Francisco Carreño Sandoval, en el monte, en el término municipal de Cehegín. Guillermo Carrión / AGM
Presidente de la Asociación de Propietarios Forestales de la Región de Murcia

Francisco Carreño: «Los incendios son imposibles de eliminar, pero sí podemos minimizarlos»

«Hacen falta tener más pistas forestales porque solo llegamos al 20% de los montes, cuando se trataría de alcanzar a la mitad», asegura el presidente de la Asociación de Propietarios Forestales de la Región de Murcia

Lunes, 26 de agosto 2024, 07:24

Francisco Carreño Sandoval (Murcia, 1959) es presidente de la Asociación de Propietarios Forestales de la Región de Murcia (Profomur) y de la Confederación de Organizaciones ... de Selvicultores de España (COSE). Atesora una dilatada trayectoria y gran conocimiento en materia de gestión en este ámbito, empezando por la propia finca de su familia, situada en el paraje La Hoya de Don Gil, en Cehegín, su pueblo, donde reside. Jubilado, tras ejercer como profesor del departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Murcia, destaca su papel impulsor de la planificación de los montes privados en la Comunidad. Además, lleva un año al frente de la organización PEFC España, que promueve, divulga y certifica la gestión forestal sostenible. Asimismo, es viticultor y preside la Denominación de Origen (DOP) Bullas.

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-¿Cómo un profesor de Económica entra en el sector forestal?

-Pues tras regresar de estudiar en Madrid y sacar la plaza en Murcia, al ser el hermano mayor me hice cargo de la finca de la familia. Y con 26 años que tenía, imagínate todo lo que quería hacer, y además con un enfoque asociativo. Así, empecé a plantearme preguntas que, por otro lado es lo peor que puedes hacer, donde ponía la preocupación no solo en la tierra de labor, viñedos, almendros, sino también en la parte de monte, que aunque históricamente siempre tuvo un papel estratégico como lugar de vida, sin embargo, no se le da el valor que tiene. Porque aquí no hay una cultura sobre el papel que cumple el terreno forestal, que es frontera de todo, climática, del desierto. Y eso que los montes que tenemos en esta Región son una joya, como es ese biombo que va desde Sierra Espuña, la Selva (Bullas), Burete (Cehegín), Caravaca, en dirección a la cordillera Prebética, a la Sierra de Cazorla.

-¿Se reconoce en la Región el valor de los montes? ¿Se gestionan y aprovechan como se debería?

-El monte sin gestionar no es nada. Lo que sucede es que la gente quiere ver muchos pinos y no puede haber un tronco cortado, pero no puede obviarse que aquí hay una lucha por la humedad. Precisamente, donde están los pinos más marrones es en aquellas masas forestales que no están gestionadas. Algo que se nota ahora con motivo del mayor estrés hídrico. Así que si hay el doble de pies de los que corresponden, pues lógicamente afecta todo. Pero esto no es una cosa nueva. Los mejores ingenieros de montes lo saben, y conocen perfectamente lo que hay que hacer, aunque como consecuencia del movimiento ecologista y las presiones, así como los políticos que reaccionan a eso, pues ha habido unos parones en esta cuestión, a partir de un enfoque con una cantidad de lugares comunes, de tópicos, frente a lo que antes era habitual. Nuestros abuelos entenderían perfectamente de lo que estamos hablando.

-¿Considera que nos hemos pasado con el conservacionismo?

-La gente se ha alejado de la naturaleza. Hay una desconexión con el territorio, no solo física sino también mental, y que responde a los mensajes que se lanzan. Pero es evidente que cuanto mejor gestionadas están las masas forestales, más resilientes son. Porque también existe un problema de densidad. Y cuando se corta un pino es que hay que hacerlo para que viva, para que haya una regeneración natural. Mucha gente se fija en ese tronco, pero no mira las consecuencias a medio y largo plazo. Es como también quitar árboles secos porque pueden crear plagas, pero dónde hay dinero para eso. Lo único que existe es el Programa de Desarrollo Rural (PDR), que contó con algunas medidas que nos costaron sangre, sudor y lágrimas conseguir. Sin embargo, no se sacan otras ayudas necesarias.

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-¿Cómo se pueden cambiar la mentalidad para un mayor aprovechamiento de los recursos?

