A.B.
La Murcia que sí vemos

Dos Patronas, dos mantos, un mismo sentir

Jueves, 14 de noviembre 2024, 10:07

Muchos dirán, pues gente hay para todo, que es solo un detalle insignificante y que ahora, ante la inmensa tragedia de la riada en Valencia, ... más útiles resultan las palas que a destajo bregan contra el fango que perder el tiempo en ponerle mantos a una imagen religiosa. Cosas de curas, pueden argumentar.

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No les falta razón, aunque solo la tendrán en parte. Porque la decisión de que estos días la Patrona de Valencia, la Virgen de los Desamparados, luzca un histórico terno murciano evidencia dos cosas.

La primera es el emotivo recuerdo del decidido apoyo que la Región prestó a la capital del Turia en su terrible riada del año 1957, cuando los murcianos se destacaron como pocos en lo que mejor se nos da: cerrar el pico a regañadientes, mentarle todas las castas a los gobernantes de turno y arrimar el hombro para ayudar a quienes más lo necesitan. De hecho, la Fuensanta también viste el traje que Valencia le regaló entonces como prueba de su agradecimiento.

Y la segunda es un evidente reconocimiento a la solidaridad que desde hace dos semanas demuestran los miles de voluntarios de nuestra tierra, quienes, desde el primer momento y sin dudarlo, están acudiendo a la provincia hermana para ayudar en lo que sea menester. Incluso padeciendo una evidente desorganización y sin reparar en creencias religiosas y políticas.

Valencia y Murcia, desde hace siglos, comparten no solo raíces comunes en su lenguaje, folklore, costumbres e historia. También en el despiadado azote de las riadas. Hoy compruebo que se ha actualizado aquel sonido legendario de las caracolas que antaño atronaba la huerta como un intento desesperado de anunciar las inminentes avenidas. Hoy son las redes sociales muy útiles herederas, diría que incluso más, de aquellos rudimentarios artefactos que tantas vidas salvaron.

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El manto que viste la Patrona valenciana fue un regalo de Murcia y Zaragoza tras la riada que en 1957 arrasó aquella fértil vega y la ciudad. Por eso luce los dos escudos de ambas ciudades y sendos medallones con las Patronas murciana y maña. Es una joya artística, bordada por cierto en Lorca en seda y oro, que aún nos denuncia el increíble pasado sedero que atesoramos, que no supimos conservar y que perdimos. Como tantas cosas en nuestra desmemoriada Murcia.

Díganme que es una tontería. Pero también díganselo a cuantos estos días abandonan trabajos y ocupaciones familiares, sin esperar nada a cambio, por asistir a los valencianos en su desdicha. Y muchos de esos, basta descubrirlo en las fotografías que cuelgan en sus perfiles, sienten que el corazón se les sale por la boca al contemplar la imagen de nuestra Fuensantica en el manto de la Geperudeta o «jorobatida», que así la bautizó el pueblo valenciano, pues en su origen se destinaba a colocarla junto a los féretros de quienes no tenían familia que los enterrase con dignidad. Era la madre de los pobres, de la escoria, de los desheredados.

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Ahora habrá entierros dignos, pero la Patrona valenciana, si acaso los preside, seguirá cumpliendo su función original: acompañar a quienes murieron abandonados y sin que nadie pudiera, aunque se enfrentaran como héroes a las aguas desbocadas, evitarles tan trágico final.

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