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Lonas con productos a la venta fuera de los puestos del mercadillo de Cabo de Palos, ayer.

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Lonas con productos a la venta fuera de los puestos del mercadillo de Cabo de Palos, ayer. ANTONIO GIL / AGM

Los manteros invaden el mercadillo de Cabo de Palos pese al dispositivo policial

Los comerciantes se quejan de que dos patrullas son insuficientes para controlar a dos docenas de vendedores irregulares cada domingo

Lunes, 1 de agosto 2022, 01:06

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«Son entre dos y tres docenas, se mueven deprisa y la Policía no consigue ahuyentarlos», explicaba Javier Moreno ayer mientras ordenaba el calzado que pone a la venta los domingos en el mercadillo de Cabo de Palos. Como él, otros 210 comerciantes que pagan por el espacio que ocupan cada semana, junto al centro Las Dunas, han visto reaparecer este año las lonas repletas de artículos de dudosa procedencia y los vendedores subsaharianos que las ofrecen a bajo precio. A esa competencia irregular se añaden los problemas que de buena mañana tienen para ubicar sus puestos, ya que a su llegada hay decenas de coches aparcados, con jóvenes de botellón.

EL DATO

  • 210 comerciantes instalan sus puestos cada domingo, de media, en el mercadillo de Cabo de Palos. Ayer había dos docenas de manteros allí. Las asociaciones de vendedores indican que ha llegado a haber hasta dos y tres veces más.

Cada jornada dominical de este verano comienza con muchos problemas para los vendedores ambulantes. «Esta madrugada había hileras de coches aparcados en todo el descampado en el que se instala el mercadillo», explicó el representante de los comerciantes, Pedro Furió.

«A las cinco de la mañana, hora en la que empezamos a llegar, no hay Policía Local que se haga cargo de vigilar que retiren los coches», dijo Furió. «Los vendedores encontramos a grupos de personas con los aparatos de música de los coches a todo meter e incluso algunos de ellos tirados por ahí, borrachos o medio dormidos», añadió.

Llamadas a la grúa

«El problema es que nadie del Ayuntamiento señaliza la zona con postes de prohibido aparcar, como suele hacerse en el casco urbano de Cartagena. Solo ponen un disco en una de las entradas, pero no es suficiente. Deberían hacerlo por sistema, porque todos los domingos se instala el mercadillo. Eso obliga a mis compañeros a llamar a la grúa, como pasó esta madrugada. Por suerte, esta vez se ha presentado de forma diligente y ha retirado algunos coches. No como en otras ocasiones en los últimos fines de semana. Además, una patrulla de la Policía Local se ha hinchado a poner multas», indicó Javier Moreno. Sin embargo, tanto él como Furió echaron de menos que haya una labor preventiva que evite que los vehículos estacionen allí. «Resulta desagradable llegar y encontrarse con jóvenes de botellón con una o dos copas de más, con los que no siempre es fácil dialogar para que retiren sus vehículos», indicó Furió.

Conforme avanzó la mañana, ayer surgieron otras dificultades. A las once comenzaron a proliferar los jóvenes subsaharianos con sus sacos extensibles en forma de lona en la que exponer gafas de sol, camisetas de equipos y deportistas de élite y zapatillas con el anagrama de conocidas marcas, cuya procedencia y calidad suelen estar en entredicho.

Así ocurrió cerca de la entrada al mercadillo por la senda que llega desde el cuartel de la Guardia Civil. En mitad de la calle de acceso, señalizada para que tuviera media docena de metros de ancho, se sucedían siete mantas dispuestas en el suelo con todo tipo productos amontonados. En el recodo siguiente a la izquierda había otros tres. «Por un lado te cabrea saber que esta gente no paga por el espacio y que tú no solo tienes un canon anual sino también un impuesto por ser autónomo. Por otro lado, te da pena pensar que son gente que no tiene nada. No es labor nuestra denunciarles, es tarea de la Policía Local estar aquí para impedir sus ventas», comentaba un comerciante que prefirió no ser identificado.

Según la asociación de vendedores ambulantes de la que Pedro Furió es vicepresidente, hay fichadas más de 80 personas que desarrollan esta labor de venta de forma irregular en los mercadillos y en otras ubicaciones como Puerto Bello. «En algunos lugares llegan a instalar expositores y percheros con las mercancías. Hasta ese punto llega la impunidad con la que operan», indicó.

La vigilancia de la venta ambulante corresponde a la Unidad de Mercados de la Policía Local. «Sabemos que ha habido problemas con la falta de efectivos. Este verano, desde luego, vemos menos presencia policial que otros años», aseveró Javier Moreno.

Pedro Furió insistió en la necesidad de reforzar las unidades de mercados porque «este verano hemos notado además una evolución». «Los manteros que se ocupan de las ventas no van solos. Suele haber dos o tres grandullones que pueden llegar a ponerse agresivos si alguno de los vendedores del mercadillo les llama la atención», explicó. Ayer mismo, según Javier Moreno, un vendedor de bebidas que se desplaza por el mercadillo con su carrito tuvo un rifirrafe que casi acaba en pelea con alguno de ellos.

Además, cuando ven desde lejos la llegada de la Policía «salen pitando y les da igual llevarse por delante a hombres, mujeres y niños. Ya hemos tenido también algún episodio desagradable de este tipo este año», añadió Furió.

Petición de refuerzos

El equipo de gobierno municipal llegó a un acuerdo el pasado viernes con los sindicatos del Ayuntamiento. En él se incluye el desbloqueo de 20.000 horas extra para servicios especiales de la Policía Local. El objetivo de programarlas, con un coste de unos 600.000 euros, debe servir, entre otras cosas, para reforzar la vigilancia en los mercadillos, en especial en el de Cabo de Palos. Ayer, los comerciantes contaron dos patrullas, es decir, cuatro agentes que «jugaron al gato y al ratón con los manteros, pero nos los pusieron en fuga», explicaron varios comerciantes de Cabo de Palos.

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