«Han conseguido que nos dé miedo salir de nuestra casa»
Vecinos de la avenida Río Segura denuncian amenazas por parte de un grupo «que se ha adueñado de la calle»
Peleas, consumo de drogas y alcohol en la vía pública e insultos y amenazas diarias. Los vecinos de la avenida Río Segura, en el barrio ... del Carmen, han llegado al límite de su paciencia. Desde hace más de un año, indican, aguantan lo que ellos definen como «el asedio» de su calle por parte de una decena de gorrillas, que mantienen violentas reyertas y discusiones entre ellos.
El motivo: pugnan por hacerse con el control del área azul de estacionamiento, afectada por la Ordenanza Reguladora de Aparcamiento (ORA). «Los conductores tiene que pagar dos impuestos por aparcar: el del Ayuntamiento con la ORA y el de la extorsión de esta gente», explica el dueño de una tienda de alimentación.
Durante el día, su presencia se incrementa a partir de las 14 horas, pero al caer la noche y los fines de semana la situación, según exponen, es especialmente crítica. Sus quejas apuntan al consumo de drogas, algo que genera situaciones muy conflictivas. «La calle se llena de gorrillas cuando oscurece. Es el momento del día en el que se adueñan de la zona. Muchos de ellos compran botes de disolvente en un bazar cercano. El dueño se los vende por dos euros. Empapan el líquido en un pañuelo para inhalarlo y, al poco, se vuelven locos. Bailan delante de los coches, se ponen a regular el tráfico, se pegan entre ellos por hacerse con una plaza de estacionamiento... Es un caos», explica Juan, un vecino. A sus disputas particulares, añade, se suman los insultos y las amenazas contra los residentes. «A mí ya me tienen fichado y me intimidan cada vez que me ven porque les he denunciado varias veces. Reconozco que temo salir de casa. Han conseguido que nos dé miedo salir a la calle. Cuando lo hago, llevo en el bolsillo un cuchillo para protegerme. Me estoy planteando irme de Murcia, porque no aguanto más», explica Juan.
«Estoy pensando en irme de Murcia; la situación se ha vuelto insostenible desde hace un año»
Este vecino interpuso, el pasado domingo, la enésima denuncia en la comisaría del distrito de El Carmen contra uno del los aparcacoches «más violentos» por las reiteradas amenazas que recibió ese día. «Eran las 8.30 de la mañana y el hombre no paraba de gritar. Salí al balcón de mi casa, le dije que dejara de chillar y me estuvo amenazando durante todo el día. El hombre al que denuncié es uno de los dos cabecillas del grupo y ambos deciden quién puede pedir dinero por estacionar coches y quién no. De ahí vienen las trifulcas», recuerda.
Hace unos meses, en una de esas peleas, cogieron botellas de cristal del contenedor de vidrio y se pusieron a lanzárselas. Ese día, casi arrojan a un hombre al río. «Se salvó porque vino la Policía», recuerda Alejandro, dueño de una tienda de iluminación. Los perjudicados indican que en la zona en la que se encuentran sus viviendas hay franjas afectadas por los inhibidores de frecuencia de los edificios públicos cercanos. «Se han dado casos de que un conductor ha aparcado su coche en una de esas áreas ciegas y se ha marchado, tras cerrar el vehículo con el mando a distancia, pero realmente lo ha dejado abierto. Los gorrillas conocen esta circunstancia, y vigilan. De este modo se han producido decena de robos en el interior de vehículos», sostiene el propietario del local.
Los afectados han recogido dos centenares de firmas de residentes para que el Ayuntamiento pusiera remedio a la situación de inseguridad que padecen. La lista de apoyos la entregaron en la Oficina de Atención al Ciudadano, «pero, por ahora, no ha servido para nada», advierten. Otra medida que impulsaron para echar a los violentos, exponen, fue una campaña informativa a pie de calle en la que pidieron a los conductores que no les dieran dinero, «pero les siguen pagando unas monedas por miedo».
Los vecinos especifican, no obstante, que no todos los aparcacoches ilegales actúan de ese modo; mantienen que «uno o dos no molestan, son educados y pacíficos» y hay gente que incluso les confía las llaves de su coche para que se lo aparque. «No queremos meter a todos en el mismo saco ni reprobamos que se ganen algo de dinero con esa actividad. Lo que denunciamos es la violencia porque queremos vivir tranquilos», recalcan.
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