El incendio del Valle alarma a los vecinos: «Fue un susto y una pena muy grande ver arder el monte»

Los vecinos de las calles Mirasierra y Azahar de La Alberca fueron en la medianoche del lunes y primeras horas de la madrugada de este martes testigos de excepción del incendio que se declaró en el Valle Perdido de Murcia. Un fuego que se ya se ha estabilizado tras quemar dos hectáreas de monte bajo y pinos.

Todos los que hablaron con LA VERDAD, algunos tan emocionados que no pudieron contener las lágrimas y con muy pocas horas de sueño en sus cuerpos, coincidieron en afirmar que el susto, primero, al ver las llamas se transformó en «una pena enorme» por todos los árboles que pudieran terminar arrasados; y no dudaron en criticar que El Valle «no está limpio».

«Este monte forma parte de nuestra vida, lo consideramos algo nuestro», afirmaron Paco Micol y su cuñada Mari Núñez, quienes no dudaron en afirmar que detrás del fuego estaba la mano del hombre. «¿Por qué ahora, que hace más fresco, después de tantos días de calor, y en ese sitio tan escondido?», se preguntaron. Una sospecha que para otros, como Juan Romera, que lleva toda su vida, como él dice, viviendo en La Alberca y en esta zona, es «una certeza».

Paco fue uno de los que llamaron al 112 cuando comprobó que lo que parecían nubes era realmente el humo que precedía a las llamas. «Vi cómo prendía, pero enseguida empezaron a llegar coches de bomberos y pensé 'esto debe ser importante'», en referencia al fuego. Este martes, ya respiraba algo más aliviado.

Los vecinos, muchos de ellos acostumbrados a pasear por estos parajes, no pudieron evitar criticar que el cuidado de El Valle no es bueno. «Es habitual que, cuando se cae un árbol o lo cortan, no lo recojan, se queda ahí eternamente y todo se llena de matojos; el monte no está limpio; se me parte el corazón pensando en lo que podía haber pasado. Por eso nos preguntamos ¿qué hacen los responsables de su cuidado? Porque para amenazarte con ponerte una multa si te llevas un manojo de tomillo o un poco de tierra para las macetas sí que están», señaló Mari,

El que menos de estos vecinos lleva 30 años viviendo a pie de monte y muchos, la gran mayoría casi han nacido allí y han criado a sus hijos en esta calle y en estas casas.

María Dolores Carrasco reconoció que, ya bien entrada la madrugada, cuando empezó a oír tanto tráfico de bomberos, policías y forestales, ese primer susto de pensar que podría extenderse e incluso llegar a las casas pasó y se tranquilizó. Sin embargo, lamentó que se produjeran este tipo de incendios. «Me da mucha pena que los bosques ardan; son nuestro pulmón y si no lo cuidamos...».

Conchi Paredes, otra veterana del barrio, sí estuvo «con mucho miedo» hasta bien entrada la madrugada, pensando en que les pudieran llamar para abandonar sus viviendas. «Tal vez no por las llamas, pero sí por el humo», dijo, mientras siguió la evolución del fuego desde su terraza, que mira al monte.

Todos ellos aprovecharon para denunciar el mal estado de un solar vallado que colinda con sus casas y que «está totalmente abandonado, no lo limpian y tememos que, al final, se prenda».

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