Los expertos alertan de que hay que actuar ya si se quiere controlar la cotorra argentina
La continua expansión de esta exótica invasora amenaza hortalizas y frutales, y pone en riesgo la salud de humanos, mascotas y aves locales
Los daños en instalaciones eléctricas, frutales y cultivos suponen al año pérdidas millonarias en países donde las poblaciones de cotorra argentina ('Myiopsitta monachus') están desbocadas ... hace años, como EE UU e Israel, y las medidas para erradicarlas no son ya efectivas.
Aquí, en España, en 2013 fue declarada especie exótica invasora (EEI) y prohibido su comercio y tenencia, pero Madrid ya acoge «la mayor población de cotorras del mundo fuera del continente americano», según José Luis Postigo, el mayor experto español en la materia. Y Cataluña y Andalucía -Barcelona y Málaga, sobre todo- contabilizan pérdidas agrícolas por la abundante población asentada.
Este es el futuro que podría vivirse en la Región, advierten los expertos, si no se cumple la legislación y se actúa de inmediato contra esta especie, que se reprodujo en 1987 por primera vez en la Región, en concreto en Cartagena.
De hecho, Cartagena y el Mar Menor acumulaban más del 90% de estas aves, según el último recuento existente (2015). Cuentan con poblaciones tan numerosas que se pueden considerar «descontroladas», admiten desde Ecologistas en Acción y Anse. A preguntas de LA VERDAD, el Ayuntamiento cartagenero asegura que antes de la primavera tendrá terminado su primer censo.
Se han triplicado en 6 años
Mientras, los avistamientos en los últimos años se multiplican, como las localidades en las que están presentes. Así, ya está instalada en Murcia y su huerta; se ha expandido hacia Mazarrón y Águilas y se han detectado en Alcantarilla, Molina y Archena, según citas de ornitólogos en los últimos seis años. Si en algo coinciden biólogos, etólogos, veterinarios, ornitólogos y naturalistas es en que urge erradicar a la cotorra argentina, que, según los estudios, crece a un ritmo del 20% anual. Lo que se traduce en que las casi 600 cotorras censadas en 2015 en la Región se habrían multiplicado hasta cerca de 1.800.
El escandaloso ruido domina en La Manga, Los Nietos, Playa Honda, Mar de Cristal, Los Urrutias, Santiago de la Ribera y Los Alcázares; también en las zonas del Muelle o en el Huerto de las Bolas cartageneros y en las inmediaciones de la Sierra de la Muela. Pero estos simpáticos animalillos son algo más que chillones. Amenazan la salud de humanos, mascotas y avifauna autóctona, y también la economía. Transmiten enfermedades como la gripe aviar, que ahora amenaza al sector cárnico regional y nacional. También la psitacosis, que «puede producir neumonías graves en humanos y se transmite fácilmente entre aves», puntualiza Martina Carrete, doctora en Biología por la UMU y profesora de Ecología en la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla). Y sus pesados nidos, de hasta 200 kilos, ponen en peligro a viandantes en jardines y espacios públicos.
Juega con dinero y salud
En la ciudad de Murcia, «ya ha hemos tenido algún brote de psitacosis entre animales domésticos; la transmiten las aves», ratifica José Mª Meseguer, técnico de Veterinaria y Zoonosis del Ayuntamiento, que explica ya están elaborando un censo y estudian el método más adecuado para erradicar sus poblaciones. «Aún estamos a tiempo», afirma Meseguer, ahora que la población aún es manejable. Aunque reconoce que no es fácil porque «es un animal inteligente, difícil de capturar, que sustituye con rapidez los nidos eliminados y hace puestas inmediatas de reposición».
Pero, además de a la salud, esta plaga sobrevuela el futuro de los cultivos. Su adaptación alimenticia arruina ahora cosechas de maíz en Galicia, de tomate en el Llobregat, de girasol en Sevilla, silos y frutales en Ciudad Real... «Los daños económicos a la agricultura son proporcionales al aumento de las poblaciones», expone Martina Carrete. «Naranjas, ciruelas, peras, manzanas, melocotones,...», cita, forman ahora parte de su dieta.
Desde la Consejería de Medio Ambiente descargan la responsabilidad en los ayuntamientos como «las administraciones competentes». Pero Ecologistas en Acción recuerda que la ley obliga a las comunidades a realizar «seguimiento de las especies potencialmente invasoras» y también a que Ministerio y autonomías «establezcan las directrices de gestión, control y posible erradicación. Si no se coordinan las actuaciones municipales, no serán efectivas, porque esta es una amenaza global en todo el arco mediterráneo y las cotorras no conocen de fronteras», recuerda Pedro Luengo, de Ecologistas.
El concejal de Sanidad de Los Alcázares, Antonio Luis López, reconoce a Alexias Salas, de LA VERDAD, que han localizado dos o tres colonias en la urbanización Oasis y, «aunque aún no ha habido daños y no reviste gravedad, se reproducen muy rápido». Temen que perjudiquen a la avifauna autóctona de la ZEPA Mar Menor y están estudiando «el método más adecuado para que no se descontrolen» y aclara «que no será tan drástico como en Madrid».
En San Javier, el segundo municipio de la Región en número de cotorras, el concejal Isidoro Miñano descarga la responsabilidad en la Comunidad -«es su competencia»-. «Hemos notado que están destrozando copas de pinos con los nidos», cuenta sobre la Ciudad del Aire, y confiesa: «No tenemos plan de actuación. Pero, si sigue aumentando el número, lo necesitaremos».
«Eliminarlas es la única solución efectiva»
Tanto desde Ecologistas en Acción como desde Anse defienden una actuación inmediata para erradicar la cotorra argentina (EEI). «Ahora se está a tiempo de implementar medidas efectivas y la ley es clara, hay que erradicarla», apuntan desde Ecologistas, que alertan del riesgo de que las poblaciones del litoral, zona 'muy favorable' para esta especie invasora, se extiendan hacia el interior. Hay que ponerse ya para que no termine siendo un problema». En Anse apuestan también, «desgraciadamente, por la eliminación de los ejemplares». Ambas ONG reconocen que son medidas impopulares, pero Sánchez añade que «el único método efectivo son escopetas de aire comprimido, como se demostró en Doñana».
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