Las denuncias por violación aumentan casi un 19% en la Región de Murcia, pero «solo es la punta del iceberg»
Los expertos avisan de que el 80% de los agresores pertenecen al entorno familiar o al círculo de amistades de las víctimas
Cada semana, dos violaciones; cada siete días, dos mujeres fueron forzadas a mantener relaciones sexuales completas desde que comenzó el año, o lo que es ... lo mismo, entre el 1 de enero y el 30 de septiembre hubo 82 denuncias de agresiones sexuales con penetración, casi un 19% más que en ese mismo periodo del año pasado. Se puede decir de varias formas, pero el dato es el mismo y aterra. El último balance de criminalidad del Ministerio del Interior, que contabiliza los delitos por comunidades en los tres primeros trimestres del año, pone el foco en un problema que en los últimos años no para de crecer. A nivel nacional, las violaciones se incrementaron un 12%, de 3.288 el año pasado a 3.693 en el mismo periodo de 2023.
El informe de Interior señala que este aumento debe ponerse, en parte, «en relación con las activas políticas de concienciación y de reducción de la tolerancia social y personal frente a este tipo de hechos delictivos, que se traducen en una mayor disposición de las víctimas a denunciarlos».
Podría ser una de las razones del escandaloso incremento de casos de violaciones. Así lo cree también el inspector jefe de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer de la Policía Nacional (Ufam), Alfonso de la Cerda. «Cada día hay menos tolerancia social y personal frente a estos delitos, que suponen el mayor ataque a la integridad física y sexual de las mujeres, lo que provoca que haya más disposición de las víctimas a denunciar los hechos que se producen, haciendo partícipe a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en su esclarecimiento».
Para el abogado Eduardo Romera, especializado en casos de agresiones sexuales, el incremento de los hechos conocidos va de la mano de una mayor conciencia y sensibilización sobre este tipo de delitos, lo que genera un gran cambio en la tasa de denuncias. «A día de hoy, más personas -en su mayoría mujeres - y gracias al acceso a la información del que disponen, denuncian este tipo de delitos, a diferencia de años atrás, que eran considerados un tema tabú». Para la profesora del departamento de Sociología de la Universidad de Murcia Isabel Cutillas, no obstante, las violaciones son una expresión más de la violencia estructural contra las mujeres que no deben desvincularse de otro tipo de ataques en todos los ámbitos sociales, donde los feminicidios es la expresión más cruel.
«La violencia sexual comparte la idea patriarcal de que el cuerpo y la libertad de las mujeres es subalterno al cuerpo y la libertad de los hombres. Se trata de un problema que requiere de una respuesta integral. Abordar el problema de manera aislada, buscando solo una causa, no nos permite mirarla en su conjunto».
La socióloga va más allá y advierte que lo que se sabe es solo una pequeña parte de reto que la sociedad debe afrontar. «El 80% de los casos de las agresiones sexuales se producen por parte de hombres próximos al entorno de la víctima y estos casos, muchas veces, quedan sin denuncia. Es decir, que estos datos realmente son solo la punta del iceberg de la violencia sexual, es solo una parte del problema, su parte más visible y de la que disponemos de más información, pero desde luego no es la totalidad de casos ni la realidad».
Cutillas pone el acento en una de las características de este tipo de delincuente, que es la ausencia de un rasgo común. «Lo que sí sabemos es que la violencia contra las mujeres no tiene un perfil, es transversal en todas las clases sociales, en todas las nacionalidades y en todos los grupos sociales». El abogado Romera corrobora esta particularidad, pero destaca un aspecto usual en los casos. «Suele ser del entorno próximo a la víctima». Según su experiencia -en los dos últimos años ha llevado casi medio centenar de casos de agresiones sexuales- «en la mayoría el agresor era un familiar de la víctima -tío, padre- o un amigo muy cercano de la familia».
La vinculación del violador con la víctima es, precisamente, el ámbito donde los expertos en perseguir este tipo de delitos acuden habitualmente. Es en ese terreno donde suelen encontrar al agresor y gracias a ello el número de casos esclarecidos «es bastante alto», destaca el inspector jefe de la Ufam.
El experto de la Policía Nacional desmiente un mito acerca del aspecto desagradable de los violadores, con trastornos mentales y sin relaciones afectivas normales. «A lo largo de los años hemos comprobado que muchos de los investigados llevan una vida completamente normal».
