El árbol de Navidad nunca cuajó entre los murcianos
La Murcia que no vemos ·
El Círculo Católico de Obreros montó el primero de la ciudad a finales del siglo XX y la Guerra Civil arrasó la ideaPues no. Existe una cosa sobre el planeta que no es un invento murciano. ¡Vaya por Dios! Y miren que tenemos invenciones navideñas: piensen en ... los cordiales y suspiros o la costumbre de comernos las uvas que, según los académicos, comenzó a practicarse en el Sureste. Pero el árbol de Navidad, no le den más vueltas, no es una invención murciana.
Eso no quita para que rebusquemos en los archivos cuándo llegó a nuestra tierra tan bonita tradición. El primer árbol de Navidad público que se plantó en la ciudad, al menos con la suficiente trascendencia para convertirlo en noticia periodística, fue el que adornaba a finales del siglo XIX el Círculo Católico de Obreros.
'El Diario de Murcia' de Martínez Tornel contaba en 1895 que en el Círculo, donde estudiaban casi mil alumnos, se levantaría un «Árbol de Navidad en cuyas ramas querrá Dios que encuentren libros, ropas, juguetes y dulces los impertérritos, bulliciosos, aplicados y entusiastas alumnos».
La inauguración, como no podía ser de otra forma en tierra tan mariana, fue un 8 de diciembre, día de la Purísima. Cierto es que, desde que el mundo es mundo y limón se le echa a los michirones, la Navidad murciana nunca comenzaba antes de ese día. El redactor Luis Peñafiel dio cuenta entonces de que el árbol ya estaba plantado en el Círculo. El éxito le animaba a concluir que esa fiesta «ha de repetirse, si Dios quiere, todos los años». De paso, daba cuenta de la novedad del árbol al anotar que «vivir en Murcia es marchar a la vanguardia de todo lo bueno, de todo lo útil». Esa era la razón por la que, en su opinión, «sucederá que el Árbol de Navidad arraigue».
Cierto es, por contarlo todo, que Peñafiel era miembro del Círculo y fue el principal impulsor de la idea. Pero no lo es menos que si el primer año repartieron juguetes a 300 niños, la cifra alcanzó los 700 durante la siguiente Navidad.
Arraigó, sin duda. Aunque, en realidad, no era una usanza murciana. De hecho, durante el siglo apenas se encuentran referencias a la existencia de árboles similares que llamaban «de Noel». Era más bien una tradición francesa, como contaban los diarios locales. Y esa costumbre, en pleno corazón de París, ayudaría no poco a miles de familias murcianas en 1879.
La riada de Santa Teresa acaecida un 15 de octubre de aquel año provocó 777 muertos oficiales, aunque fueron muchos más, y arrasó la vega del Segura. Tal fue el envite de las aguas que miles de familias perdieron sus hogares y oficios.
Solidaridad internacional
En cambio, el empuje de los diarios españoles, con 'El Diario de Murcia' a la cabeza en tantas ocasiones, consiguió la primera gran campaña de solidaridad que el mundo quizá nunca había conocido.
El periódico de Martínez Tornel, por ese decidido apoyo a los afectados por la riada, quedó consagrado para siempre como uno de los rotativos más populares de todos los tiempos. Entre aquellas diez mil personas que acudieron a su entierro se encontraban no pocos huertanos que se habían beneficiado de las encendidas crónicas de Tornel suplicando ayudas.
A Murcia llegaron donativos de decenas de países del mundo. Cuando menos, de 34 de ellos si rastreamos las noticias de la época. Y eran de lugares tan distintos como Filipinas, Texas (EE UU), Rusia o Uruguay. Francia, en cambio, los superó a todos en generosidad. La fiesta que organizó en el Hipódromo para recoger fondos pasaría a la historia. El Hipódromo era un gran espacio ovalado situado cerca del Puente del Alma y con capacidad para acoger hasta 10.000 personas y donde se convocaban espectáculos de todo tipo.
Basta un detalle para comprender la magnitud de aquella fiesta solidaria. La celebración comenzó con un concierto en el que participaron veinte pianistas, a quienes sucedió la banda del regimiento inglés de infantería 'The Royal Scots Fusiliers' y la interpretación de otra pieza a cargo de 600 coristas, una orquesta y 25 arpas. Fue un éxito.
Unos días más tarde, ya llegada la Navidad, 'El Noticiero de Murcia' contó a sus lectores que el Hipódromo acogería «un gigantesco árbol de Navidad». Todo aquel que pagara un franco de entrada «tendrá el derecho a llevarse uno de los infinitos juguetes que colgarán de sus ramas».
Ya entrado el siglo XX se popularizaron este tipo de adornos navideños. Y la llamada Fiesta del Árbol de Navidad del Círculo siguió celebrándose durante décadas. Hasta que estalló la Guerra Civil. Ese mismo año de 1936 el periódico 'El Tiempo' animaba a los murcianos a realizar sus donativos al centro, «que fue el primero que instituyó en nuestra ciudad el festejo 'Árbol de Navidad'». Tras la Guerra Civil, este adorno se consideró un invento extranjero y, según algunos autores, casi se proscribió su existencia. En 1971 se extrañaba el semanario 'Hoja del Lunes' de que en la céntrica plaza de la Cruz se estaba instalando un «árbol de Navidad, modismo que va adquiriendo carta de naturaleza en los alegres y hermosos días que se acercan».
¿Quiénes habían recuperado la tradición? Pues las grandes superficies comerciales. Fueron las mismas que también comenzaron a adelantar la Pascua en los calendarios y en las calles. Y cada vez más. En cuanto nos descuidemos, saldremos del cementerio el día de 'Tosantos' y encontraremos en la puerta una cuadrilla cantando el aguilando. Pero esa es otra historia.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión