Manzanares y López Simón, doble puerta grande en Madrid
El diestro alicantino cuajó una faena soberbia en la que bordó el toreo con pases maestros al natural
EFE
Jueves, 2 de junio 2016, 01:27
Una tarde que se recordará por mucho tiempo, y no por la doble puerta grande que abrieron José María Manzanares y Alberto López Simón, sino por el cómputo de sensaciones y emociones que se vivieron. Del sopor inicial se pasó a la polémica para acabar en un clímax de toreo excelso y celestial.
Publicidad
También la corrida de Victoriano del Río, que solo lidió ésta, la de la Beneficencia, en todo este mes de toros en la capital, contribuyó, y mucho, a esta bendita y maravillosa locura, que, para bien o para mal, ayer prendió y cautivó Madrid.
Y es que hacía mucha falta una tarde así, de las que la gente sale de la plaza pegando pases y con ganas de contárselo al mundo, aunque luego haya que ser consecuentes para relatar objetivamente los verdaderos méritos de las dos faenas, premiadas ambas con las dos orejas.
Porque hubo una que sí se mereció la gloria, la de José María Manzanares al extraordinario quinto, una labor soberbia, plena de inspiración, duende y torería, muy templada y profunda, maciza y rotunda de principio a fin, y de bellísimo y elegante argumento artístico.
El alicantino resurgió de entre sus cenizas para callar bocas y dar carpetazo al momento de oscuridad en el que se encontraba inmerso, y que mostró en su primero, un toro sin raza ni clase, con el que apenas llegó a ponerse. Pero fue abrirse de capote con el quinto y surgió la magia. Las verónicas embraguetadas del saludo y un quite por arrebujadas chicuelinas dieron paso a una obra excelsa con la muleta, cumbre sobre todo al natural, por donde Manzanares bordó el toreo como nunca en esta plaza, que rugió de clamor con un cambio de mano ya en el epílogo que todavía dura, amén de las trincheras y otros remates de auténtica filigrana.
Publicidad
La estocada arriba al encuentro fue perfecto corolario a una faena de clamor y premiada con dos orejas de verdad, como la ovación que recibió 'Dalia', que así se llamó el toro, en el arrastre.
Lo de López Simón, en cambio, no fue tanto. Una faena de una oreja que por obra y gracia del presidente se convirtió en dos. Los 'duros' del sol echaban humo, no como en la víspera, aunque, en esta ocasión, no les faltó razón.
El que sí lo volvió a tener fácil fue Sebastián Castella, que cerró su maratoniano San Isidro con otra decepcionante actuación, y eso que tuvo dos toros otra vez para estar mucho mejor de lo que estuvo.
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión