La expareja del acusado de matar a su exsuegra en Torreagüera: «Me decía que a mí me dejaría viva, pero mataría a los míos»
La exnovia de Sebastián D., sospechoso del crimen, desvela ante la jueza episodios de celos y amenazas continuas
«Me decía que me iba a dejar viva a mí, pero que mataría a los míos». La tragedia que Sebastián D. provocó el pasado enero cuando presuntamente acabó a tiros con la vida de su exsuegra, Alicia, en un local de la pedanía murciana de Torreagüera, llevaba tiempo gestándose. Su expareja, Claudia, ha desvelado en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 2 de Murcia –que ha asumido el caso–, los continuos episodios de amenazas y celos que venía sufriendo por parte del que fue su compañero y que le habían llevado a denunciarlo hasta en dos ocasiones.
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«Él tenía celos del padre de mi hijo porque no aceptaba que tuviéramos una amistad», relata la mujer en su declaración ante la instructora, una de las pruebas que la magistrada ha practicado en los últimos meses para ahondar en este posible caso de violencia vicaria. Pese a esas amenazas, reconoce con pesar, Claudia jamás pensó que Sebastián acabaría cumpliendo sus amenazas, atacando a su familia y robándole la vida a su madre. «Nunca se me pasó por la cabeza que él fuera capaz de ir como fue ese día».
Un cruce de caminos
La vida de esta colombiana de 46 años se cruzó con la de Sebastián, de 58 y exvigilante de seguridad, hace tiempo. Ella, según explicó a la jueza, ejercía de «mami» –limpiaba y hacía la comida– en un piso de alterne que él frecuentaba e iniciaron un noviazgo que acabó en boda en abril de 2023. Solo unos meses después lo denunció por primera vez, aunque acabó retirando esa denuncia y siguió adelante con la relación. A finales de 2024 llegó el divorcio y la segunda denuncia. «Me marché porque me amenazó con hacer daño a mi familia y con hacerme sufrir a mí», relata. «Su problema era el alcohol, los celos y que le gustaban mucho las armas».
En ese momento Sebastián fue condenado por el Juzgado de Violencia de Género número 1 de Murcia por un delito de malos tratos, tras reconocer haber intentado agredir a Claudia. En aquel momento la Policía ya le intervino dos armas de fogueo y un machete. La sentencia le prohibía aproximarse y comunicarse con ella durante 16 meses pero, según se desprende de la declaración de la mujer, esa orden judicial se la saltó a la torera durante meses. «Él compraba tarjetas y me llamaba para decirme si quería cosas que había comprado porque eran mías. Sabía que mi ilusión era tener un restaurante. Era el pretexto para llamarme», explica la testigo, que contaba con protección policial a través del servicio telefónico Atenpro. «Esas llamadas las hacía con mucha frecuencia, incluso utilizando el teléfono de repartidores de la calle que les pagaba para que me llamaran».
«Me he chispado y se me ha ido la cabeza», alegó el sospechoso cuando fue detenido por la Guardia Civil en el local
Claudia sostuvo ante la magistrada que en los meses anteriores a la tragedia le pidió insistentemente que la dejara tranquila, pero reconoció que no reveló esas llamadas a la Policía por miedo y porque no quería que él terminara en prisión. «Cuando no me llamaba me daba miedo que apareciera y entonces le llamaba para saber dónde estaba», relata.
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«Le dije que me dejara»
El crimen ocurrió en la noche del pasado 22 de enero en un local de Torreagüera en el que Claudia tenía pensado cumplir su sueño de abrir su restaurante. La inauguración la quería hacer coincidir con el día 29, que era el cumpleaños de su madre, y aquella noche eran muchos los familiares que arrimaban el hombro en el local para ayudarla a tenerlo todo listo. «Me dijo que iba a comprar magdalenas y cosas que no le había pedido», relata. «Le dije que no se podía acercar. Que me dejara tranquila. Siguió llamándome todo el día».
En torno a las 20.30 horas del 22 de enero estaban en el futuro restaurante Claudia con su madre Alicia, su hermano Libardo, su hijo y el padre de éste. «Vi a un hombre subir las escaleras con un pasamontañas. Venía con dos armas, una en cada mano», rememora. «No lo reconocí. Entonce dijo 'quietos aquí todos que de aquí nadie va a salir vivo y lo reconocí'». Esta testigo asegura que Sebastián apuntaba con el arma a ella, su hijo y el padre de este y que este último la agarró para que se cubriesen tras la barra. Ella le pidió a su hijo que acudiese con su tío que estaba cenando en una habitación interior y que al moverse Sebastián se dio cuenta y quiso entrar en la barra para ver quién trataba de huir. «Mi madre no quiso que entrara y se paró en medio poniendo los brazos en cruz como diciendo 'de aquí no pasas' y ahí le disparó», explica Claudia.
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La instructora, a la hora de reconstruir esos minutos de terror, ha escuchado el testimonio de todos los familiares que estaban esa noche en el local de Torreagüera. Libardo, otro de los hijos de la fallecida, cenaba en otra estancia cuando escuchó la detonación. «Oí a mi hermana gritar '¡ay Sebastián, qué has hecho!' Abrí la puerta y vi a mi madre tirada en el suelo», recuerda. «Él metió el arma pequeña y sacó la otra. Vi cómo 'cerrojeó'».
Los testigos sostienen que Sebastián trató también de disparar dos veces al hijo de su expareja pero se le encasquilló el arma
Un último forcejeo
Claudia sostiene que en este momento Sebastián apuntó a su hijo e intentó dispararle también pero no salió la bala. «Lo hizo dos veces». Libardo explica que, al ver esa situación, le preguntó al acusado qué pensaba hacer y entonces él le apuntó también a él pero el arma no funcionó y entonces el testigo se abalanzó sobre el agresor, logrando arrebatarle el arma. Con la ayuda de Claudia y el padre de su hijo lograron reducirlo. «Estando en el suelo todavía trató de sacar una navaja que traía en el bolsillo pero con el pie se la quitamos», relata.
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Según recoge uno de los autos dictados por la jueza de Violencia de Género, Sebastián acudió esa noche pertrechado con esas armas propiedad de su padre. Cuando llegó la Guardia Civil su explicación sobre lo ocurrido fue sucinta: «Me he chispado y se me ha ido la cabeza».
El acusado ocultaba varias armas más y dos táser en su vivienda
El Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 2 de Murcia ya cuenta con el informe del registro de la vivienda de Sebastián D., el sospechoso. En su casa de la pedanía murciana de Nonduermas se hallaron varias pistolas más, cajas de munición y dos armas eléctricas táser. Tras el crimen, Sebastián D. fue sometido a pruebas para determinar si había consumido alcohol o sustancias estupefacientes en los instantes previos al suceso. Su defensa solicitó –y así lo acordó la jueza– librar oficios a determinados organismos para recabar un expediente con el que tratar de acreditar que llevaba años en tratamiento y que eso, de alguna forma, pudo influenciarle a la hora de acabar con la vida de su suegra. Los familiares de la víctima se han personado ya en la causa a través del abogado Ángel Galindo Laorden, que solicitará diversas pruebas.
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