también cocaína en base o 'crack', como se conoce coloquialmente. «Sus efectos son como un orgasmo potente y breve, un golpe de placer intenso que de repente se va. Por eso para volver a sentirlo necesitas varias dosis al día», explica. El problema es que de tanto 'viaje' llega un momento que su cuerpo se descompone, llega el nerviosismo, la paranoia y el dolor físico. «Te duele todo y caminas como si tuvieses chinchetas en los pies». Para que esos efectos desaparezcan se fuma la heroína, un opiáceo derivado de la morfina «es lo más barato para hacer desaparecer el dolor físico y emocional».

«Consumir heroína fumada en lugar de inyectada ha hecho que se le pierda el miedo»

«Una vez compartí un 'chino' con un profesor y un abogado. La droga no distingue de clases»

En esa atracción de feria de subidas y bajadas es en la que Fran lleva montado dos años. «Subo con la coca en base para bajar con el caballo, y cuando estoy abajo vuelvo a subir para bajar de nuevo. Es de locos», relata. Es consciente de que las drogas puede acabar con él y cuenta que su adicción al veneno fue provocada por amor. Cuando empezó a vivir en la capital con su expareja, su vida era normal. Encontró trabajo pero ella estaba en paro, por eso entró en una depresión y empezó a consumir heroína, cuyos efectos por la abstinencia también son terribles. Fiebre, náuseas y unos dolores musculares que muy poca gente puede soportar. «Un día fui a pillar algo porque ella estaba fatal con el mono y para que no lo consumiera sola tuve la magnífica idea de probarlo a su lado. Ahí me condené porque el caballo que pillábamos iba mezclado con un poco de 'crack'. Al poco tiempo ya no pude dejar ninguna de las dos drogas y me volví un yonqui», recuerda. A esa combinación de cocaína en base con heroína se la conoce como 'speedball' o 'bola rápida' y algunos camellos la 'cocinan' para tener a sus clientes despiertos. «Es muy difícil encontrar heroína pura como la que había antes, que era de color blanca; la de ahora es marrón, de mala calidad y muy cortada. Normalmente los traficantes venden la heroína con un poco de cocaína para que el que la consuma no se quede tan colocado que no pueda ni moverse y deje de comprar. Por eso contrarrestan los efectos del neurodepresor con una sustancia con efectos euforizantes», explica Pato Romero Valdespino, terapeuta de Proyecto Hombre.

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Para salir de ese bucle letal es imprescindible tener algo fuera que tire del adicto y le haga salir. «Hijos, padres, amigos, primos... Si no hay nadie al otro lado es muy complicado cambiar por sí solo un patrón de comportamiento adictivo que se repite y que lleva arraigado en su cerebro varios años», indica Valdespino. A Fran no le queda nadie así en su vida y dice que prefiere que sus problemas diarios se reduzcan a uno: conseguir dinero para pillar. «Parece sencillo pero no lo es. A veces me duermo cabeceando con la última calada de caballo y cuando me despierto pensando en el primer colocón, me digo: 'Joder ahora empieza todo de nuevo'».

Basterrechea: «Los analgésicos opioides son el paso previo a la adicción a la heroína»

«En una escala del 1 al 6 en poder de adicción, la heroína se sitúa en un 6. Está considera la droga más adictiva que se conoce». José María García Basterrechea es uno de los mayores expertos en atención y tratamiento de adicciones y drogodependencias de Murcia. Por su consulta han pasado decenas de personas para liberarse de la droga, y en concreto en este momento está tratando a dos personas enganchadas a la heroína. «No se puede decir que su consumo haya aumentado de manera preocupante porque ningún informe respalda esa afirmación, pero tampoco es tan residual ni tan marginal como parece», indica el experto.

El perfil del consumidor de esta sustancia ha cambiado en los últimos años. El heroinómano ya no pertenece unicamente a la clase social marginada. «En mi clínica he tratado a personas que nunca me esperaría que fueran adictas a la heroína. Son gente de clase media, trabajadora y, alguno de ellos, muy joven», explica Basterrechea. Existen otras señales que se deben tener en cuenta para evitar catástrofes como la que padeció España hace cuatro décadas. «En Estados Unidos hubo una fiebre por el consumo de analgésicos muy potentes que los médicos recetaban a discreción. Esto provocó dependencia y derivó a la heroína, mucho más barata. Allí, el perfil del consumidor ha cambiado drásticamente. Antes eran hispanos y afroamericanos, pero ahora los toxicómanos son los hijos de los padres con un nivel de vida alto. Esto no ha llegado aquí, pero lo que sí advertimos es que el consumo de medicamentos opiáceos está alcanzando niveles muy altos y esa fue la puerta de entrada de la heroína a las casas de los americanos», avisa el doctor.

Efectivamente, los datos oficiales no respaldan los indicios de la calle de que existe un repunte en el consumo de heroína. Según la encuesta Edades de 2017, el 0,4% de adultos consultados en la Región declaró que había consumido heroína alguna vez en su vida.

Sin embargo, el porcentaje se eleva hasta el 1% si quien contesta a esa cuestión es un adolescente de entre 14 y 18 años, según otro informe, el Estudes.

Fuentes policiales afirman que sí han detectado un leve incremento del uso del caballo pero «no es preocupante». Las cantidades de droga que se aprehenden son menores que otras drogas porque la cantidad de heroína que se consume de una vez también es menor. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han incautado 65 kilos de esta sustancia en los últimos ocho años en la Región. El año 2015 fue el periodo en el que más droga se aprehendió con 20 kilos, 18 de ellos intervenidos por la Policía Nacional en Murcia a una banda de narcos búlgaros en una de las mayores operaciones contra la distribución de esta droga en la Región.

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