-De entrada, al mundo forestal no se le ha hecho ni caso. Aquí hay una mentalidad demasiado protectora con los montes públicos, entonces cómo te vas a meter con los privados. Por ello, decidimos crear la asociación hace unos 30 años para empezar a reivindicar, y algunas cosas hemos conseguido. Por ejemplo, hubiera sido una cosa de locos pensar entonces que hoy generaríamos biomasa, que incluso se exporta por el puerto de Cartagena; o que el hospital de La Arrixaca compre una caldera para consumir biomasa de la Región.

Las frases

  • Visión «El monte sin gestionar no es nada. Lo que sucede es que la gente quiere ver muchos pinos y no un tronco cort ado»

  • Sostenibilidad «Del gran incendio de Moratalla en 1994, con 30.000 hectáreas afectadas, se han tratado poco más de un millar»

  • Productividad «Hace años hubiera sido de locos pensar que generaríamos biomasa, que incluso exportamos»

  • Reivindicación «Las zonas rurales y forestales pesamos poco en población y, por tanto, en votos»

-¿No se aprovecha lo suficiente?

-Aquí no hay un negocio forestal como en otras zonas de España, como puede ser Galicia. Quiero decir que tenemos árboles, pero no tenemos madera. Porque nuestro pino carrasco es de crecimiento muy lento, y tiene un valor diferente que, además, ha ido perdiendo peso para los envases frente al plástico. Y tampoco se utiliza como antes en la construcción, aunque hay proyectos que apuntan hacia un mayor uso en este sector.

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-¿Qué cosas se deben hacer mejor para aprovechar y, a su vez, proteger más el medio?

-Por poner un caso, hace falta tener más pistas forestales porque se necesitan máquinas para acceder y retirar árboles, sin embargo solo tenemos para llegar al 20% de los montes, cuando se trataría de alcanzar a la mitad, el 50%, lo que no sería una locura. Pero para eso necesitas hacerlas poco a poco. El problema es que todo está manchado por las ZEPA y lugares protegidos. Por otro lado, todo ha cambiado mucho. De hecho, ya no se hacen cortafuegos, debido a la erosión con las lluvias, a su impacto visual. Es mucho mejor hacer una buena pista que puede tener motobombas y a los dos lados, que llamamos fajas auxiliares, quitar densidad de arboles y podar. De esa manera, estéticamente queda arbolado, pero a su vez se facilita el acceso y se limitan las consecuencias en caso de un incendio.

-También existen riesgos ante la mayor actividad, o la amenaza que suponen los incendios forestales, sobre todo en esta época.

-Los incendios son imposibles de eliminar. La cuestión es qué quema un incendio, y ahí sí podemos trabajar, es decir, minimizarlos en cuanto a su impacto. Porque los que se producen de forma natural son mínimos, ya que la mayoría son intencionados o por negligencias. Así que donde sí se puede avanzar es en prevención, y al intervenir. Luego hay que actuar en las zonas incendiadas para que se recuperen lo más rápido posible.

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-¿Y se actúa bien en ese aspecto?

-Pues mira, del gran incendio de Moratalla en 1994 -que afectó a más de 30.000 hectáreas-, se han tratado poco más de un millar. Y, sin embargo, de lo que han soltado las piñas en estos años hemos llegado a contar hasta unos cien mil pies. Sin embargo, ante ese volumen de pinos es imposible que crezcan y se vean maduros. Por lo que hay que quitar, pero para esa tarea de gestión hacen falta recursos y planificación.

-Tampoco contamos con un clima favorable que ayude, con la amenaza de la desertificación.

-Mucha gente se pregunta cómo es posible que haya árboles, cuando los libros científicos dicenque por debajo de 250-300 litros/m2 no es posible. Pero llegas a esta tierra y ves estos rincones, y se trata de la naturaleza, de la orientación, del microclima. De hecho, disponemos en la Comunidad de unas 300.000 hectáreas de arbolado, aunque lógicamente hay mucho monte bajo porque el terreno es árido. Aunque aquí, a poco que llueve, se ve la mayor productividad de una gota en comparación con otros sitios donde la superficie forestal es mayor.

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-¿Puede aunarse protección y una mayor actividad productiva?

-La propia Administración se ha metido en ese lío, porque no hay un concepto integral. Por otra parte, la política más intervencionista de toda la vida ha sido la forestal. Porque yo no puedo cortar ni un pino en mi propiedad. Es que hay cien mil barreras burocráticas. Por tanto, estamos acostumbrados a estar intervenidos, pero podría ser perfectamente compatible y no estar todo desaprovechado. Porque, además, el reconocimiento para que un territorio haya sido protegido viene de la propia labor hecha por los propietarios. Al final, se dan razones estructurales que impiden que avancemos, en primer lugar por al cortoplacismo político, y segundo, por el diseño compartimentado de las administraciones.

