«No hay amor de segunda clase»
fotógrafa
Rosa Martínez
Miércoles, 23 de noviembre 2016, 23:11
«Conocemos muy bien nuestra propia vida, pero no la de los demás». A esta, asegura Mar Sáez (Murcia, 1983), nos acercamos solo de forma «superficial». Desde fuera y en la distancia. Sus mejores fotografías llegaron, sin embargo, estando cerca. Habla de 'Vera y Victoria', el proyecto al que ha dedicado la mayor parte de los últimos cuatro años. Dos de ellos, liberada por completo de la «barrera entre fotógrafo y fotografiado». Sin ella, se internó en la intimidad de dos mujeres; dos jóvenes cuya historia de amor, desnuda de prejuicios, es la protagonista del fotolibro que Sáez acaba de publicar con el sello francés André Frère Éditions (también editor de Antoine D'Agata, Anders Petersen, Bernard Plossu y Alberto García-Alix, entre otros), y que el próximo jueves presentará en Murcia, en el Moneo -19.00 horas-, tras hacer lo propio, la pasada semana, en ParisPhoto, y el jueves, en la librería La Central del Museo Reina Sofía de Madrid.
'Vera y Victoria' es un relato íntimo, un relato visual de dos vidas que caminan juntas, se atraen, se besan, se abrazan. Dos vidas expuestas a los ojos de una cámara que retrata sus rutinas y escribe con imágenes días extraños y cómplices, amigos y cansados; días llenos de verdad. En ellos, lo fundamental, cuenta Sáez, es el amor, «lo demás, que una sea transexual, vegetariana, o la otra camarera... son informaciones que se añaden, únicamente un ingrediente más».
-Le ha costado, reconoce, cerrar este proyecto. ¿Por qué?
-Es el trabajo en el que más intensidad he puesto, al que le he dedicado más tiempo, más pasión, más ilusión y más esfuerzo. Me daba pena cerrarlo porque, cuando sigues disparando, sigues consiguiendo fotos que te gustan. Si un día vas a un sitio, y otro día a otro..., al final, lo que reúnes, es un cúmulo de experiencias que no tienen fin, y pueden ser inabarcables. Siempre tengo la tentación de seguir [a Vera y Victoria] haciéndoles fotos; de hecho, aún lo hago, pero ya no con la intención de incluirlas en ningún proyecto. Para mí el fotolibro es una forma de cerrar este trabajo; de otro modo me costaría mucho hacerlo. Además, me parece que es un formato muy coherente con la intimidad que destila el proyecto.
La publicación es el primer fotolibro de Sáez, cuya joven trayectoria ya atesora dos Premios Lux -oro y bronce, este último precisamente con el trabajo que ahora lleva al papel-, y el Premio Dúo Fotógrafo Emergente del Seminario de Fotografía y Periodismo de Albarracín, que dirige el fotoperiodista Gervasio Sánchez, y que le permitirá presentar próximamente su nuevo proyecto, 'Sobre el viaje por carretera con desconocidos', en el periódico monotemático 'Dúo'. En Murcia, además de dar a conocer, el próximo jueves, la publicación -se puede adquirir a través de la web del editor, www.andrefrereditions.com; contactando directamente con la autora, marsaezmartinez@gmail.com; y en la Región en Diego Marín y La Cámara Roja-, Sáez expondrá, a finales de febrero de 2017 en Los Molinos del Río, su trabajo sobre 'Vera y Victoria', que actualmente se exhibe en el espacio Kursala de la Universidad de Cádiz. Sus fotografías también viajarán a Madrid y Pilar de la Horadada.
-¿Cómo inició este trabajo?
-Conocí a Vera a través de una entrevista que leí en 'La Verdad', y que le hicisteis por su labor como activista 'trans'. Entonces yo iba a iniciar un nuevo proyecto fotográfico y pensé en abordar el tema de la transexualidad. Esto fue en 2012. Vera aceptó mi propuesta. Fue ella quien luego me presentó a Gabriel [con ambos Sáez llevó a cabo el proyecto 'Vera y Gabriel', en el que mostraba la cotidianeidad de dos jóvenes transexuales], y comencé a hacer un trabajo con los dos. Lo que pasa es que, cuando quedábamos, Vera siempre acudía con su pareja, Victoria. Viendo las imágenes me di cuenta de que tenía tantísimo material de Vera y Victoria a solas, que era un proyecto con entidad propia e independiente. Fue ahí cuando decidí centrarme en su relación y la transexualidad pasó a un segundo plano. Me parecía más bello, más poético y más sutil hablar del amor.
-¿Qué ha ido descubriendo?
