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Una máquina retira los sillares de caliza de la presa de La Contraparada, ayer. GUILLERMO CARRIÓN / AGM

El rompecabezas de los cien sillares

Comienzan las obras para recomponer el muro calizo de la histórica presa de La Contraparada, dañada por el abandono y los últimos temporales

Miércoles, 13 de mayo 2020, 01:58

La presa de La Contraparada –elemento clave para el riego de la huerta, aunque también arma de guerra en otros tiempos– afronta cuatro meses de obras para recomponer su estructura. Deteriorado por el abandono y la falta de mantenimiento, los temporales de lluvias torrenciales de finales del año pasado dieron la puntilla al histórico azud, removiendo sus piedras, las mismas que ordenó colocar Toribio Martínez de la Vega, el también constructor del Puente de los Peligros, a mediados del siglo XVIII.

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Tras tres años de denuncias de colectivos conservacionistas, de cruces de reproches entre administraciones y de trámites, los trabajos ya están en marcha, a cargo de la Junta de Hacendados. El proyecto, valorado en 150.000 euros y que cuenta con una ayuda económica de la Consejería de Cultura, deberá devolver a su emplazamiento un centenar de sillares de caliza arrastrados por la fuerza del agua.

El primer paso ha consistido en desecar la zona, a fin de hacer la labor más fácil a las brigadas, indica a LA VERDAD el arquitecto José Montoro Guillén, autor del proyecto de restauración y director de las obras. Supervisará a pie de presa unos trabajos que califica de «meticulosos y delicados», ya que se trata de un 'monumento' que goza de la máxima protección como bien de interés cultural (BIC). «Estamos ante uno de los principales emblemas del patrimonio de la huerta», remarca. Los principales daños se localizan en la zona de la presa más cercana a la margen derecha del cauce.

Las intensas lluvias de finales del año pasado removieron las piedras que forran el azud y que ahora habrá que acoplar

El proyecto de restauración, explica Montoro, se parece bastante al montaje de un gran puzle. Primero requiere de un estudio con el fin de conocer en qué lugar exacto va cada uno de los sillares removidos. Para ello se dispone ya de un amplio reportaje fotográfico con imágenes a vista de pájaro captadas con un dron por la empresa encargada de las obras, Forum San Patricio. Esa información detallada se trasladará después a un plano, donde, sobre el papel, deberán encajarse todas las piezas, cada una en su sitio original. A partir de ahí, y gracias a esa documentación, habrá que proceder a levantar las piedras, como ya se hacía ayer por la mañana, para después recolocarlas en sus huecos del paramento inclinado de la presa. La operación no está exenta de cierta complejidad, debido a que será necesario acoplar un centenar de sillares de diferentes dimensiones, en una zona de alto valor arqueológico. Si no surgen imprevistos, la presa podría estar restaurada a finales del verano. «Pero hay que tener en cuenta el emplazamiento donde trabajamos. Es un paraje natural que puede verse afectado por las lluvias, lo que alteraría el ritmo de las obras. Ya ocurrió en los días previos al inicio de los trabajos», avisa el arquitecto. Las labores no afectarán al caudal del Segura, que se desvía por un aliviadero, ni tampoco a las tandas para llevar el agua a los cultivos, señala Montoro.

De principios del XVIII

La presa de La Contraparada, enclavada entre las pedanías de Javalí Nuevo y Javalí Viejo, resulta una pieza clave en el regadío tradicional. Sirve para repartir las aguas entre las dos acequias mayores, Barreras (o Alquibla) y Aljufía, y abastecer así a la extensa red de cauces, azarbes y regaderas. Hunde sus raíces en el periodo islámico, aunque algunos investigadores ven sus orígenes más lejanos, en época romana. Su actual estampa es más reciente. Montoro Guillén recuerda que el azud se revistió de sillares de piedra caliza hacia el primer tercio de 1700, bajo la dirección de Martínez de la Vega. Fue uno de los proyectos ilustrados impulsados por los primeros Borbones, como también se hizo en las presas de Rojales y Benijófar, en la Vega Baja del río, ya en la provincia alicantina.

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Imágenes tomadas con un dron permitirán conocer en qué lugar exacto va cada uno de los bloques, que ya han empezado a retirarse

El Azud Mayor, como se le conoce, también desempeñó una misión militar durante la Guerra de Sucesión. El cardenal Belluga ordenó levantar los tablachos de la presa para inundar la huerta y dificultar así el avance del enemigo austríaco en la famosa batalla del Huerto de las Bombas. La estrategia funcionó, y la ciudad evitó la invasión.

Desde la Junta de Hacendados recuerdan el «esfuerzo económico» que deben realizar los comuneros para conservar el patrimonio repartido por la huerta. «Solos no podemos», lamenta Juan Jesús Sánchez, secretario de la entidad. Y hace un llamamiento a las instituciones para que colaboren «en la recuperación del patrimonio para el disfrute cultural».

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Esta organización también se ha puesto manos a la obra para rehabilitar otro elemento emblemático, no muy lejos de La Contraparada, el acueducto de Los Arcos, en la rambla de las Zorreras, en Alcantarilla. En el proyecto, a requerimiento de la Dirección de General de Bienes Culturales, ya trabaja el arquitecto Motoro.

Del molino del Amor a la casa torre Falcón

La huerta atesora un extenso patrimonio arquitectónico que el Ayuntamiento de Murcia se ha propuesto recuperar tras años de abandono. Los primeros resultados de este plan de rehabilitación ya son visibles en el molino del Amor, al final del paseo del Malecón, que luce recién restaurado. Queda por decidir, eso sí, a qué se destinará ahora el edificio. En trámites para su puesta en valor también figuran otras tres construcciones dedicadas a la molienda: Batán (Zarandona), Armero (Cabezo de Torres) y Alfatego (El Puntal). En este último molino también quiere intervenir la Junta de Hacendados, y se ha barajado la posibilidad de destinarlo a un pequeño museo etnográfico. Sin embargo, el proyecto sigue aparcado, mientras el deterioro avanza.

En el paraje de Los Canalaos (Rincón de Beniscornia) se trabaja en la recuperación de lo que queda del antiguo molino de La Pólvora. Y pendiente de abordar su restauración está la casa torre Falcón, en la urbanización Joven Futura.

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