Un líder sin colchón
El Barça tuvo al Sevilla noqueado en el Pizjuán pero cedió dos puntos tras un error de Piqué y siente ya el aliento del Madrid
Cristian Reino
Sábado, 11 de abril 2015, 00:14
Barça y Sevilla firmaron este sábado un partido grande, con mayúsculas, de esos que dan prestigio a la Liga y que acabó en tablas, de manera justa por los aciertos y los errores de unos y otros. Un empate en el Pizjuán, estadio en el que los andaluces llevan un año sin conocer la derrota, siempre tiene un valor positivo para el visitante, pero en este caso para los azulgrana tuvo un sabor agridulce, pues se adelantaron 0-2 a la media hora y no supieron rematar la faena. En cambio, el Sevilla, que estuvo a punto de tirar la toalla, tuvo la paciencia y la fe para igualar un partido que le mantiene en la pomada para la Champions. Para el Barça, el empate le reduce las distancias con el Madrid. Los cuatro puntos eran un tesoro para los blaugranas, que con el 2-2 de Sevilla pierden un comodín y sienten ya el aliento en el cogote de los blancos, que se colocan a solo dos puntos y con la diferencia de goles particular favorable para los merengues. Las salidas de los culés al Calderón y a Cornellà decidirán el campeonato.
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La puesta en escena del Barça fue sencillamente espectacular. En un campo que el Sevilla ha convertido en un fortín, el cuadro catalán firmó puede que la mejor media hora de la temporada, al nivel de la gran primera parte de Manchester, ante el City. Recuperando el juego combinativo, con el equipo muy junto y dando el protagonismo que merece y que no está recibiendo Iniesta, el once de Luis Enrique saltó con ganas de dar un puñetazo en la mesa para decir que esta Liga no se le puede escapar. Ante la esperada salida en tromba de los de Emery, que en su feudo imprimen un ritmo muy fuerte a los partidos, los blaugranas optaron por quedarse el balón y neutralizar el empuje hispalenense a base de posesión. Fútbol control, con Messi y Neymar muy activos, Busquets, Rakitic e Iniesta muy agrupados y muy solidarios en el apoyo al compañero para dar salida al balón.
Una transición muy rápida de la pelota permitió a Neymar asistir a Messi, quien desde el lado derecho, con una rosca al palo largo abrió el camino. El dominio azulgrana era absoluto y los de Luis Enrique se gustaban por momentos. El balón viajaba a una velocidad endiablada, había dinamismo, funcionaban las paredes y casi en todas las zonas del campo, ya fuera defendiendo o atacando, había superioridad numérica blaugrana. Con esas premisas, el fútbol de toque y pase rápido era mucho más sencillo. El Sevilla, en cambio, sufría. Sin la pelota e incapaz de correr, los andaluces no podían frenar el vendaval que arreciaba sobre el Pizjuán.
A la media hora, una falta al borde de área, en el lado preferido para los diestros, la lanzó Neymar con maestría e hizo el 0-2. El tanto del brasileño culminaba 30 minutos iniciales de alta escuela, con minutos exquisitos, que Suárez pudo haber redondeado si llega a acertar con el 0-3. Pero el fútbol es un deporte caprichoso y en ocasiones se parece mucho al boxeo. Cuando mejor estaba el Barça, recibió un golpe inesperado, en forma de disparo desde la frontal de Banega, que se comió Bravo (puso los puños cuando debió poner las palmas), y a partir de ahí el choque fue otro. El Sevilla, que apenas había inquietado la meta catalana, se metió en el partido y anunció que el combate no iba a ser de salón. Ni mucho menos.
Enfado de Neymar
Los malos augurios blaugranas y las esperanzas sevillistas se confirmaron en el segundo 'round'. El Barça ya no tenía el control de la pelota y el partido era una especie de ida y vuelta, un cara o cruz imprevisible. Luis Enrique confiaba en su tridente, pero para entonces Aleix Vidal estaba desatado, Coke se había olvidado que tenía que sujetar a Neymar y Bacca, con espacios, crecía por momentos.
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Al Barça le tocó sufrir. Emery aumentó la intensidad, sus laterales se montaron en la moto y buscó más oxígeno con M'bia y Reyes, que salieron por Iborra y Vitolo. Luis Enrique movió el banco y cambió el dibujo. Xavi sustituyó a Neymar, que se marchó muy molesto, y trató de dormir la pelota con más centrocampistas. Pero sin Neymar en la banda, los dos puñales del Sevilla (Coke y Vidal) se encontraron una autopista. El único error de Piqué en todo el partido, en la salida de la pelota, propició un robo de los andaluces, que lanzaron a Aleix Vidal, con la defensa blaugrana desarbolada, y éste asistió a Gameiro, que puso el 2-2. Ya no hubo más noticias en un duelo espectacular.
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