Emergencia climática

Desde hace ya un tiempo, vienen manifestándose toda una serie de indicios en relación con las condiciones climáticas de nuestro planeta: las variaciones en el agujero de la capa de ozono, la aceleración del deshielo de los polos, el derretimiento de los glaciares, el efecto invernadero provocado por la quema de combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo o el gas, que genera grandes emisiones de gases, el incremento de fenómenos climatológicos extremos, como huracanes, temporales de viento, sequías o inundaciones. En definitiva, según los últimos informes de la ONU, una amplísima mayoría de las investigaciones científicas coinciden en señalar que se está produciendo un cambio en el clima que causa alteraciones de las temperaturas y de los patrones climáticos. Esa misma ciencia señala que conseguir limitar el incremento de la temperatura global contribuiría a soslayar los impactos medioambientales adversos y a conservar un clima habitable para los seres humanos.

En el Barómetro de enero de 2020 del CIS, el 62% de la ciudadanía de la Región de Murcia creía que la situación en relación con el cambio climático «es de emergencia por el peligro que supone», un 30% pensaba que la situación «es grave, pero no de emergencia climática», y tan solo un 2,4% mantenía que la situación «no es grave y que se exagera al hablar del peligro que supone» el cambio climático. Estos porcentajes, en todos los casos, eran más categóricos respecto de la preocupación por el cambio climático que los apuntados por el conjunto de la población española (50%, 38% y 5,2%, respectivamente).

Tras la dana del pasado mes de octubre, en diferentes puntos de España y muy especialmente en la provincia de Valencia, que dejó un rastro de pérdida de vidas humanas y destrucción económica, social y medioambiental, el debate sobre los efectos del cambio climático se ha avivado en nuestro país. Todo ello ha inducido a que el CEMOP interpele a la ciudadanía de la Región de Murcia sobre este tema, con el resultado de que un 74,1% de los murcianos declara sentirse muy o bastante preocupado por el cambio climático, siendo las mujeres las que presentan un mayor nivel de turbación: un 82,7%, frente a un 65,4% de los hombres.

Por grupos de edad, las personas más jóvenes son, paradójicamente –ya que serían las que con mayor probabilidad podrían sufrir los efectos del cambio climático–, las que muestran un menor grado de preocupación, aunque sigue siendo un porcentaje alto de ellas (68,4%) las que expresan una gran inquietud por este tema.

Donde se observa una clara brecha en los niveles de preocupación por el cambio climático es en lo que respecta a la ideología: el 92,1% de las personas que se autoubican en la izquierda (posiciones 3 y 4 de la escala ideológica) y el 78,8% de las que lo hacen en la extrema izquierda (1 y 2) se siente bastante o muy preocupado por el cambio climático, mientras que estos porcentajes descienden al 67,3% de las personas que se autoubican en la derecha (7 y 8) y se reduce hasta el 53,5% entre las de extrema derecha (9 y 10). Es decir, cuanto más a la derecha se posiciona la persona, menos preocupación muestra por el cambio climático. No obstante, incluso en las posiciones previsiblemente más reticentes a la agenda ecológica y climática, aparece una mayoría de personas asentadas en la Región de Murcia preocupadas por estos problemas.

De igual forma, al preguntar a la ciudadanía si piensa que la sucesión recurrente de fenómenos meteorológicos adversos como las danas está causada por el cambio climático, se observa el mismo patrón: un 84,9% de las personas de extrema izquierda y un 88,1% de las personas de izquierdas relacionan estos fenómenos meteorológicos con el cambio climático, mientras que solo lo hace el 61,3% de las personas de derechas y un 43% de las personas de extrema derecha.

En definitiva, parece claro que una gran mayoría de la población murciana muestra su preocupación por el cambio climático y coincide en la necesidad de tomar medidas (como llevar a cabo las obras de presas o encauzamientos, impedir o revertir la urbanización en zonas inundables, mejorar la cultura de prevención ante situaciones de riesgo e impulsar acciones para mitigar el cambio climático), para aminorar esa incertidumbre de no saber qué pasará en los años venideros –que podría ser fuente de nocivos sentimientos de miedo, fatalismo o resignación– y ofrecer escenarios futuros alternativos a los predecibles escenarios aciagos del cambio climático.