-Los municipios deberían tener un importante papel respecto a lo público y los vecinos podrían también implicarse más.

-Nuestros ayuntamientos no tienen cultura forestal. El problema es que los vecinos desconocen y no se preocupan tampoco de la gestión y del valor que pueden generar los montes. En otras zonas de España no es así. No obstante, que no se valore por dejación, no quiere decir que no valga. Antiguamente la gente sacaba leña, y cuidaba el monte; quitaba el pino caído, el mocho por la nieve. Luego estaba el aprovechamiento del pasto con el ganado. Por eso nosotros reivindicamos la gestión de lo que llamamos bienes ecosistémicos, aquellos que no pasan por el mercado de precios pero que los tenemos bien estudiados y son fundamentales en valor. Se trata de intangibles como el CO2, la lucha contra la erosión, la biodiversidad, el ciclo del agua, el paisaje. Porque es muy estrecha la relación entre cantidad y calidad de los mismos.

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-¿Debe cambiarse el paradigma?

-La cuestión de futuro es que haya mucha gente de verdad que al pasear por el monte, al salir con su bicicleta, se pregunte qué hay detrás de ese monte, si estaría así si no hubiera gente implicada, y cómo uno puede ayudar. Y no digo económicamente sino empezar desde el punto de vista del propio reconocimiento social. Porque el gran problema va a ser cuando la gente que está ahora desaparezca, ya que no parece tener continuidad.

-¿Cómo se puede concienciar más en ese sentido?

-El problema es cómo se transmite a la sociedad. Porque el vector es sociedad y presión política. Y los representantes públicos no van a reaccionar si no hay presión social. Lo que sucede es que las zonas rurales y forestales pesamos poco en población y, por tanto, en votos, e igualmente en el PIB. Y, todavía más, en una Región muy asimétrica como la nuestra, donde la mayor parte de la actividad se concentra en una banda costera de 40 kilómetros, incluida la mayor productividad agraria -frutas y hortalizas-. Mientras que el 80% del territorio, el interior -secano-, se queda sin gente. De ahí la importancia de generar actividad en estas zonas frágiles, con ese concepto de economía circular que nos han quitado también.

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-¿Al final la sociedad murciana apreciará la riqueza de las zonas de montaña, del interior?

-No sé si llegaremos a tiempo. Pero no puede haber un escenario sin gente en el territorio. Eso es imposible. Por eso es tan importante mimar a los que quieren estar. Creo que la sociedad interiorizará el valor de esos bienes ecosistémicos, que cuenta ya con metodología para su cálculo. Lo que sucede es que esa sensibilidad de la que hablamos se comporta todavía como un bien de lujo en la economía, aunque pienso que la sociedad va a ir en ese camino. En cualquier caso, eso no se hace solo, sino que será consecuencia de la gestión.

  1. «El 90% de nuestros montes podrían catalogarse de privados»

-¿Los propietarios forestales se sienten abandonados?

-Es que los montes públicos tienen partida presupuestaria para esa gestión y nosotros no. Y, sin embargo, creamos los mismos bienes. Por lo tanto, los recursos tendrían que destinarse a quienes producen bienes públicos, ya sean los propietarios privados.

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-¿Cuál es el peso aproximado del sector privado en este ámbito?

-Más de dos tercios de la propiedad forestal es privada, y en nuestro territorio regional creo que podría catalogarse así el 90%. Y lo digo porque los montes de los municipios se consideran públicos, y no es cierto, ya que son regímenes patrimoniales, es decir, son de los vecinos, por lo que podría ser perfectamente privado. En realidad, la Administración tiene un porcentaje muy poco de monte, que viene de la transferencia del patrimonio forestal. Hay que recordar dos razones. Por un lado, históricamente, para dotar de madera a la Marina, o sea, los cotos reales; y, por otro, para la corrección hidrológico forestal de la cabecera de los montes, es decir, donde están los pantanos, con el fin de evitar que los arrastres de la erosión los puedan colmatar.

-¿El monte retrocede o crece?

-La realidad es que los montes en España no dejan de crecer,a pesar de los incendios. Y esto es por el abandono de las tierras de labor, sobre todo las malas, que son las que están a pie de monte, que es donde estaban los leñosos desde siempre, los almendros, la vid. Y es que al abandonarse el borde, pues se invade enseguida.

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