Quienes asisten y ayudan a las víctimas confirman la cercanía del delincuente y la agraviada. En el Centro de Atención Integral a Víctimas de Agresiones y Abusos Sexuales (Cavax) explican que desde que se puso en marcha este servicio de la Consejería de Política Social, el violador, en la gran mayoría de casos, era un familiar, seguido de personas del círculo más cercano de amistad de la víctima.
Las frases
-
Isabel Cutillas | Socióloga de la UMU «Los datos muestran el riesgo de aquellos que niegan que esta violencia exista o la forma de luchar contra estas agresiones»
-
Eduardo Romera | Abogado penalista «Las claves para erradicar y aminorar la comisión de estos delitos son la conciencia social y educar desde el colegio»
-
Alfonso de la Cerda | Inspector jefe Policía Nacional «Existe el mito sobre el perfil de los violadores, con trastornos mentales y sin relaciones afectivas, pero llevan una vida completamente normal»
-
Mª José Garrido y Cristina Sánchez | Centro de atención Cavax «Las mujeres saben que tienen un recurso donde acudir y donde se les ampara. Deciden no pasar el trauma solas y denuncian»
Traumas latentes
Las profesionales del Cavax ven cada día la devastación que deja la violencia sobre la mujer. Ellas manejan datos muy superiores a los que indica el balance de criminalidad, ya que en su caso no precisan de una denuncia para atender a una víctima. Entre enero y octubre de este año atendieron en el Cavax a 196 mujeres, de las cuales 181 son mayores de edad, (la víctima de más edad a la que asisten tiene 76 años), y 15 menores de 18 años.
Tres psicólogas, una trabajadora social, una educadora social y una asesora jurídica curan las heridas psicológicas y físicas que dejan la metralla de un ataque sexual en una mujer. «Cada víctima tiene sus necesidades y se le da una atención específica», afirma Cristina Sánchez, asesora jurídica del Cavax. Para la profesional, el incremento de hechos conocidos «es demencial», un problema que hay que atajar, pero a la vez valora que «por fin la mujer no se calle, que lo diga y denuncie».
«No creo que haya más casos que antes, sino que ahora se ha visibilizado gracias a la sensibilización y la prevención. Las mujeres saben que tienen un recurso donde acudir y donde se les ampara psicológica, judicial y socialmente. Deciden no pasar el trauma sola y se atreven a denunciar», asegura María José Garrido, trabajadora social del Cavax.
Las dos profesionales explican que hay casos que atiende el Cavax que no son recientes, y que, precisamente por la gran cantidad de información que se difunde, los recursos que se ponen a disposición y la condena social sobre los violadores, hay víctimas que llegan con agresiones sufridas hace años. «Vienen con un trauma latente desde la infancia», indica la trabajadora social. Atajar el problema de las agresiones sexuales en su nivel más grave pasa necesariamente por dos pilares, educación afectivo-sexual y pornografía, «porque este problema social se asienta en la ausencia de uno y en el libre y excesivo consumo del otro. La conjunción de ambas provoca que cada vez haya más violencia en los ataques, que sean chicos más jóvenes, y que lo hagan en manadas», apunta Cristina Sánchez.
-
«A veces siento que sigo encerrada en el coche»
El mundo de Laura, nombre ficticio, se desmoronó el 23 de octubre del año pasado. Esa madrugada, en el barrio del Carmen de Murcia, un joven la agredió sexualmente a punta de navaja dentro de su coche cuando regresaba de salir con sus amigas para dirigirse a su casa. Denunció el ataque y la Policía detuvo a un chico, pero los resultados de ADN descartaron su implicación. Un año después, Laura solo piensa en que él sigue ahí fuera. «Mi violador sigue suelto», afirma. Laura tiene 23 años, acude al Cavax una vez al mes y allí intenta sanar sus secuelas psicológicas.
La joven ha dejado de confiar en la gente. «El mundo no me parece un sitio seguro». Salir por la noche le causa mucha ansiedad. «Evito los lugares donde hay mucha gente». Intenta ir por el centro de Murcia. «Me imagino encontrármelo y no ser capaz de reaccionar». Asegura que no es la misma. «Ya no soy la chica extrovertida y la que no temía a nada». Ahora prefiere ser invisible. «Si puedo pasar desapercibida, que no me vea nadie, mejor». Ese rincón aislado estaría bien si no fuese por las pesadillas. «No puedo dormir. Mi cabeza rememora ese momento. Me levanto y sé que estoy en mi casa, pero mi cuerpo no lo siente así». Y llega la ansiedad, los ataques de pánico, «porque pienso que estoy ahí, que sigo encerrada en el coche».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión