Vecinos de Ciudad Jardín de Cartagena reclaman que les permitan abrir cocheras bajo sus viviendas
La nueva directiva de la asociación advierte de que las limitaciones para reformar las casas de 1927 ponen en peligro la regeneración del barrio
El nuevo presidente de la Asociación de Vecinos de Ciudad Jardín, José Ignacio Mármol, pidió ayer públicamente que se flexibilicen las normas que impiden reformar ... las edificaciones de planta baja y entre 2 y 4 alturas encuadradas entre las calles Ramón y Cajal, Poeta Miguel Hernández, La Paz y Carmen Conde. Como ya hiciera su antecesor, Ramón Jerez, Mármol explicó a LA VERDAD que «la catalogación de esta zona como conjunto especialmente protegido está echando para atrás nuestra capacidad para atraer a nuevos vecinos. Hay casas que están quedándose vacías y eso es terreno abonado para los 'okupas'. Nadie va a querer invertir en mejorar su casa si el barrio se devalúa».
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El dirigente vecinal destacó el caso de una finca situada e la calle Ramón y Cajal, frente a El Corte Inglés, en la que «se ha instalado irregularmente» una familia. Lo mismo ocurre desde hace meses en una situada en la esquina de Ricardo Codorníu con la de La Paz, que tiene un muro exterior de la finca derruido y su interior lleno de residuos. El temor es que esto deje de ser algo aislado y cunda el mal ejemplo en otras edificaciones en la que actualmente no vive nadie,
El colectivo vecinal tiene intención de retomar su reivindicación en contra de una reglamentación que avaló la Comunidad Autónoma hace más de una década y que pone muchas limitaciones a restaurar las casas con otros criterios que no sean los utilizados para levantar el barrio, en 1927. El problema que ya evidenciaba el Plan General de Ordenación Urbana de 1987 pudo agudizarse aún más con la entrada en vigor del que fue aprobado en 2012 y quedó anulado judicialmente cuatro años más tarde. Ahora, el Ayuntamiento hará lo posible para que el nuevo planeamiento, al que quiere dar el visto bueno provisional en menos de un año, habilite vías para conjugar la tradición y la personalidad propia del barrio con el relajamiento de algunas de las normas que resultan más estrictas.
La tendencia cambió en 2020 y 2021 con más licencias, pero en la asociación vuelven a apreciar un estancamiento
Mármol es el tercer presidente que intentará que se permita utilizar técnicas más modernas de construcción. «De lo contrario, nos iremos quedando sin vecinos. Habrá más viviendas en ruinas y finalmente se acabarán desmoronando», apuntó. «Yo me he presentado a presidente porque no había nadie que quisiera hacerse cargo y defender ante el equipo de gobierno cuestiones tan importantes como esta», dijo.
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Automóviles en la calle
Antes que él, esta cruzada la abanderó Alfonso José López. Posteriormente hubo una importante desmovilización y en los últimos dos años fue Ramón Jerez quien intentó negociar con la concejal de Urbanismo, Ana Belén Castejón.
El hecho de no poder hacer sótanos ni garajes supone que los inquilinos tengan que dejar los coches en la calle, en línea y pegados a ambas aceras. En opinión de Mármol, no es la mejor opción en un barrio residencial que se supone de clase media y alta tener el coche en la vía pública, en lugar de poder guardarlo en un garaje propio.
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La situación inmobiliaria despegó en cierto modo entre 2020 y 2021, con la concesión de una treintena de licencias de rehabilitación. En el Ayuntamiento de Cartagena aseguran desde hace meses que hacen todo lo posible por elevar la intensidad de la renovación de esta zona, en la que conviven palacetes de buena factura y bien conservados con otros semiabandonados.
Pero los vecinos consideran que ha vuelto a haber cierto estancamiento, e insisten en la mala imagen que da el citado inmueble de la esquina de la calle La Paz con la de Ricardo Codorníu. Allí los 'okupas' han llegado a utilizar presuntamente una conexión eléctrica ilegal y causan molestias a los residentes de la zona con ruidos y peleas nocturnas.
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Las intervenciones autorizadas en 2020 y 2021 afectaron a cerca de un 10% de los alrededor de trescientos inmuebles existentes. Abarcaron desde la mera sustitución de tejas hasta reformas integrales con rehabilitación de fachada y reconstrucción del interior, de acuerdo a las reglas de 1987. En dicho planeamiento toda la zona tiene un grado de protección 3 de carácter ambiental, con reglas específicas como la que impide alterar la fachada. La relajación de esos criterios tuvo que ver también con que en 2019 un juez reconoció al dueño de una finca de Carmen Conde el derecho a modificar el exterior para hacer un cochera.
Con todo, se mantienen las principales cortapisas a cualquier reforma, incluyendo la obligación de mantener ventanas de pequeñas dimensiones, con carpintería solo en madera, sin aluminio en los cerramientos y con fachadas de mortero, pintadas en colores crema y ocre. Se vetaron los enrejados y se obligaba a colocar vallados propios de principios del siglo XX.
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Hay 70 de las casas existentes, es decir una de cada cuatro, que no cumplen para nada con estos presupuestos. En las últimas décadas sustituyeron a inmuebles demolidos. Casi un centenar de vecinos se opusieron frontalmente hace diez años a las ansias conservacionistas que apoyaron la Comunidad y el Ayuntamiento en aquel momento. «Por entonces hubo un elevado grado de intransigencia, que se ha ido relajando después», subrayó el arquitecto Jaime Gadea, que fue uno de los expertos que asesoró a los vecinos más descontentos.
Además, el planeamiento urbanístico de la zona muestra otra laguna importante, admitida por los técnicos de Urbanismo. Tanto la plaza Atenea como la calle Olimpia están inscritas como zonas urbanizables, no como bienes del dominio público. Mientras no subsanen ese problema, allí no se podrá hacer ninguna inversión de renovación, solo de mantenimiento, porque el interventor municipal informará en contra.
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«Quiero potenciar el uso del local social que está vacío de contenido»
Recuperar las actividades que antaño llenaban de vida el local social de Ciudad Jardín es uno de los proyectos en los que hará más hincapié José Ignacio Mármol. Él ya formó parte de la directiva vecinal en 1984 como secretario y recuerda que allí se hacían las fiestas del barrio y era un centro de reunión y de atracción del vecindario. «Pero para eso primero tengo que conseguir captar más socios, porque está la asociación como muy muerta. En estos momentos somos tres personas las que estamos intentando recuperar aquel espíritu», dijo. Reconoce que el verano es mala época para ponerse a trabajar en esta labor. Por eso, redoblará sus esfuerzos a partir de septiembre.
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