David Sancho, el científico que maneja el sistema inmunitario

También confiesa que el hecho de que su progenitora empezara a desarrollar artritis lo empujó a interesarse por la inmunología. «¿Cómo y por qué nuestro propio cuerpo puede llegar a atacarnos a nosotros mismos?», se preguntaba, al tiempo que descubrió que su función en la vida pasaba por investigar en el mundo de la inmunología. El menor de cuatro hermanos siguió los pasos de uno de los mayores al inscribirse en la Facultad de Biología de la Universidad de Murcia, donde sobresalió con el Premio Nacional al lograr el primer currículo en todo el territorio español ese año (1995).

Durante los veranos como estudiante, se formó en el servicio de Inmunología del hospital de La Arrixaca, lo que le determinó a preparar la oposición de biólogo interno residente, obteniendo la primera plaza a nivel nacional. Pudo así elegir el centro hospitalario que deseaba: El Hospital de la Princesa de Madrid. Su decisión fue sencilla.

En la capital completó un doctorado brillante (premio extraordinario, premio a la mejor tesis del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa y premio de la Real Academia de Doctores a la mejor tesis doctoral). Su trabajo resultó en una patente. Tras la defensa de su tesis, se marchó a Londres para continuar su formación con un posdoctorado en el Immunobiology lab del Cancer Research Institute. Allí, halló un receptor en células dendríticas que detecta el daño tisular, lo que podría estar en la base de la autoinmunidad y también manipularse para mejorar la respuesta inmunogénica frente al cáncer. Lideró artículos en revistas tan relevantes como 'Nature' o 'Journal of Clinical Investigation' y también fue inventor de una patente. Estas publicaciones le abrieron puertas para volver. Y lo hizo a lo grande: al frente de un laboratorio independiente en 2010 en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) Carlos III de Madrid.

Con carta blanca, pudo iniciar la línea de investigación basada en indagar cómo funcionan las células dendríticas y macrófagos, las células que controlan la inmunidad y la inflamación. A través del conocimiento de estas células, se pueden generar respuestas inmunogénicas frente al cáncer o la infección, o bien respuestas tolerogénicas frente a las enfermedades cardiovasculares, inflamatorias o autoinmunes. Su trabajo como director del laboratorio de Inmunobiología del CNIC fue premiado de nuevo al recibir el miércoles el XXVIII Premio Carmen y Severo Ochoa de Investigación en Biología Molecular, que aprovechó para subrayar la necesidad imperante de elevar la inversión en ciencia al 3% del PIB. Apuesta por crear un «círculo virtuoso de economía del conocimiento».

Es un investigador con vocación de aplicar sus avances. Sus investigaciones se centran en identificar nuevas estrategias para controlar muchas enfermedades. David Sancho considera un honor este galardón por ser un reconocimiento que viene de otros científicos, pero resalta que el premio pertenece a todo su equipo, ya que la ciencia es hoy, más que nunca, un trabajo en equipo. También lo considera como un aliciente: «Los premios son un estímulo, pero no son un fin en absoluto, y ni siquiera las publicaciones son el fin de nuestro trabajo, sino nuestra vocación de servir a la sociedad y luchar contra la enfermedad», declara.