-La generosidad de dos personas, Vera y Victoria, que, sin conocerme de nada, me han abierto, porque sí, las puertas de su intimidad. He aprendido una lección de generosidad y valentía y, además, he ganado dos grandes amigas. Luego, profesionalmente, en estos cuatro años creo que he crecido como fotógrafa. De hecho, las mejores imágenes las conseguí a partir del segundo año, porque entonces la confianza era total. Cuando quedábamos teníamos ratos de todo: de hacer fotos, de hablar, de contarme ellas sus problemas, y yo los míos... Ya no siguen juntas, pero están muy contentas con este proyecto, apuestan por él, y les apetece que tenga visibilidad.
-¿Se siente parte de la historia que ellas protagonizan?
-Sí, porque he sido testigo en primera persona. Cuando las conocí llevaban solo cuatro meses saliendo. He retratado sus inicios, como los de cualquier otra pareja que empieza con toda esa emoción e ilusión, y cuando se fueron a vivir juntas; también los momentos de tensión y de crisis de pareja, hasta que lo dejaron. He sido testigo de una relación de pareja con todas sus fases y ciclos, y para mí ha sido muy bonito.
-¿Qué más le ha aportado esta experiencia?
-Tengo amigos homosexuales, tanto hombres como mujeres, y para mí esto no era algo con lo que pudiera aprender nada nuevo, pero sí es cierto que ellas son más jóvenes que yo, y he podido conocer sus inquietudes, su historia. Conocemos muy bien nuestra propia vida, pero la de los demás solo de forma muy superficial. Acercarme desde dentro a otras realidades es lo que más me ha aportado y más me gratifica.
-Entiende la fotografía como una herramienta social; ¿qué le interesa volcar en ella?
-Me interesa visibilizar y normalizar. En el caso de Vera y Victoria, creo que es un proyecto con el que se puede visibilizar y normalizar la transexualidad y la homosexualidad, para que a aquella gente a la que todavía le resulten escandalosas se vaya acostumbrando a que estamos en el siglo XXI y somos libres de vivir la vida que queramos, siempre que respetemos la libertad del otro. No hay amor de segunda clase, todos los amores son de primera, solo que cada uno tiene que vivir la vida que quiere.
-¿La visibilidad es clave para derribar prejuicios?
-Sí, totalmente. Sin visibilidad es más difícil evolucionar. Nadie debe esconderse por su orientación sexual y sus creencias. Estamos en una democracia y tenemos que ser libres para expresarnos y decir lo que pensamos. Una forma de esa libertad es la visibilidad.
-¿Qué le atrapa de la fotografía documental?
-No me considero una fotógrafa documental pura y dura. En el libro también hay fotos misteriosas en las que no se sabe muy bien lo que ocurre. Hay fotos que tienen otro interés, como acercar emociones o despertar curiosidad. También me interesa hacer una fotografía artística.
-¿Y del viaje?
-Es mi nuevo proyecto. Gané [en 2015] una beca del Seminario de Fotografía y Periodismo de Albarracín que dirige Gervasio Sánchez, y que consistía en presentar un proyecto nuevo este año. Me he dado cuenta de que los trabajos personales que realizo me gusta hacerlos con bastante pausa y, como mínimo, me llevan dos años. Así que decidí continuar con un trabajo que ya había empezado. Se compone de un multimedia, 'Los que viajan', y una publicación en el periódico monotemático 'Dúo', 'Sobre el viaje por carretera con desconocidos'. Este último es un trabajo entre dos personas: un fotógrafo, en este caso yo; y un escritor, [el murciano] Miguel Ángel Hernández. Me hizo mucha ilusión que Miguel Ángel participara en este dúo porque él escribió los textos para mi primera exposición individual ['Chinguetti', en Los Molinos del Río, 2008].
-¿Cuál es su origen?
-Lo inicié cuando me vine a vivir a Madrid, hace ya dos años. Suelo viajar mucho a Murcia y lo hago con desconocidos a cambio de compartir gastos y un poco de conversación. No tener un lugar fijo donde vivir y estar entre dos ciudades hace que no te sientas ni de un sitio ni de otro. En estos viajes vi que mucha gente se encontraba como yo, y quise retratar en otras personas lo que yo estaba viviendo.
-¿Lo importante para usted?
-La sensibilidad con la que abordo los temas, y la honestidad. Para mí las personas son lo más importante. Antes que mi proyecto 'Vera y Victoria', están Vera y Victoria y sus necesidades.
-¿Cómo ve el mundo a través de una cámara?
-Con la tranquilidad de que no vas a olvidar. La fotografía es un registro de memoria.